La presencia de los combustibles no convencionales o shales se fueron acomodando en el espectro energético de manera silenciosa y sorpresiva. Cuando gran parte de los actores energéticos hablaba de la urgencia de transitar hacia fuentes menos contaminantes de energía, los shales habían lograron transformar el mercado energético global. Fueron ellos y no precisamente las energías renovables, los que lo hicieron con total contundencia.

A partir del shale oil y el shale gas, la correlación de fuerzas ya no es la misma que regía hace apenas tres años atrás: el auge del esquisto ha logrado transformar a Estados Unidos- altamente dependiente de los combustibles convencionales como el gas y el petróleo proveniente de medio oriente-, en un país que, al momento, se autoabastece de estos combustibles y además los exporta.

La Agencia Internacional de Energía ha indicado que las reservas de gas de esquisto que tiene Estados Unidos son de 25 billones de metros cúbicos de gas, técnicamente recuperable y de larga vida. Consiguientemente, el relacionamiento entre los que producen y consumen combustible fósil ha tenido un cambio fundamental: hoy el precio no depende solamente de los productores, depende probablemente más de los consumidores.

Lo que se puede ver en esta dinámica es que Estados Unidos ya puede declararse autosuficiente en materia de aprovisionamiento de combustibles fósiles para cubrir su creciente demanda de energía, aunque según el Departamento de Energía de este país, esto se concretará recién en 2020. Por ahora tiene la suficiente fuerza como para equilibrar la oferta y la demanda de los mercados globales de hidrocarburos, lo que ya es mucho decir.

Esta situación ha deteriorado notoriamente a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) fundada en 1960 con el objetivo de coordinar y unificar las políticas petroleras entre los países miembros con el fin de garantizar precios justos y estables para los productores de petróleo, abastecimiento, regulación y rendimiento de las inversiones. Por muchos años logró estos objetivos además de mantener un control férreo sobre el mercado del petróleo a nivel mundial. Hoy luce deslucida, por primera vez desde su fundación.

Con todo, el mundo continúa expectante sobre lo que podría ocurrir a nivel de los precios del crudo. El sector petrolero está enfocado en ver si la OPEP y otros productores acordarán una extensión del acuerdo de los países productores de petróleo, firmado a fines de 2016 estableciendo la reducción de la producción de crudo en cerca de 1,8 millones de barriles por día (bpd) para disminuir la sobreoferta global.

Por ahora se mantiene la sobreoferta de combustibles fósiles. Equilibrar este mercado no parece ser una tarea fácil. La sombra de un exceso de petróleo, manteniendo los precios a la baja persiste, como persiste la debilidad de las energías renovables atadas a una tecnología costosa y todavía de significativa complejidad.

Desde esta perspectiva, una vez más los combustibles fósiles parecen haber ganado la guerra frente a las energías renovables como son la eólica y la solar. Sin embargo, los desafíos en el sector energético siguen siendo de alta intensidad, como el de producir energía de manera eficiente y cada vez con menor riesgo ambiental.

FUENTE: EL DÍA 
AUTORA: VESNA MARINKOVIC 

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