A medida que crece la demanda de gas natural para la generación de energía eléctrica en la región; Bolivia mantiene un lugar expectante, incluso a pesar de la desregulación del mercado, impuesta por Brasil, casi al terminó de su contrato de 20 años ininterrumpidos. Desregulación que, en los hechos, supone la reducción de limitaciones en el control de precios para la compra y venta de gas. 

En este nuevo escenario, es importante conocer cómo quedan las actividades de transporte y distribución del gas, sobre todo porque el Gobierno de Brasil reduce las barreras al sector, permitiendo que sean los operadores privados los que participen en el transporte, distribución y comercialización; negociando directamente con el Estado boliviano, la compra de gas natural.

Es fundamental saber si Bolivia ofrecerá una buena línea de precios o si en el marco de los cambios anunciados; terminará cediendo a las reglas de un mercado desregulado en busca de menores volúmenes de compra, menor precio y contratos de corto plazo. La “garantía” de compra-venta entre Estados a Estado a quedado desbancada pero se mantiene la “oportunidad” de negociar.

Por el momento, está claro que en el marco de un mercado libre, el precio lo fijan las compañías comercializadoras pero está claro también que el Estado boliviano mantiene sus prerrogativas dentro del mercado del gas; sobre todo porque es Brasil quien quiere comprar el combustible para un mercado que no ha dejado de necesitarlo. En la negociación, tendrá que considerarse los precios del LNG y sin duda desarrollar una estrategia inteligente en la fijación de precios. 

Algunos economistas como Joseph Stiglitz, consideran que la desregulación permite mantener la concurrencia en los mercados y garantizar que las firmas dominantes no se aprovechen de su posición cuando gozan de un monopolio natural, como fue, en efecto, el caso de Petrobras en Brasil que estaba a cargo de la distribución y comercialización del gas llegado de Bolivia.

El nuevo escenario es, no cabe duda, incierto. Por lo menos, nos ha sacado de una relativa zona de confort sujeta a un contrato de largo alcance, con volúmenes y precios establecidos. El ministro Sánchez ha señalado que el precio del gas boliviano a Brasil no tendrá modificaciones. “Los bolivianos vamos a seguir cobrando el mismo precio del gas vendido a Brasil, como hemos venido cobrando los últimos 20 años, precio calculado en base a una fórmula que está estipulada en el contrato vigente, que no cambia”, dijo.

Sin embargo, el Gobierno de Morales no ha dejado de reconocer que el precio ahora se regirá por la oferta y la demanda. La tendencia parece ser, paradójicamente, refundar monopolios privados mientras caen los monopolios estatales, en medio de un mercado libre de trabas. Sin embargo, en contra ruta, Hallal Nassim, director de estrategia e inteligencia económica de Sonatrach, de Argelia, presente en el 2º Foro Internacional Gas, Petroquímica y Combustibles Verdes, en Santa Cruz de la Sierra, dejó ver que no le ha ido mal al concentrar y ampliar las actividades vinculadas a los hidrocarburos en toda la cadena, desde el Estado: exploración, producción de petróleo y gas, refinación, distribución, comercialización, producción de fertilizantes y fosfatos, además de generación eléctrica. 

En este escenario, probablemente será clave saber quién controlará los gasoductos entre Bolivia y Brasil para saber quién detentará, en los hechos, el negocio del gas. Por el momento, la variable del millón continua siendo ampliar y garantizar las reservas de gas para que el país pueda mantenerse como un proveedor confiable de gas a nivel regional.

FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC