La comercialización del “agua virtual” no es aún parte del debate en Bolivia.

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ANOTE: Bolivia no debate aún COMERCIALIZACIÓN DEL “AGUA VIRTUAL”

La comercialización del “agua virtual” no es aún parte del debate en Bolivia. Sin embargo, instituciones vinculadas principalmente a la actividad agropecuaria como la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la Gobernación de Santa Cruz, asumen la problemática como un tema gravitante para el sector y para el conjunto del país.

 

Vesna Marinkovic U.

 

La compra de productos que aparentemente no tienen nada que ver con el agua pero que son portadores de agua; tal el caso de la soya, los embutidos de carne y productos de la industria farmacéutica, por ejemplo, han puesto al sector en situación de alerta afirmando que es urgente contar con políticas de Estado que permitan la consideración de estos y otros temas que tienen que ver con el consumo y la gestión del agua en Bolivia.

 

Si bien los estudiosos del enfoque sostienen que este comercio se incrementará en el futuro de la mano de una demanda creciente, paralela al agotamiento y contaminación de los recursos; el agua virtual, que no se refiere al líquido que bebemos y usamos directamente en nuestras casas, pero sí al agua que ha sido usada para producir los alimentos y otras mercancías que consumimos (Begazo: 2009), ha comenzado a generar debate principalmente en países que tienen déficits crónicos de agua.

 

Según el portal Agroavances, un caso concreto de comercialización de agua virtual lo encontramos en la importación de soya que ha comenzado a realizar China de Estados Unidos, después de que en 2015 reportara el consumo de 152 millones de toneladas de este producto, en detrimento de sus recursos hídricos. En esta dirección, los países que consideran que algunos productos le significan excesivo consumo de agua, están efectivizando el comercio del agua virtual, graficando un negocio que, al parecer, está en ascenso y que tiene, además, la peculiaridad de haber identificado las regiones con mayor agua del planeta.

 

Begazo dice que si un país exportara un producto que exigiera mucha agua virtual para su producción, sería equivalente a que estuviera exportando agua o comercializando “agua virtual”, eximiéndole de utilizar líquido nacional para obtener ese producto y dedicarlo a otros fines como podría ser la generación de energía.

 

LA HUELLA HÍDRICA

 

“El agua virtual es una herramienta esencial para calcular el uso real del agua de un país o su huella hídrica (water footprint), equivalente al total de la suma del consumo doméstico y la im - portación de agua virtual del país, me - nos la exportación de su agua virtual. La huella hídrica de una nación es un indicador útil de la demanda del país respecto a los recursos hídricos del planeta”, remarca este autor que señala la importancia de este intercambio en un mundo que ha comenzado a sentir reducciones drásticas a nivel de este líquido elemento.

 

 

Según Begazo, el comercio de agua virtual puede permitir a los países de escasos recursos hídricos evitar lo que hasta hace muy poco se consideraba una probable e inminente crisis. Agrega que la única condición requerida es que esos países tengan un alto nivel económico que les permita comprar en los mercados internacionales los alimentos portadores de agua virtual. Esos productos son principalmente los alimentos básicos (como los cereales, el arroz o los forrajes) cuyo valor por tonelada (o metro cúbico de agua virtual) es bastante bajo.

 

Desde esta óptica, la importación de agua virtual está facilitando que los países pobres en recursos hídricos consigan seguridad alimentaria e hidrológica; permitiendo que, de este modo, puedan destinar sus limitados recursos hídricos a fines más lucrativos, como pueden ser el turismo, la industria, el abastecimiento urbano o la producción de cosechas de alto valor. El tema plantea un escenario del que ya no es posible abstraerse y que con seguridad amerita mayor atención

 

DESDE SANTA CRUZ

 

Edilberto Osinaga, Luis Alberto Alpire y Gary Rodríguez evaluaron esta situación desde la institucionalidad que representan, reconociendo que si bien el tema aun no es parte del debate institucional en el país, sí está vinculado estrechamente al sector agropecuario como al conjunto de la sociedad.

 

En esta línea, el gerente general de la CAO, Edilberto Osinaga, mencionó la importancia de la planificación y de políticas de gestión del agua, para apuntalar no sólo el sector agropecuario sino el desarrollo integral del país.

