La construcción de un paradigma energético, dentro de un plan integral que nos conduzca a la construcción de un planeta mejor, se presenta como un nuevo reto en tiempos de las energías verdes…###

¿UN CONTRATO SOCIAL para lograr un paradigma energético limpio?

 

EDICIÓN-64 | AGOSTO 2018

Vesna Marinkovic U.

 

La construcción de un paradigma energético, dentro de un plan integral que nos conduzca a la construcción de un planeta mejor, se presenta como un nuevo reto en tiempos de las energías verdes…


Hasta el 2030 debemos tener claro qué tipo de matriz energética posibilitará un planeta limpio, dijo Alan Bojanic, representante de la FAO para Brasil y América Latina, en su disertación durante el 1er Foro Internacional del Gas Petroquímica y Combustibles Verdes Bolivia 2018, realizado a fines de agosto en Santa Cruz de la Sierra.

Agregó que es fundamental preguntarse si la matriz energética que vayamos a utilizar podrá sustentar las “aspiraciones” de contar con un planeta libre de pobreza, que crezca económicamente, que tenga servicios básicos de calidad en materia de salud y, entre otros, de educación y que en esta línea se enmarque en los 17 objetivos de desarrollo sustentable propuestos por Naciones Unidas.

Para Bojanic, esto tiene que ver con la forma de cómo hacer la transición hacia una nueva matriz energética más limpia que posibilite estas aspiraciones a partir de incentivos, instrumentos, políticas y compromisos entre la sociedad civil y el Estado. Esto supondría un contrato social dirigido a construir un paradigma energético dentro de un plan integral que conduzca a la construcción de un planeta mejor.

SEGURIDADES

Para ello dijo que era fundamental lograr una articulación entre la seguridad alimentaria, hídrica, ambiental y energética como el marco propicio para encarar una acción favorable hacia la transición. Dejó claro que no se puede pensar solamente desde uno de estos ángulos como, por ejemplo, la seguridad alimentaria en su vinculación con la producción de biocombustibles.

Considera que esto pasa por garantizar, a partir de una matriz energética limpia, una población con alimentos; agua, recursos naturales y energía en forma sostenible y sustentable. En este marco, dijo que los biocombustibles representaba una alternativa importante.

Sin embargo, reconoció que se trata de una opción compleja aunque bien manejada puede tener resultados significativos en materia de garantizar un mejor acceso a la energía y, sobre todo, en forma más limpia, a tiempo de dinamizar el desarrollo económico.

BIOCOMBUSTIBLES Y DESARROLLO RURAL

Fue enfático al señalar que los biocombustibles pueden ser muy importantes para el desarrollo rural sostenible toda vez que pueden mejorar las condiciones de vida de la pobladores del campo y promover su crecimiento, especialmente en un país como Bolivia que presenta una extensa población rural.

Aclaro que no se puede decir que las bioenergías “per se” sean buenas o males y agregó que todo depende de cómo se las lleva adelante. Es decir, desarrollando practicas agrícolas industriales sostenibles y aprovechando su enorme potencial para un desarrollo razonable y la mitigación del cambio climático.

“Para aprovecharlas necesitamos este enfoque de políticas articuladas entre si, una comprensión de las oportunidades, riesgos, sinergias y las compensaciones asociadas”, dijo exhortando a reconocer cuál debería ser el entorno de política y sobre todo el escenario de política institucional para promoverlos y llevarlos adelante”.

Destacó que para ello era primordial alcanzar buenas prácticas de inversiones, mensajes claros y mercadeo, así como acompañar en el tiempo los impactos a través de un monitoreo ambiental permanente.

BIOCOMBUSTIBLES Y TIERRAS

Reconociendo que existen tres tipos de biocombustibles y cada uno con una necesidad diferente en materia de demanda de espacio, aseguró que al momento la tierra utilizada por los biocombustibles no representa ni un 6% de las áreas ocupadas en el mundo y que en lo que respecta a Bolivia se trata de un país que tiene un gran potencial en materia de tierras disponibles.

Sin embargo, dijo que especialmente los combustibles de tercera generación no compiten por tierra. De esta forma, acotó que si bien los biocombustibles están tomando cuerpo, no representan ni un 6% de las áreas ocupadas en el mundo y que en Bolivia se estaría hablando apenas de 150 hectáreas lo cual haría impensable el desplazamiento de cultivos para alimentación por parte de los biocombustibles.

“Lo importante a considerar es que una proyección hacia el 2100 se cuestiona qué va a pasar con las energías renovables, si vamos a tener un gran aumento en la demanda de energía y tenemos un papel declinante del petróleo”, dijo instando a tomar partido por una visión sostenible al respecto más allá de que pese a una natural declinación de los combustibles fósiles, habrá petróleo para rato. Acotó que hasta el 2050 más del 50% de la energía del mundo será fósil aunque con una tendencia a la baja.

En este marco, destacó que el gran reto pasa por una mejor utilización principalmente de tierras degradadas, para ser incorporadas a la producción agrícola, y de esa forma incrementar el cultivo vertical y aprovechar los efectos multiplicadores de los biocombustibles, en la línea de promover su utilización. Con todo, instó a observar cuidadosamente el aumento de tierras para la producción de biocombustibles y evitar conflictos con la seguridad alimentaria.


“…se está hablando de 150 hectáreas que no podrían desplazar cultivos de alimentación…”