Bolivia y Brasil han trazado en noviembre de este año un nuevo marco de entendimiento en su dinámica de integración energética, con el gas de fondo y las hidroeléctricas como flamante desafío en la ruta bilateral de ambos países. Tres lineamientos se definieron en ese acuerdo: el futuro del acuerdo del gas, la exportación de gas natural dedicado a la producción de energía eléctrica en territorio brasilero y la construcción de centrales hidroeléctricas para la exportación del excedente al mercado brasilero.

Según Nivalde de Castro, profesor del Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y coordinador del Grupo de Estudios del Sector Eléctrico de la UFRRJ (GESEL-UFRJ), el primer lineamiento es “el más tradicional” por tratarse de un acuerdo que viabilizó la construcción del gasoducto y la exportación de gas natural para Brasil, cuyos principales contratos terminan en 2021.

En un artículo escrito junto a Paola Dorado, de Castro señala que para Bolivia la renovación de estos contratos es crucial, pues la demanda de gas del mercado brasilero se convirtió en la principal fuente de ingresos en divisas extranjeras para la economía boliviana. “Por otro lado, el gas boliviano representa cerca del 30% del consumo de este combustible en el Brasil”, sostiene en un artículo difundido por ENERGÍABolivia.
En este marco, consideran que el acuerdo firmado entre YPFB y Petrobras, que permitirá inversiones de US$1,2 billones en la prospección de nuevos pozos de gas natural, es una señal inequívoca de que las relaciones económicas y energéticas entre ambos países serán mantenidas.

El segundo aspecto mencionado por de Castro y Dorado es el vinculado a una estrategia que busca invertir en la producción de energía eléctrica en territorio brasilero a través de centrales termoeléctricas usando el gas natural boliviano; y el tercer vector destacado por ellos es un campo todavía no explorado, dicen, aunque aseguran que es el más promisor y es el de la hidroelectricidad, en atención a lo que sería el potencial de Bolivia, treinta veces mayor que su capacidad instalada actual (40GW de potencial y 1,4 GW de capacidad instalada).

Esta circunstancia les permite referir un “excedente estructural” de energía que podría ser utilizado para traer beneficios al desarrollo económico y social del país. “El primer paso decisivo para la integración entre ambos países con base en centrales hidroeléctricas-la fuente más barata, limpia y sustentable de generación-será la construcción de una central hidroeléctrica binacional en la frontera definida por el río Madera con una capacidad estimada de más de 3000 MW, es decir, el doble de la capacidad instalada actual de Bolivia”, señalan.

Aseguran, los articulistas, que en este sentido el Ministerio de Hidrocarburos de Bolivia junto al cuerpo técnico de ENDE y del CNDC, están elaborando un estudio consistente para el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico, estructurando un programa de planificación que permitirá la construcción de otras centrales hidroeléctricas como El Bala, Rositas y Cachuela Esperanza, siendo el Brasil el principal mercado de importación de energía.

Aseguran que esta decisión y estrategia se fundamenta en razones evidentemente económicas. “Frente a los otros países de la región, el Brasil es el mercado de energía eléctrica más grande y con reglas de comercialización consistentes”, agregan al destacar que cada año la economía brasilera necesita de más de 6.000 MW de nuevas centrales de generación mientras que la venta de energía eléctrica en el mercado brasilero es realizada a través de contratos de 30 años de duración en un sistema análogo al take or pay.

Ambos coinciden en señalar que “estas dos condiciones muestran claramente el acierto de la planificación boliviana en centrar y priorizar la relación de integración con Brasil”.

Tanto funcionarios del gobierno boliviano como del Brasil destacaron que el acuerdo del pasado 7 de noviembre abrió una nueva etapa en las relaciones políticas y diplomáticas entre ambos países, asentadas en bases económicas, e inmediatamente después de que en la 51ª Reunión de la CIER-BOCIER en Bolivia, se señalara que la integración energética en la región ha tenido una trayectoria “lenta”.

FUENTE: EL DIA

AUTORA: VESNA MARINKOVIC