 

Pasó revista a temas como la tecnificación del riego en el sector agropecuario; el riego a través de la perforación; el manejo de cuencas y; la cosecha de agua, para mostrar un sector interesado en incorporar la tecnología y mejorar su gestión, más allá de su dependencia de los ciclos lluviosos.

 

Mencionó el caso de Perú que a partir de un manejo estratégico de sus recursos hídricos se ha convetido en el primer exportador de espárragos, producidos en las alturas desérticas, con el sistema de cosecha de agua, recalando en la importancia de la planificación.

 

Los tres coincidieron en que practicamente todos los productos agropecuarios contienen agua; aunque algunos como la leche, por ejemplo, sería uno de los productos que pasa por un gran consumo de agua, hasta el momento final de su comercialización. Citó a la caña de azúcar como otro de los productos demandantes de importantes cantidades de agua junto al arroz, a diferencia de la soya.

 

ÁREAS PROTEGIDAS

 

Luis Alberto Alpire, secretario de desarrollo productivo de la Gobernación de Santa Cruz, incidió en el rol que juegan las áreas protegidas para la disponibilidad de agua. “Santa Cruz es un departamento que tiene importante riqueza en esos términos, del cien por ciento del territorio del departamento, el treinta y seis por ciento son áreas protegidas. Ellas son las que generan esos servicios ambientales de lluvia, humedad y agua, precisamente, como sostén o como soporte para que este departamento produzca alimentos”, indicó.

 

“La condición de producir alimentos está casada con el mantenimiento de nuestras áreas protegidas, de nuestras reservas forestales porque son los que generan esos servicios ambientales para que este departamento produzca más del 70 por ciento de los alimentos que consumen los bolivianos”, dijo insistiendo en la importancia de cuidar las áreas protegidas.

 

Mencionó, en esta dirección, la afectación producida por la falta de lluvias en la represa de Comarapa, generando gravísimos problemas al sector agrícola y pecuario del departamento de Santa Cruz, exhortando a tomar medidas preventivas alrededor del cuidado de los parques nacionales, remarcando que no existe una política que permita contar con los recursos suficientes para administrar adecuadamente las áreas protegidas en el país.

 

PRODUCCIÓN ECONÓMICAMENTE VIABLE

 

El gerente general del IBCE, Gary Rodríguez ponderó la atención sobre la comercializacion del agua virtual, un tema que, en su criterio, está siendo atendido por organismos internacionales como la FAO, en función de la preocupación que existe por el cambio climático, la huella hídrica por país y, sobre aquellos productos agrícolas que consumen mayor cantidad de agua en su producción.

 

Considera que el mundo está frente al desafío de comenzar a considerar su derrotero, a partir de un uso racional del agua en materia de producción de alimentos, generación de energía y uso cotidianos.

 

“Nosotros en el IBCE hemos incorporado dentro de nuestro estatuto este concepto, apoyamos la producción económicamente viable, ambientalmente sostenible y socialmente responsable, porque esta es la forma correcta de hacer las cosas, y cuando hablamos de sostenibilidad, estamos hablando no solamente de la tierra, estamos hablando de recursos como el agua, los bosques etcétera”, dijo.

 

Rodríguez alertó sobre la urgencia de considerar una gestión responsable del recurso agua en el país, recordando proyecciones preocupantes que señalaban que para el 2030 los glaciares o las nieves eternas iban a desaparecer en las cordillera; que Tarija perdería definitivamente sus viñedos; que el Beni terminaría irremediablemente inundado, al extremo que la ganadería tendría que trasladarse hacia Pando; y en relación a Santa Cruz, dijo que sufriría cambios drásticos en su matriz productiva y el retorno de inundaciones.

 

Concluyó señalando que “lo peor no está pasando todavía; que falte agua en las ciudades se puede resolver, el problema es que el día de mañana falte agua para producir alimentos, sabiendo que el 70 por ciento del agua dulce se utiliza para este fin.” Considera que frente al inexorable cambio climático- la biotecnología podía ayudar con cultivos agrícolas que aprovechen mejor el agua que escasea en épocas de sequía, como ocurrió el año pasado.

 

La condición de producir alimentos está casada con el mantenimiento de nuestras áreas protegidas, de nuestras reservas forestales…”