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Bolivia debe buscar UNA POLÍTICA ENERGÉTICA QUE DEJE DE SER “PENDULAR”


El reciente coloquio de ENERGÍABolivia permitió remarcar que la situación del sector energético del país está transversalizada, principalmente los últimos 20 años, por dos procesos políticoideológicos: la capitalización y la nacionalización y que haría falta una política que deje de ser pendular.

 

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EDICIÓN 122 | 2023

Vesna Marinkovic U.

 

Francesco Zaratti Sacchetti y Carlos Borth Irahola graficaron un escenario complejo de la ya atomizada realidad del sector hidrocarburífero, considerado como la más significativa fuente de ingresos fiscales en Bolivia hasta hace poco tiempo y que posicionó al país como un importante productor y exportador neto de gas natural a los mercados de Argentina y Brasil, extendiendo significativamente las redes para el mercado interno.

 

Como pregunta de inicio, se consultó si consideraban que la política del sector hidrocarburífero; desde la capitalización a la nacionalización de Evo Morales, había sido pendular, errática, estratégica o sí había quedado confinada en los bordes de una estrategia nacional de hidrocarburos. Esto porque ambos procesos político-ideológicos marcaron, sin duda, el desempeño del sector en los últimos 20 años.

 

LA CAPITALIZACIÓN EN HIDROCARBUROS FUNCIONÓ

 

Zaratti Sacchetti dijo que no consideraba pertinente “escarbar” hasta el tiempo de la capitalización, sin embargo, y en una apretada síntesis dijo que: “mi opinión es que la política de capitalización en hidrocarburos funcionó y funcionó bien. Teníamos un mercado grande que era Brasil, y teníamos las reservas suficientes para poder cumplir con 20 años de contrato, según los requerimientos que tenía ese gran mercado.”

 

 

Agregó que bajo ese paraguas se estableció una serie de normas para abrir el país a la inversión extranjera y la sorpresa fue que se descubrió mucho más gas de lo necesario. “Es decir, con lo que tenía Petrobras era suficiente para abastecer el mercado de Brasil, de manera que hubo un déficit de mercado y un exceso de reservas lo que llevó a buscar otros mercados.”

 

En efecto, la capitalización establecida en 1994 durante el primer Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, supuso que el Estado perdiera el control de la cadena de hidrocarburos, fomentara la Inversión Extranjera Directa (IED); promoviera el aumento de las reservas probadas y probables de gas, principalmente después del descubrimiento del megacampo San Alberto; y, permitiera la apertura de dos grandes mercados externos: Argentina y Brasil además de lanzar el proyecto del consorcio Pacific LNG que suponía licuar diariamente 30 millones de metros cúbicos de gas en las costas de Chile para venderlo a las termoeléctricas californianas de Sempra Energy obteniendo millonarios beneficios.

  

En este marco, se podría decir que durante el primer Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada y, para enfrentar los profundos desequilibrios macroeconómicos generados por una casi apocalíptica hiperinflación durante 1984 y 1985, se recurrió a la postura pendular de: “nada con el Estado”, generando algunos reclamos que fueron creciendo y se patentizaron en 2003, cuando el autor de la Capitalización tuvo que salir escapando del país, probablemente por habitar tozudamente un solo lado del péndulo.

 

Según Fundación Jubileo, uno de los principales reclamos era el bajo nivel de ingresos por renta que recibía el Estado por concepto de regalías y participaciones, ya que la mayoría de los campos productores eran clasificados como nuevos y pagaban una renta de 18%, distribuida entre los departamentos productores, departamentos de Beni y Pando y YPFB. En estos casos, las empresas petroleras se quedaban con el 82% restante.

 

“Otra molestia generada al interior de la población fue la posible implementación de un proyecto de GNL (gas natural licuado) para su exportación a países de Norteamérica a través de un puerto chileno, no sólo por ser Chile el país con el cual Bolivia tiene su problema de enclaustramiento marítimo, sino por el bajo precio de venta que en ese entonces se estaba negociando, el cual bordeaba los 60 centavos de dólar por millar de pie cúbico”, dice Jubileo asegurando que esta fue la gota de agua para provocar la denominada “Guerra del Gas”, en octubre de 2003.

