Un aspecto común en la región es la tendencia a priorizar el desarrollo de las áreas urbanas frente a las rurales, así como acreedores multilaterales con mayores tasas de interés.

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América Latina: una región con ACCESO EXIGUO AL AGUA

Un aspecto común en la región es la tendencia a priorizar el desarrollo de las áreas urbanas frente a las rurales, así como acreedores multilaterales con mayores tasas de interés. Esta situación estaría ralentizando las opciones de una dinámica más efectiva de mayor y mejor acceso al agua potable y saneamiento.

 

ENERGÍABolivia

 

En América Latina mucha gente todavía se para frente a una pila de agua para esperar que ocurra el milagro de ver salir el líquido elemento en condiciones de potabilidad, después de varios kilómetros de caminata o de horas de espera. Pero los milagros entre la gente pobre también se han vuelto escasos y este recurso es generalmente insignificante o insalubre.

 

En términos académicos se podría decir que la región es la mejor expresión de la modernidad inconclusa; para algunos, incluso, fracasada. Pese a ser un continente plagado de recursos naturales como el agua, precisamente, sus niveles de acceso todavía son insuficientes; en algunos casos a “goteo” y en otros simplemente “inexistente”, en plena era digital y desarrollo tecnológico.

 

En muchos casos el continente alberga espacios de territorio donde la modernidad ni siquiera es fragmentada, simplemente no ha llegado. Más aun, acarreanlas desventajas provenientes de la modernización galopante de otras latitudes y se expresa silenciosamente en la contaminación de sus ríos, lagos y lagunas.

 

PROGRESOS QUE NO SON TANTO

 

Según organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), desde el año 2000 ha habido progresos significativos en la región a nivel de la cobertura de los servicios de agua y saneamiento como resultado del aumento de la inversión en infraestructura, y refieren que la calidad de vida de la mayoría de la población urbana en la región ha mejorado.

 

Pese a estos progresos, reconocen que 31.000.000 de personas-20.000.000 de las cuales residen en el área rural-, aún no cuentan con acceso a sistemas públicos o colectivos de agua. En el documento denominado “El futuro de los servicios de agua y saneamiento en América Latina”, se refiere que en materia de servicios de saneamiento, 107.000.000 de habitantes todavía no disponen de instalaciones de saneamiento mejorado, de los cuales 45.000.000 habitan en el área rural.

 

“Según los datos disponibles, en 2015 un total de 19.000.000 de personas defecaban al aire libre, la mayor parte en áreas rurales dispersas situadas principalmente en Bolivia, Brasil, Colombia, Perú y Venezuela”, indica y acota que, sin embargo, ha habido avances respecto a los Objetivos del Milenio (ODM), propuestos por Naciones Unidas, en cuanto al acceso a fuentes mejoradas de agua y a instalaciones de saneamiento mejoradas.

 

 

PARADOJAS TRILLADAS

 

La paradoja es que la región es riquísima en recursos hídricos renovables. Su extensión ha sido estimada en 13.555 km3 y solo Brasil ocupa la quinta parte de los recursos hídricos del planeta. Sin embargo, los estudios al respecto señalan que la oferta natural de agua se distribuye de manera desigual en espacio y tiempo por factores que tienen que ver con una deficiente planificación, infraestructura nula o insuficiente y, como siempre, una escasa inversión.

 

Más allá de las cifras provistas por los organismos internacionales que hablan de mayores accesos a fuentes mejoradas de agua en la región, lo que se ve y se anota es que la gente todavía demanda un servicio permanente que le brinde agua de manera diaria, continua y expedita en su vivienda o dentro de sus comunidades, y que además esta sea potable y cuente con un sistema de saneamiento básico. En pleno siglo XXI esto continua siendo aun una quimera para miles de personas en la región.

 

BASTAS ZONAS RURALES

 

Según los organismos internacionales como la CAF y el BID, uno de los problemas que agudiza esta situación es que América Latina sigue siendo una región con grandes zonas rurales dispersas donde habita más del 20% de su población, con difíciles niveles de accesibilidad.

 

Por tanto, aseguran que llegar a ellas con servicios básicos implica un mayor despliegue de esfuerzos en cuanto a financiamiento y definición de estrategias de intervención y resaltan que en estas condiciones, los países de América Latina necesitarán asignar recursos de origen fiscal para cumplir con las nuevas metas de desarrollo sostenible.

 

Afirman que de los 34 millones de personas que aún no contaban con acceso a fuentes mejoradas de agua el año 2015, 21 millones vivían en el área rural. Acotan que en el caso del saneamiento, 106 millones de personas aún no disponen de instalaciones de saneamiento mejorado y, de ellas, 46 millones se encuentran en territorios rurales.

