Déjeme que le cuente. Escuché el otro día a un líder político gastado, gastando palabras sin sentido y me sentí abrumada. Mientras escuchaba la entrevista que le hacían por la radio, sentí que escucharlo era una especie de castigo o algo necesario para terminar de cerrar la ecuación sobre el déficit de liderazgo que existe en Bolivia, desde hace tanto tiempo. Lo que decía era una lluvia atolondrada de palabras mal estructuradas que no lograron, ni siquiera al final, construir sentido.

No diré su nombre pues estoy en contra del linchamiento que hacen algunos periodistas en los medios. Ese linchamiento mediático que destroza a las personas no sólo porque dicen estupideces, sino porque los periodistas de marras quieren demostrar cuan monumentales son triturando sensibilidades para encumbrarse como íconos de superioridad. Por tanto, no diré su nombre, porque tampoco hace falta, no podría siquiera reproducir lo que dijo.

Lo que quiero resaltar-a propósito de ese castigo radial al que me sometí el otro día mientras manejaba-es la importancia de educar en Bolivia; educar para lo que fuera. Debemos tener una política educativa a nivel nacional que arroje recursos humanos adecuadamente formados en todas las áreas del abanico económico, político, social, cultural, científico y tecnológico del país. Es la única manera de cambiar las cosas-con mayores posibilidades de éxito-,e incluso de edificar reflexivamente el poder.

Por eso que lamento que todos los gobiernos que hemos tenido hasta el momento no hubieran priorizado la importancia de la educación en el país. Tenemos resultados dantescos al respecto: desde una cajera en el supermercado que no conoce la diferencia entre la “s” y la “c”, hasta aquellos ejecutivos que creen que matizar su discurso con palabras en inglés les confiere el sello inobjetable de ciudadano global que puede reinar en escenarios nacionales con sorna y soberbia absolutas pero también con ignorancia galopante.

Ergo, necesitamos piense y conocimiento de manera urgente. No es que menosprecie el inmenso caudal de bolivianos y bolivianas excepcionales que tenemos, pero, son excepción frente a la cantidad de ciudadanos/no ciudadanos que requieren mayor educación y conocimiento sobre áreas diversas y/o concretas. El saber debe ser universal y urgente, en todos los lugares del país. Es necesario plantearlo, es imprescindible conseguirlo.

En lo que a nuestros líderes políticos respecta y ahora que soportamos una nueva etapa preelectoral; el sentido debería estar presente no sólo en la gestión de gobierno sino también entre los que pretenden la preferencia electoral. La simple eliminación del adversario político ya no es suficiente: hay que sembrar contenido pues ir expulsando contrarios no aumenta significado a las propuestas. Estamos cansados de escuchar tanta mentira institucionalizada y tanto discurso vacuo.

Estas nuevas elecciones, después de una fase complicada de la historia reciente, nos permiten exigir la cualificación de la gestión política. Hay la necesidad de contar con liderazgos de nuevo tipo cuya finalidad prioritaria sea construir una dinámica de conjunto que nos permita, a todos, edificar país y armonía interna de manera responsable y comprometida. Sin embargo, todo esto pasa por tener recursos altamente capacitados para tal efecto, no recuas utilitarias y camaleónicas del poder que reaparecen en cada elección, arrimadas a caballo ganador.

El otro día yo sugería, en un evento dirigido a repensar el Sistema Energético Boliviano y descarbonizar nuestra economía, que seguramente contar con recursos humanos altamente capacitados en el sector podría reducir costos, conflictos y probablemente gases de efecto invernadero. En la misma línea, pienso que contar con personas capacitadas en la arena política del país reduciría, al menos, la toma de decisiones desinformadas, apresuradas y negligentes en la ruta de construir país. ¿Me equivoco?

Fuente: EL DÍA
Autora: Vesna Marinkovic