Estados Unidos ha desarrollado una gran espalda en materia de combustibles no convencionales como son el shale oil y el shale gas; modificando significativamente la ecuación energética a nivel global: después de lustros de ser el mayor importador de petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (0PEP), hoy es exportador de hidrocarburos. 

Al romper su dependencia de la OPEP y haber logrado su tan ansiada autonomía en materia de abastecimiento energético; no ha dejado de tener desafíos internos pero asegura que lo mejor de todo esto es no tener que depender de la mencionada entidad internacional que hasta hace muy poco tiempo controlaba el mercado global de los hidrocarburos.

Se espera que al 2035 los shales representen el 46% del suministro de gas en Estados Unidos, en pronósticos de la Agencia Internacional de Energía (EIA por su sigla en inglés), en una dinámica que muchos expertos consideran “irrepetible”, debido a las condiciones y características de su desarrollo.

“Probablemente ningún país en el mundo pueda actualmente replicar la revolución de los shales, llevada a cabo por Estados Unidos”, dice, por ejemplo, Deepak Devegowda, Ph.D y docente permanente de la Escuela de Petróleo e Ingeniería Geológica de la Universidad de Oklahoma, en diálogo con ENERGÍA Bolivia, durante su visita a la UPSA, el mes de mayo.

Considera que el aumento en Estados Unidos de la producción de shales ha sido resultado de varios factores; destacando las inversiones y sobre todo los aspectos regulatorios como fundamentales para este resultado exitoso. También subraya aspectos fiscales, tecnológicos y sobre todo el régimen de propiedad del hidrocarburo y de la superficie del terreno donde ocurren los trabajos de perforación. 

En su criterio, todas estas condiciones difícilmente podrían repetirse en otros países, por lo que inmediatamente uno se remite a Vaca Muerta, el yacimiento más grande de hidrocarburos no convencionales que existe en América del Sur y donde todas las miradas del sector han sido depositadas con la idea de replicar, al menos parcialmente, la experiencia de Estados Unidos. 

Hasta donde se sabe, Vaca Muerta sigue teniendo cuatro desafíos puntuales:  inversión, tecnología, el régimen de propiedad del hidrocarburo y el medio ambiente. A diferencia de Estados Unidos, este yacimiento augura una férrea defensa de ambientalistas, sobre todo por la perforación masiva que supone la técnica del fracking y por la cantidad de agua que requiere la misma. 

La dinámica del shale exige perforar y terminar cada pozo en dos a tres semanas; una fantasía frente a lo que incluso exigen los protocolos de desarrollo de los hidrocarburos convencionales. Esto supone la disposición de grandes inversiones, complejos desafíos logísticos y de infraestructura; así como un uso meticuloso de la tierra y sistemas de prevención al daño ambiental donde el uso excesivo del agua se convierte en otro reto asociado a los shales y directamente relacionado a los requerimientos del fracturamiento hidráulico.

Típicamente cada pozo requiere alrededor de 10 a 15 millones de litros de agua, siendo este requerimiento aún mayor cuando se diseñan fracturas más largas, dice Devegowda. En este punto, yo me quedo pasmada por la cantidad de recursos naturales y factores-agresivos al medio ambiente-que supone la generación de energía en esta aldea global…por el momento no podría decir nada más.

FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC

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