Con siglos de revoluciones industriales y globalizaciones que no han logrado resolver la desigualdad en el planeta, estamos ahora frente a la denominada Cuarta Revolución Industrial. La teoría señala que tras un nuevo acontecimiento industrial; ocurren los cambios con rapidez. Eso, en cierta forma, nadie podría ponerlo en duda, sobre todo si nos remontamos, por ejemplo, a los cambios que ocurrieron después de la máquina a vapor.

Los inventos e innovaciones requieren nuevas materias primas, productos y servicios y la ronda comienza sobre todo alrededor de los recursos naturales para poner en marcha los nuevos engranajes del cambio. Los expertos dicen que, a partir de estos inventos, la industria, la economía y la sociedad se transforman a toda velocidad y, entonces, bienvenida la innovación.

Los retos se pintan infinitos y lo que es mejor, alcanzables; pero, el círculo sigue siendo restringido, educación de por medio, mientras está claro que solo los mejores deben acceder a una formación de excelencia para generar los cambios. Hasta ahí, quien podría objetar los cambios. Sin embargo, remarcamos que, al momento al menos, las mudanzas, a partir de las revoluciones industriales, han sido veloces pero no han podido involucrar a todos, ni siquiera a muchos. 

Ahora, que estamos frente a la denominada Cuarta Revolución Industrial, cuya característica mayor se centra alrededor de la tecnología; es necesario comenzar a entenderla. Como nunca antes, es verdad, su amplitud es extensa pues ha comenzado por tener y proyectar conexiones ilimitadas entre las personas de esta aldea global, visibilizando la tan mentada homogenización.

Otro punto fundamental es su poder de procesamiento y su capacidad de almacenamiento de información con un acceso al conocimiento que no había existido en épocas precedentes. Aquí surge la inteligencia artificial (IA), la robótica, y, entre otras singularidades, el internet de la cosas(IoT). Comenzamos a soñar, incluso, con la posibilidad de producir carne a partir de impresiones 3D que liberarían del martirio actual a millones de animales; ocasionando, empero, el deterioro de un importante sector de la economía mundial como es el agropecuario.

Con todo, se dice, que estos mismos cambios generarían nuevos empleos, nuevas formas de mirar la vida y de generar dinero; tranquilizando los hilos del poder mundial que no ha dejado de aportar al advenimiento de esta Cuarta Revolución Industrial, aunque probablemente a regañadientes. Con todo, ella ya existe; habrá que asumirla.

Lo ideal sería que la desmenucemos y, en esa línea, pueda ser un instrumento de cambios favorables para la humanidad y no a la inversa. El desafío, entonces, parece ser cuán eficiente, capaz e inteligente puede llegar a ser el hombre para dirigir estos cambios a favor del conjunto de la humanidad antes de ser, solamente, una “mascota” de los cambios.

Si parece que sueño y si advertimos que esta nueva velocidad y amplitud de cambios tecnológicos nos pueden llevar a transformaciones profundas en la historia del planeta; modificando la concepción misma del poder en la tierra, conocer lo que está ocurriendo debería ser, insisto, una prioridad inaplazable de la acción política, económica y social.

Mi preocupación, sin embargo, renace cuando constato que la acción política en general; que se organiza supuestamente para administrar de manera eficiente la institucionalidad del Estado, luce concentrada en preocupaciones inmediatas y  distante; cuando no imposibilitada, de analizar la velocidad de estos cambios, su amplitud y su impacto, y retrocedo, con toda razón, a una especie de temor ya casi permanente sobre el destino del hombre sobre la tierra: ¿deberemos acaso esparcirnos como única alternativa de salvarnos de nosotros mismos? La pregunta no es mía, la formuló de manera provocativa Stephen W. Hawking, en su libro: “Brief answers to the big questions.”


FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC

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