No está siendo fácil clasificar el mundo de este siglo XXI: tiene algo de nuevo pero demasiado de tiempos pasados. Trataré de explicarme, en párrafos. El Estado no ha muerto, pero tampoco el mercado, es más, este último mantiene su hegemonía en el escenario mundial al punto que permite decir, por lo menos hasta inicios de este año, que la globalización goza de buena salud, en criterio de Jim O'Neill,  expresidente de Golman Sachs.

En la postura norteamericana de los tiempos de Trump, hay un fortalecimiento del Estado proteccionista, pero de ninguna manera es una ruptura con la mano invisible del mercado. En la China de Xin Jimping, se ha pasado del Estado planificador a lo que para muchos es un capitalismo salvaje; centrado en el mercado. En el fondo, se trataría de un “juego de tronos”, bajo el paraguas del comercio mundial.

Para Jim O´Neill los desconcertantes hechos políticos en Estados Unidos y el Reino Unido podrían llevar a pensar que una economía mundial ya en problemas atravesará por más dificultades en el futuro cercano. Pero, afirma, que a medida que avanza 2017, la evidencia cíclica en verdad sugiere lo contrario.  Precisa que de acuerdo a seis indicadores usuales-como las peticiones de seguro de desempleo en Estados Unidos-, existiría un “pantallazo confiable” sobre la economía global en los próximos seis meses, lo que en su criterio estaría hablando de “la sorprendente resiliencia de la economía global”.

Otro indicador serían los datos comerciales de Corea del Sur que estarían sugiriendo, que “a la globalización todavía le queda vida, y que el 2017 ha tenido un comienzo decente”, especialmente si se atiende el crecimiento de las exportaciones en este país. Asegura O´Neill que “salvo que se produzca el peor escenario en la administración Trump, es posible que la desaceleración en el comercio global en los últimos años resulte un fenómeno temporario”.

Es más, se anima a decir que “puede haber sido un incidente singular que reflejó una variedad de factores, entre ellos la crisis del euro, una debilidad económica continua en muchos países europeos, la marcada caída de los precios de las materias primas, las desaceleraciones espectaculares en Brasil, Rusia y otras economías emergentes, y las regulaciones más ajustadas para los bancos internacionales, que podrían haber entorpecido las finanzas comerciales”.

De manera que si la globalización es, como dicen, un proceso hacia más economía y más sociedad, y menos gobierno del Estado, la tendencia mundial parece que no ha dejado de avanzar en esa dirección, pese a la decantada crisis de la globalización. China es un buen ejemplo de ello: está lejos del “socialismo con características chinas” y el poder del Estado planificador se encuentra subsidiarizado por el mercado.

Hay quienes piensan que “los esfuerzos de China para modernizarse han producido algo muy diferente del paraíso de los trabajadores”, y que habría terminado en una “kleptocracia incipiente, caracterizada por la corrupción endémica, la creciente desigualdad de ingresos y las crecientes tensiones sociales”. En esta condición hay mucho de viejo.

Minxin Pei en su libro China´s crony capitalism sostiene que este tipo de capitalismo ha posibilitado una ominosa connivencia entre las élites generando un mercado ilícito de poder dentro del partido-estado, en el que los sobornos serían moneda corriente, creando situaciones de criminalidad y privilegios que estarían complicando el fortalecimiento democrático e incluso socavando las bases del actual gobierno de Xi Jimping. Si esto lograra socavar el actual régimen chino, habría, sin duda, algo nuevo.

FUENTE: EL DIA

AUTORA: VESNA MARINKOVIC