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POR QUÉ NO OCURRIRÁ una guerra sino-estadounidense (*)

 

Ngaire Woods (**)


EDICIÓN 66 | OCTUBRE 2018

 

La autora considera que no es inevitable una nueva guerra fría, sin embargo, se inclina por pensar que la tendencia es a construir un sistema internacional regido por cuatro potencias, a saber, Estados Unidos, China, Rusia y Alemania dominando sus respectivas regiones y buscando sacar ventaja en las negociaciones internacionales.



Se suele decir que Estados Unidos y China –superpotencias enfrentadas en lo económico, geopolítico e ideológico- se encaminan hacia una nueva guerra fría. Y la retórica (al menos desde uno de los bandos) ha llegado a recordar la del discurso de “La cortina de hierro” que diera en 1946 Winston Churchill, uno de los eventos que dieron inicio a la Guerra Fría. Este mismo mes, el Vicepresidente estadounidense Mike Pence acusó a China de prácticas económicas predatorias, agresión militar contra los Estados Unidos e intentar desacreditar al Presidente Donald Trump.

Pero a pesar del alboroto mediático, no es inevitable una nueva guerra fría, o incluso posible. Lo cierto es que los líderes chinos, temerosos de cualquier debilitamiento de la legitimidad del Partido Comunista de China, están decididos a evitar que los Estados Unidos obliguen a China a realizar cambios en su sistema político y económico. China seguirá impulsando reformas a su propio ritmo y manera. Una importante prioridad para el Presidente chino Xi Jinping es fusionar el PCC con la maquinaria de gobierno para reducir la corrupción y pulir las credenciales ideológicas del estado. Todo intento de interferir en este proceso equivaldría a cruzar una línea roja.

 

… podría ocurrir que el mundo se encamine hacia un sistema internacional regido por cuatro potencias…”




Por suerte para Xi, Trump no tiene interés alguno en “democratizar” otros países ni parece haber sido seducido por los inversionistas, financistas y titanes tecnológicos estadounidenses que desean que su gobierno presione a China para lograr mayor acceso a su economía.

No hay duda de que los aranceles aduaneros estadounidenses amenazan el 18% de las exportaciones chinas que entran a EE.UU. cada año. Sin embargo, la administración Trump tiene prioridades más urgentes que cambiar el sistema de gobierno de China, más allá de la agresiva retórica del Representante de Comercio estadounidense Robert Lighthizer y el Director del Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca, Peter Navarro. Trump necesita desesperadamente repatriar las cadenas de suministro globales y bloquear o limitar las importaciones. “Hacer a Estados Unidos grande otra vez” en realidad significa volver a fabricar en Estados Unidos.

Aun así, incluso si el enfrentamiento entre EE.UU. y China no evoluciona hacia una nueva guerra fría, podría debilitar a ambos países y dar paso a un mundo más multipolar. Al interior de China, las bravatas retóricas, aranceles aduaneros y sanciones de Estados Unidos pueden estar fortaleciendo a los críticos locales de Xi. Y no es de mucha ayuda el que China cuente con opciones limitadas para tomar represalias. Es verdad que podría vender parte de su $1 billón en reservas de dólares estadounidenses, pero eso debilitaría el valor de los bonos del Tesoro de EE.UU. que sigan en su poder.

Dentro de Estados Unidos, la decisión de Trump de aplicar amplias tarifas aduaneras a las importaciones ha sido descrita por un representante de la industria como “la ley de comercio más autodestructiva que he visto nunca”. Y la renegociación por parte del gobierno del Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio -que incluye una cláusula para evitar que Canadá o México negocien con China- ha causado un desdén similar. Son políticas que amenazan con destruir empleos en EE.UU. y distanciar a sus aliados, varios de los cuales yase están alejando.

De hecho, las posturas del tipo “Estados Unidos primero” se han ido traduciendo cada vez más en “Estados Unidos solo”. Estados Unidos es hoy una minoría de uno en el G7, el G20 y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Después de que Trump ordenara el retiro de EE.UU. de la Asociación Transpacífico (TPP), las partes restantes siguieron avanzando. Lejos de fijar los términos del debate sobre asuntos internacionales, la administración Trump ha convencido a otros países a reducir su dependencia en el liderazgo estadounidense.

La elusión generalizada a Estados Unidos acelerará el surgimiento de un nuevo orden multipolar. Por ejemplo, al retirarse del acuerdo nuclear con Irán, Trump ha desafiado en esencia al Reino Unido, Francia, Alemania, China, Rusia y la Unión Europea a desafiar las prerrogativas estadounidenses.

Por ahora, los países que dependen del petróleo iraní no tienen más opción que seguir el baile que les impone Estados Unidos. Como la mayoría de los bienes comercializados, las exportaciones petroleras se pagan en dólares -principalmente mediante la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés)- y Estados Unidos tiene la potestad de cancelar esas transacciones. La mayoría de las compañías y países han llegado a la conclusión de que hacer negocios con Irán no merece la pena frente a perder acceso al mercado estadounidense y el sistema de pagos internacionales en dólares.

Pero podría ocurrir que en el futuro no sea necesario hacer esos sacrificios. El 21 de agosto, el ministro alemán de exteriores, Heiko Maas, hizo un llamado a Europa a crear canales de pagos independientes de los de Estados Unidos. Y al mes siguiente, el jefe de política exterior de la UE anunció planes de formar un “vehículo para propósitos especiales” que “ayude y reafirme a los operadores económicos que realizan negocios legítimos con Irán”.

Mientras tanto, Rusia ha dicho que está desarrollando su propio sistema de transferencias financieras, como protección para el caso de expulsión del sistema SWIFT en caso de sanciones más estrictas de los Estados Unidos. Y China ha estado impulsando un proyecto similar al menos desde 2015, cuando el Banco Popular de China lanzó un sistema para facilitar transacciones transfronterizas en renminbi.

Ninguno de estos sistemas puede competir todavía con la conveniencia del sistema SWIFT y la denominación en dólares estadounidenses. Pero si llegara a consolidarse un nuevo sistema, podría despojar rápidamente a Estados Unidos del poder que tiene en la actualidad.

Más que una guerra fría, bien podría ocurrir que el mundo se encamine hacia un sistema internacional regido por cuatro potencias, a saber, Estados Unidos, China, Rusia y Alemania dominando sus respectivas regiones y buscando sacar ventaja en las negociaciones internacionales. Es un escenario reminiscente de la visión de la Segunda Guerra Mundial del Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, que propusiera que los cuatro aliados victoriosos (EE.UU., Reino Unido, China y la Unión Soviética) actuaran como “Cuatro policías”, cada uno encargado de patrullar su propia esfera de influencia y de negociar con los otros en un ambiente de paz mundial.

Hoy, aproximaciones a las mismas cuatro potencias una vez más lideran las perspectivas, solo que contamos con instituciones internacionales más sólidas para ayudar a mantener la paz. Esto dependerá de la voluntad de las cuatro potencias a usar y adaptar tales instituciones al sistema internacional emergente,

 

“…han llegado a la conclusión de que hacer negocios con Irán no merece la pena frente a perder acceso al mercado estadounidense…”




(*) https://www.project-syndicate.org/commentary/why-no-new-cold-war-by-ngaire-woods-2018-10/spanish 

(**)Es decana fundadora de la Escuela de Gobierno Blavatnik de la Universidad de Oxford.