Considerando que la Constitución nos faculta a proteger y aprovechar de manera sustentable los recursos naturales, la biodiversidad así como mantener el equilibrio del medio ambiente; incorporar la región de los salares “como un espacio estratégico de especial protección para el desarrollo integral del país”, dentro del texto constitucional, sería interesante. Esto no solo porque se trata de una zona que alberga recursos naturales como el litio, que ha comenzado a enloquecer a la industria extractiva global; sino porque debería ser un área turística de importancia nacional. 

La actual Constitución así lo ha hecho con la Amazonia y lograr la incorporación de la zona altiplánica; que concentra el salar de Uyuni, Coipasa y Pastos Grandes, supondría pensar no solo en la explotación estratégica de las riquezas naturales que concentran estos salares; sino, en un adecuado, efectivo y contundente cuidado medioambiental de los salares,  y en un impecable desarrollo integral, planificado y estratégico de la zonas que los albergan para evitar crecimientos caóticos, dispersos y poco sostenibles. 

Actualmente, la belleza incomparable del salar de Uyuni ha girado sobre dos ejes: el turístico, y el de la explotación del litio en atención a sus aproximadamente 21 millones de toneladas de este mineral, además del bórax y los otros recursos naturales concentrados en la mancha salina de este salar. El tema turístico parece descansar en la iniciativa unilateral de los empresarios hoteleros que deben ser los más beneficiados y, en los empresarios transportistas que llevan y traen ávidos visitantes por el eje troncal de la zona. La explotación del litio es un tema que compete fundamentalmente al Estado.

En los dos ejes, parece haber un ánimo principalmente de lucro frente a lo que surge como un espacio atractivo turísticamente y minero. En ambos casos, no se observa un interés, por ejemplo, de vincular el desarrollo de la iniciativa privada y estatal, con el desarrollo armónico de los pueblos aledaños al salar que van creciendo más por el ímpetu de la actividad informal que por efecto de una planificación urgente. Tampoco es visible un máximo de rigor medio ambiental frente a la gestión y desechos orgánicos de la industria extractiva y hotelera, lo cual incide dramáticamente en el salar de Uyuni. Técnicos de la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) -comentan- que han observado restos de pañales flotando en las aguas acumuladas del salar, en tiempos de lluvia.

Uyuni, que se ha convertido en una especie de capital de la sal, ostenta un crecimiento inimaginable hasta hace pocos años atrás, pero, lo ha hecho con escasa planificación. Hay una importante infraestructura hotelera y, sin embargo, todavía hay falencias en materia de alcantarillado y agua potable. La plaza central se ha convertido en una acumulación de puestos de venta de comida, al igual que gran parte de las calles, al margen del mercado, donde también se vende comida al paso.

En el centro del poblado han proliferado edificios sin respetar el diseño original de la arquitectura fundacional del pueblo de Uyuni, marcando un contraste arquitectónico que llega a convertirse en un ruido visual al ritmo ensordecedor del regetón. El nuevo edificio de la alcaldía es un ejemplo de esto que afirmo en tanto luce como una gran torre de cristal de estilo minimalista, justo frente a la antigua alcaldía de arquitectura colonial que simplemente pudo haber sido restaurada. Si la idea es barrer todo vestigio colonialista, tampoco tendríamos que caer en la construcción desordenada de íconos que igualmente representan una visión de modernidad “extranjerizante”, ¿qué hacemos?

El equilibrio y una adecuada política de construcción urbanística, generada por el gobierno municipal, podría haber evitado estos dramáticos contrastes en un espacio asiduamente visitado por miles de turistas que probablemente no pueden darle, a Uyuni, una caracterización más allá de una medida de desorden. Por tanto, considerar la incorporación de los salares dentro de la Constitución, como “un espacio estratégico de especial protección”, probablemente podría generar una dinámica distinta alrededor de su cuidado medioambiental, su desarrollo y el de las zonas circundantes, además de su sostenibilidad; y no sólo como zona minera y turística, sino como región. ¿Qué pensará sobre estos temas la clase política nacional?

FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC 

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