 

LUEGO LLEGÓ EL MAS A CABALGAR EL TIGRE

 

Zaratti afirma que “luego llegó el MAS, a cabalgar el tigre demagógicamente. Con la consigna de la nacionalización ganaron las elecciones de 2005 pero ya antes habían contaminado fundamentalmente la Ley de Hidrocarburos y después, cosa más grave todavía, contaminaron la Constitución Política del Estado con temas que podían ser de coyuntura pero que fueron escritos para una Constitución que muy bien puede durar 20 y 30 años y que ahora nos tiene con las manos amarradas”. 

 

La alusión de Zaratti, al esquema que determinó que toda la cadena de hidrocarburos pasara a control del Estado, a partir del Decreto Supremo 28701 de Nacionalización, está hablando de un retorno al otro extremo del péndulo: “todo con el Estado”, que tampoco habría surtido efecto, dados los resultados a 2023, que acusan una franca y dramática declinación de reservas de gas en el país, principalmente debido a una reducción de la IED en el sector, como consecuencia de la normativa dispuesta por el Gobierno del MAS, como refieren varios expertos. 

 

“Lo que se privilegio fue la monetización de estas reservas. Es decir, convertirlas en dinero para poder prácticamente perpetuarse en el poder a través de obras buenas, malas, mediocres y muy coyunturales algunas de ellas”, acotó Zaratti asegurando que “cuándo se dieron cuenta-alrededor de 2014-que esta política de monetización necesitaba reposición de reservas parece que ya era tarde porque las condiciones objetivas de relacionamiento con las empresas, que podrían haber invertido con posibilidad de ampliar mercados prácticamente no estaban dadas.” 

 

En este marco, dijo que Bolivia ahora está viviendo objetivamente el fin del ciclo del gas. “Yo lo definí hace años puesto que ésta situación ya se veía venir. Es decir, que el ciclo del gas, igual que el de la plata, del estaño, oro o del caucho, estaba llegando a su fin y esto es algo que hay que asimilar y hay que reaccionar en consecuencia”, precisó, a propósito de las declaraciones del presidente Luis Arce Catacora afirmando recientemente que “las reservas de gas están tocando fondo.” 

 

TODO ABSOLUTAMENTE SIMBÓLICO

 

 A su turno, Carlos Borth Irahola, sostuvo que la Nacionalización de los hidrocarburos en el Gobierno de Evo Morales fue un acto “absolutamente simbólico”, porque lo que hicieron fue solamente endurecer las ya radicales disposiciones de la Ley 3058 de hidrocarburos.

 

 “Con esa política, lo que sucedió fueron los siguientes temas que se encuentran en la raíz de lo que hoy estamos viviendo: primero, se avecinaba el súper ciclo de las materias primas y entonces crean el Impuesto Directo a los Hidrocarburos, el IDH. La segunda medida de esta política de nacionalización fue la migración al régimen de Contratos de Operación, con el dato de que YPFB, la empresa estatal, debía tener más del 50% de las acciones, lo que en términos de captaciones impositivas determinaba un Goverment Take de aproximadamente el 70%”.

 

“En esas condiciones, algunas empresas optaron por retirarse, naturalmente las que operaban los campos menos rentables, y se quedaron las que tenían bajo su operación los campos que contaban todavía con importantes recursos como San Alberto y Margarita, por ejemplo”, acotó. 

 

SE OLVIDÓ DE LA REPOSICIÓN DE RESERVAS

 

Para Borth Irahola, este es el origen de los problemas actuales en el sector. “En la práctica, la nueva política, si podemos llamar tal cosa a lo que tenemos, determinó que el Estado y YPFB sea árbitro y sea operador. Conclusión, las empresas que se quedaron se dedicaron a explotar intensivamente los yacimientos descubiertos en el periodo anterior hasta su agotamiento. El Estado se emborrachó con el gran flujo de recursos y hasta se olvidó de exigir que las empresas cumplan con la reposición de reservas, algo que está todavía en la Ley 3058. Es decir, que los operadores, a costa propia, debían explorar y reponer las reservas explotadas.” 