 

La CAF afirma que aunque la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe han cumplido con las metas del milenio para agua y saneamiento, la población rural aún se encuentra en desventaja en materia de acceso a servicios con relación a la población urbana (PCM, 2015) pese al esfuerzo realizado por los países en el período 1990-2015.

 

LA NUEVA RURALIDAD EN LA REGIÓN

 

Refiere que los cambios sociales y políticos ocurridos en el área rural a partir de los años ochenta en la región, han llevado a los investigadores y académicos a proponer el concepto de la “nueva ruralidad” que tendría características propias en cada país, como ilustran los casos de Colombia, el Estado Plurinacional de Bolivia y Perú.

 

…20.000.000 de personas en el área rural, aún no cuentan con acceso a sistemas públicos o colectivos de agua”

 


Desde esta lectura, un incremento sustantivo de las carreteras, los caminos rurales y los medios de comunicación (teléfonos, celulares, internet), habrían modificado de manera relativa las características de lo que actualmente se denomina espacio rural.

 

En esta dinámica, Bolivia ocuparía un lugar paradigmático debido al aumento de caminos rurales y carreteras, ligados con procesos de migración del campo a la ciudad y los cambios en la ocupación de la población económicamente activa y las fuentes de ingresos de las familias rurales, que habrían transformado algunas características fundamentales de la ruralidad.

 

Tanto el BID como la CAF coinciden en que en términos generales, la población rural boliviana ha variado según sus regiones geográficas: entre 1976 y 1992 registró una disminución mayor en la región del altiplano (bajó de un 30 % a un 19 %) que en las regiones de los valles y de los llanos (en la primera pasó de un 18 % a 15 % y en la segunda de 9,8% a 7,8%).

 

De esta forma destacan que “la tradicional relación entre el campo y la ciudad se ha modificado sustancialmente en las tres últimas décadas”. Precisan que, en términos generales, se ha producido el tránsito desde un modelo de sociedad agraria organizada alrededor de las actividades primarias aisladas hacia otro de una sociedad rural más diversificada y conectada, cuyo desempeño estaría más articulado con el entorno y el mercado urbano aun cuando los temas de la pobreza rural (AECID, 2013) y la inequidad se mantienen en el área rural.

 

El documento de la CAF denominado Agua Rural resalta que en estas condiciones se habría “sub- estimado lo rural” al identificar a América Latina como un continente muy urbanizado, lo cual afectaría muchas decisiones de las políticas públicas y de la asistencia internacional.

 

…nada mejor que América Latina para graficar que somos parte de una situación de tránsito...”

 


“El conjunto de datos que elaboran los sistemas estadísticos y, en consecuencia, los indicadores socioeconómicos que se construyen con ellos se basarían en una excesiva simplificación de los patrones actuales de ocupación del espacio. El efecto inmediato sería que no se están dando respuestas adecuadas en la formulación y monitoreo de políticas de desarrollo rural, ni en la gestión y asignación de recursos económicos”, dice el documento.

 

En esta línea estima que en 2030 algunos países tendrán una población rural superior al 30% lo que estaría obligando a los Estados a adoptar nuevos modelos de servicios que tengan en cuenta a la población dispersa y más vulnerable, a las comunidades nativas y los hogares más pobres, que deben tener acceso al agua potable y saneamiento como parte de un derecho humano.

 

ESTADO ACTUAL

 

Por el momento, los principales problemas alrededor del acceso al agua potable y saneamiento en América Latina y principalmente en las áreas rurales tiene que ver con una asistencia técnica poco planificada, con inversiones reducidas y escasas posibilidades de acceso a tecnología de punta, más allá de los problemas de infraestructura referidos que habrían estado siendo resueltos de manera paulatina en gran parte de los países de la región, pero, manteniendo en todos ellos el rótulo de insuficiente.

 

Un aspecto común en la región es la tendencia a priorizar el desarrollo de las áreas urbanas frente a las rurales tanto como acreedores multilaterales con mayores tasas de interés y menos condiciones, lo que según expertos ralentiza las opciones de una dinámica más efectiva de mayor y mejor acceso al agua y saneamiento. En términos generales queda claro, sin embargo, que en plena era de la globalización “las fronteras de los mercados y el tránsito de las personas, son cada vez menos restrictivos”, incluso en las áreas rurales de la región.

 

En esta línea, la manera como se han ido transformando las relaciones campo-ciudad habrían dado lugar a lo que la CAF y el BID califican como la “nueva ruralidad” que habla de “cambios de estado”; ya aludidos por Néstor García Canclini en la década de los 90 cuando decía que nada mejor que América Latina para graficar que somos parte de una situación de tránsito en la que nunca se clausura la incertidumbre de lo que significa ser moderno.

 

...Bolivia ocuparía un lugar paradigmático debido al aumento de caminos rurales y carreteras...”