Vesna Marinkovic U. (*)

Señor Manuel Castells:

 

Lo leí siempre y lo admiré después de varios de sus textos dispersos por el mundo. Lo último que hice fue enterarme sobre su reciente participación en la conferencia “La crisis global de la democracia liberal”, en Valparaíso-Chile y me pareció interesante tener ese análisis en mi país; tan recluido en su angustia, tan explotado en su altura desde épocas de la Colonia; si usted lo recuerda. Lo que ni remotamente pensé es que una consulta mía, para que usted reeditara esta lectura en Bolivia, pudiera generar, de parte suya, una respuesta agresiva y desinformada: sobre mi persona y sobre la historia reciente de mi país.
 
No me imagine nunca, señor Castells, que una iniciativa de un grupo independiente de periodistas, que buscan el análisis y contribuir a la construcción de una sociedad más equitativa y sostenible en el planeta y en su propio país, pudiera tener la respuesta suya de: ” … no trato con golpistas”, colapsando nuestro evento programado para enero de este año.
 
Extraño, en esta línea, que dada su “impecable” posición respecto a la vida y a la política, hubiera asistido a un evento en Chile, gobernado por Sebastian Piñera, que está enfrentando movilizaciones masivas por sus políticas económicas; refrigeradas y ambientadas a la realidad chilena desde una visión de mercado empedrada de desequilibrios. Extraño, señor Castells, que en ese caso, usted hubiera podido separar la paja del trigo y, en el caso boliviano, hubiera dictaminado que no es posible el análisis y el debate porque, en su criterio, vivimos bajo el paraguas de un gobierno golpista, desde la renuncia de Evo Morales. En este marco, ¿no habría correspondido que cuando lo invitaron a Chile usted dijera: “yo no trato con neoliberales”, por las características del régimen que gobierna ese país?
 
Es incompresible su juicio sobre mi persona y por tanto déjeme decirle que usted ha cometido una calumnia y por tanto una terrible injusticia conmigo. Asumo que lo hizo arrastrado por su paradójica desinformación pero sobre todo por su soberbia que, por lo visto, enceguece tanto como el poder a los políticos. De lo contrario, habría podido enterarse que, ni de lejos, soy una “golpista”. Algo que usted, post respuesta déspota y hasta misógina, podría contundentemente confirmar a partir de mi trayectoria periodística.
 
Por lo demás, ¿no habría sido extraño, señor Castells, que una “golpista” lo invite a contextualizar temas que podrían conflictuar el “orden” de una dictadura? Por tanto, y en relación al golpe de Estado que usted señala hubo en Bolivia, sería también saludable que pudiera interiorizarse mejor sobre lo que efectivamente pasó; y, con seguridad, que también se llevará algunas sorpresas, a no ser que la idea sea mantener esa lectura porque coyunturalmente resulta algo “políticamente correcto” para su trayectoria personal y académica.
 
Por el momento y pese a todo Bolivia no está quebrada, señor Castells, y tampoco anda de parranda. Sus ciudadanos, donde me incluyo, y el país entero, merecemos el más absoluto respeto y el mayor cuidado para interpretar el momento político que atravesamos después de los casi catorce años del Gobierno del MAS que representó, no cabe duda, una de las mayores esperanzas políticas de este último tiempo y que, sin embargo, terminó seriamente deslegitimado por causas que, por hidalguía, debería indagarlas a profundidad y no solamente mediante consuetas a sueldo. No hacerlo es pecar de “imprecisión”, un valor que, en el ámbito informativo, no es considerado un error sino un delito.
 
Fue, sin duda, una desagradable sorpresa conocer la faceta íntima de la persona considerada la “vaca sagrada” de las TICS (Tecnologías de información y comunicación); faceta que, paradójicamente, devela a una persona desinformada, dentro de su propia red de información; soberbia y, repito, misógina. Como usted sostiene en alguna de sus entrevistas: “cada persona puede construir su red de redes de comunicación”, y nunca me imaginé que la suya fuera tan reducida y tan poco humana: casi una analogía con las redes frías y crueles de la tecnología en red que generan información pero no precisamente conocimiento; y, tan dentro de “sus identidades primarias históricamente construidas”, como usted mismo afirma en relación al hombre desinformado en el mundo global de hoy.
 
“Manuel Castells Oliván, nacido en Albacete, España en 1942, se exilió a Francia durante la dictadura fascista española. Estudió sociología con el prestigioso teórico Alain Touraine y a los 24 años se convirtió en el profesor más joven de la Universidad de París. En sus clases los estudiantes franceses iniciaron el mayo francés de 1968. Por ello fue expulsado del país galo y se trasladó a Estados Unidos, donde investigó las tecnologías de la información y su impacto social. Es catedrático en sociología y urbanismo en la Universidad de California en Berkeley (EE UU) y director del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)”, refiere, entre lo más destacado de su trayectoria, la periodista Laura Corcuera en un artículo dispuesto por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).
 
Sin duda, señor Castells, el párrafo que antecede es una gráfica pública del hombre célebre que usted representa ser a nivel mundial, pero, es una gráfica distante del intelectual que recibe, en privado, una consulta de una simple periodista boliviana para participar de un evento en un país del tercer mundo que tanto ha significado en la historia antigua de España, su país, y es abrupta e injustamente agredida. El objetivo de mi consulta-como seguramente es el de algunos quijotes que todavía andamos por el mundo con nuestra capacidad de asombro a cuestas-, era contribuir a buscar la ruta para “la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado”, como alguna vez tituló uno de sus libros, el cientista Norbert Lechner. De ninguna manera el objetivo fue importunarlo o “pringarlo” con la bosta golpista, como usted connota en su lacónica y desafortunada respuesta.
 
Habrá que agregar que usted fue declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz-Bolivia en 1998 y que también llegó invitado por el gobierno de Evo Morales Ayma, cuando se le entregó “El libro del Mar”; luego de ofrecer una conferencia denominada: “¿Es reversible la globalización? Probablemente ni el nivel de nuestra convocatoria ni las posibilidades económicas podrían compararse con las que le pudo ofrecer un nivel de gobierno o grupos económicamente solventes, pero, pensamos que su presencia y lectura representaban una privilegio para el ámbito académico, político y social en Bolivia; pensando, además, que el conocimiento debe ser algo universal, no algo restringido a determinado credo, raza o ideología.
 
Por supuesto que lamento su respuesta. Sin embargo, lamento aun más comprobar que la naturaleza humana sea, generalmente, una parodia, usted lo acaba de demostrar: apenas meras “estrategias fatales” que utilizan la teoría y las palabras para armar rituales mentirosos como probablemente sea la alusión al término aymara “camanchaca”, al que usted recurre cuando quiere expresar el estado de desorientación y asfixia en el que actualmente estaría América Latina  y cuya mención, al parecer, busca mostrar una compenetración profunda con los Andes, pero, cuando alguien de los Andes lo invita, usted responde desde la “altura” de su mentalidad colonial y misógina; haciendo trizas lo que escribe. Después de su respuesta, por supuesto que nunca más me gustara leer algo de usted, sentiría una especie de asfixia real; no imaginaria ni utilitaria. Atentamente.

FUENTE: EL DÍA 

(*) Periodista y abogada.