 

En este marco, ambos coincidieron en que hasta el momento no se ha tenido la capacidad de articular una justa media para el sector y, por ende, para el país en materia de gestión energética. “Totalmente de acuerdo, creo que la política de hidrocarburos del MAS, energética en general, es el mayor fracaso que ha tenido ese proyecto y lo que se depara para adelante es bastante grave”, remarcó Zaratti. 

 

…el Estado se emborrachó con el gran flujo de recursos y hasta se olvidó de exigir que las empresas cumplan con la reposición de reservas, algo que está todavía en la Ley 3058”

 

“Es una política definitivamente fracasada”, acotó Borth lamentando la actual situación del sector y precisando que este fracaso tiene al menos dos consecuencias muy graves que tampoco el Gobierno está atendiendo: primero, la reducción de recursos a su propio modelo económico, irradiando los efectos al conjunto de la economía. El otro gran problema para Borth es que el 70% de la generación de electricidad en Bolivia es en base a gas y, con el declive de las reservas el sector eléctrico se inunda de interrogantes también muy peligrosas. “Esa es mi percepción de la gravedad de las consecuencias del fracaso de la política hidrocarburífera del Gobierno”, subrayó. 

 

YA NO SEREMOS UNA POTENCIA GASÍFERA

 

Consultados sobre si el cambio de la normativa para el sector, permitiría un agresivo plan de exploración para resolver la aguda crisis de reservas de gas que existe al momento, Borth dijo que en términos jurídicos lo que hay que cambiar es toda la normativa, pasando por la Constitución, aunque señaló que el Gobierno, “por razones de índole político-ideológico” está impedido de hacerlo. Sin embargo, aseguró que el ciclo masista se está cerrando y que habría que esperar hasta 2026 para saber sí, además del déficit de reservas, también se acabaron los recursos de gas natural o si es posible aun recuperar el protagonismo nacional, a partir de este hidrocarburo. 

 

Zaratti fue más categórico al afirmar que ya no existe la posibilidad de volver a ser una potencia gasífera en la región y que, más allá de algún coletazo, a partir de algún nuevo descubrimiento, este recurso ya no podrá apuntalar la economía nacional. 

 

En ausencia del gas, Zaratti llamó la atención sobre el destino de las termoeléctricas instaladas en el país y la urgencia de diseñar un plan de transición energética que, paulatinamente, vaya resolviendo el tema de la generación de energía en Bolivia. Sin embargo, remarcó que ningún otro recurso natural permitirá los niveles extraordinarios obtenidos por la renta gasífera. Borth también destacó la probabilidad de que, en un futuro cercano, se tenga que sacrificar el mercado interno para no perder el flujo provisto por las exportaciones de gas.  

 

El otro peligro sería, en criterio de Borth, pretender mostrar al litio como el sustituto de los significativos ingresos que se tuvo por concepto del gas natural. Señalaron que al momento ni el litio, el biodiésel, ni siquiera el oro, podrán suplir estos ingresos, sin dejar de reconocer, en consecuencia, que la gestión de los recursos naturales en Bolivia, por parte de la clase política en general, es un tema pendiente. 

 

El coloquio resaltó que el país no cuenta con una adecuada política de gestión de sus recursos naturales, dejando como corolario las experiencias a propósito de la plata, el estaño y ahora el gas. Queda la sensación de que habiéndose “gatillado” los hidrocarburos, el próximo paso ahora será el biodiesel, el oro y por supuesto el litio. Sin embargo, los tiempos parecen ser otros. 

 

“Queda la sensación de que habiéndose “gatillado” los hidrocarburos, el próximo paso ahora será el biodiesel, el oro y por supuesto el litio.”