La investigación en materia de energías renovables en Bolivia recién empieza a despegar, según Miguel Fernández, director de ENERGÉTICA, una ONG dedicada al desarrollo de la energía en este campo que busca cobrar mayor visibilidad, al amparo de la crisis de los precios del petróleo.

Él considera que si bien hay iniciativas en diferentes centros de investigación, las mismas aún no se encuentran en línea con las demandas que se están dando en el país.

Afirma que las investigaciones son “teóricas”, o que las mismas son definitivamente “básicas” en el sentido de plantear soluciones pequeñas de baja potencia y funcionamiento aislado, aunque reconoce que el área solar tiene un desarrollo mayor en todos los sentidos frente a la eólica o la biomasa.

Por otro lado, destaca un lado ignorado de las energías renovables como es la compra de este tipo de tecnología, sin los controles de calidad necesarios. Refiere que por falta de una adecuada normativa al respecto esta situación se traduce, en muchos casos, en un problema a la hora de la puesta en marcha de los equipos

“En principio los pliegos de licitación y las bases técnicas para la compra de estas tecnologías incorporan especificaciones, exigen certificaciones y el cumplimiento de estándares internacionales. Si se realiza la compra cumpliendo con todos estos requisitos, al menos documentalmente, la calidad está garantizada. Ahora bien, los mecanismos para verificar en campo que esos requisitos de calidad se cumplan aún no existen en el país”, precisó Fernández.

Considera que, en este marco, sería útil exigir la certificación, por ejemplo, a nivel de la potencia real de los generadores solares a fin de evitar controversias como se han presentado en diferentes partes del mundo a la hora de instalar equipos fotovoltaicos en campo y detectar una menor potencia generada en MW, lo que sin duda está hablando de una falta de institucionalidad para enfrentar este tipo de situaciones a nivel nacional.

Con todo, en materia del desarrollo de las energías renovables en el país, prevé inversiones para el 2016 de aproximadamente 121 millones de dólares para la planta solar de Uyuni (60 MW) y Laguna Colorada (5MW), además de inversiones que ya estarían corriendo para la construcción de centrales hidroeléctricas como San José y Misicuni.

Según Fernández, la cartera de proyectos al 2020 muestra que las inversiones podrían alcanzar a cerca de 600 millones de dólares en plantas eólicas, solares y de geotermia para generar alrededor de 400 MW. Sin embargo, remarca que en todos estos casos no se considera inversiones en grandes centrales hidroeléctricas, un eje además inexcusable en las relaciones entre Bolivia y Brasil. Por tanto, las inversiones, si bien han incrementado, no contemplan al momento hidroeléctricas binacionales como la del Río Madera que tendría una potencia de 3.000 megavatios (MW) y Cachuela Esperanza con una potencia estimada de entre 600 y 900 MW, que están en la fase de estudios de prefactibilidad.

Con todo, la lectura de Fernández remarca que en América Latina y el Caribe existe un claro crecimiento de la inversión en energías renovables y que según la UNEP se estima que la inversión en 2015 fue de 9.300 millones de dólares en la región, mientras que el 2014 la inversión fue de 7.000 millones y en 2013 de 6.100 millones de dólares, mostrando un crecimiento sostenido de las inversiones en este campo cuyo costo en tecnología, principalmente, no le ha permitido hasta el momento ser una real alternativa a los combustibles fósiles.


Fuente: El Dia

Autora:
Vesna-Marinkovic-U.-
Vesna Marinkovic U.