Marzo es el mes cuando se recuerda la importancia del agua dulce. El resto de los meses el agua fluye igual que en marzo, solo que con menos reverencias y con el mismo deliberado descuido. Es casi como lo que ocurre en el circo de los políticos que para captar el voto de los pobres, terminan posando junto a los humildes, los campesinos, los marginados; solamente para la foto, solamente para el verso. El resto de los días ellos siguen su camino sin observar el camino del “otro”. Solo utilizan “al otro” con descaro, jurando que los electores son obtusos.

Y es que el discurso y las tácticas electorales se mantienen inalterables casi “per secula seculorum” e independientemente de quien las utilice; en el fondo, prima el utilitarismo de las formas, de los estereotipos, de los íconos, de las sonrisas en las fotos, en el Face, en Twiter; antes era en las tarimas callejeras. Hoy, la tecnología ha brindado su concurso para visibilizar a los políticos en tiempo real en tarimas virtuales, pero, no ha hecho mucho para ofrecer políticos interesantes.

Gran parte de ellos siguen en el show; baten banderas, se toman selfies junto a cholitas para mostrar cuan cerca están del pueblo (despreciando al pueblo), y podemos decir, con aplomo, que el manejo responsable del agua tampoco ha abandonado el nivel discursivo. El resultado es que tenemos un planeta agobiado por la inconsistencia de los políticos que administran los Estados y Estados agobiados por la carencia de políticas públicas que los hagan verdaderamente eficientes, en el manejo de la economía, del medio ambiente, del agua.

Los políticos han rifado la importancia de la educación en gran parte de esta aldea global; apenas unos cuantos saben lo importante que es tener educación para entender el mundo, a la gente, a la vida. Si los políticos hubieran invertido durante todo este tiempo en educación, la historia de la humanidad sería otra; la historia del agua también. Si ligamos agua con políticos ineficientes y corruptos no es, por tanto, por extravío mental; es porque siendo el agua vital como es,  esta no ha podido, en lustros, tener un manejo planificado y eficiente por parte de la casta política global.

El resultado es que ahora, en un planeta donde el 97% del agua existente es agua de mar, y apenas el 3% restante corresponde al agua dulce; el limitado acceso al agua dulce se agudiza en parte por su distribución desigual en las superficies continentales, como dice Eduardo Chaparro Ávila de la CEPAL; y, en gran parte, debido al uso irracional que hace el hombre de este recurso natural no renovable e indispensable para la vida en todas las actividades que realiza.

Estas actividades, unas más que otras, demandan agua. Ahí tenemos a la agricultura, la minería, la industria hidrocarburífera, el aseo personal y, entre otras, la alimentación, utilizando agua dulce de manera recurrente y como algo indispensable para recrear la vida aunque también la muerte; la muerte sobre todo si nos remitimos a los procesos implícitos de la minería y la industria extractiva en general que tiene un potencial de contaminación del agua dulce realmente alarmante con el consecuente efecto negativo en el medio ambiente, las personas, la flora y la fauna. En realidad, en el ciclo de vida.

 Por tanto, el tema del manejo del agua si bien está a cargo de la casta política digitada por el poder económico mundial; es una asignatura urgente de atención ciudadana y acaso más que eso: es algo que ronda la obligación personal, más aun si constatamos que los actores políticos nada han hecho; nada consistente plantean más allá del discurso y la demagogia acicalando sus días y el hastío que de pronto crece mortalmente como una inmensa bola de nieve.


FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC 

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