La eficiencia energética, es decir aquella acción humana que tiene que ver con el manejo racional de la energía en un mundo que es cada vez más irracional en sus consumos energéticos, ha comenzado a vincularse con el transporte urbano. Un reciente estudio del Banco de Desarrollo para América Latina-CAF, señala que la región tiene retos sustanciales que afrontar en el sector transporte.

Estos retos serían económicos pero también sociales y ambientales. Refiere que la siniestralidad en el tráfico, los problemas de contaminación que generan los vehículos en las calles y las dificultades de financiación sostenible de los sistemas de transporte público, vinculadas a la motorización de automóviles y motocicletas, son algunos de esos retos.

El estudio pone atención a temas como la movilidad compartida, a los retos y oportunidades para el financiamiento de la operación del transporte público y, entre otros, a la participación en proyectos de transporte en América Latina con herramientas interactivas; refiriendo, en todos los casos, la importancia de este sector a la hora de hablar de productividad, sociedad y medio ambiente.

En esta línea, Nicolás Estupiñan, con su artículo Movilidad compartida: un cambio de paradigma para la equidad y la inclusión, nos introduce en la línea de pensamiento que ubica a las ciudades de América Latina como un motor de desarrollo de la región en la medida que juegan un rol decisivo en la consolidación de ciudades más iguales, habitables y limpias.

Hace notar que la creciente propiedad y uso del automóvil, junto con una inadecuada planificación territorial, pueden generar pérdidas significativas por “externalidades negativas”. Es decir, nos habla de los casos en los que las movilidades, por ejemplo, sobrepasan el número de personas de una familia y de aquellos cuando los colegios no disponen bus compartido para el recojo de estudiantes, agudizando el congestionamiento vehicular, la siniestralidad y la contaminación, en horas pico.

En este escenario, señala que la movilidad compartida representa una oportunidad importante para lograr esquemas de transporte urbano sostenibles y eficientes, recordando que el sector transporte es uno de los que más contribuye a la emisión de GEI y contaminantes atmosféricos, representando alrededor del 25% de la demanda mundial de energía y cerca del 61% del consumo anual de petróleo (PPMC, 2015).

Agrega que los niveles de congestión vehicular alcanzados en ciudades de América Latina suponen costos de entre el 5 y 10% del producto interno bruto—PIB. Y asegura que cada año hay más de 107.000 víctimas fatales causadas por los siniestros viales en la región (CAF, estimaciones a partir de OISEVI, 2013).

No hay duda de que el tema tiene que ver con planificación urbana, gestión municipal eficiente y conciencia ambiental. Por el momento, analizar las ventajas de la movilidad compartida en determinados espacios urbanos, probablemente sea un paso necesario para comenzar a avanzar hacia soluciones que tienen que ver con el cuidado del medio ambiente y el uso eficiente de los recursos energéticos. Ojalá empezáramos en las instituciones que tienen el encargo de hacerlo...


FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC 

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