Un informe de Evangelina Himitian, publicado por el diario La Nación de la Argentina, se convierte en una alarma que pone los pelos de punta al asegurar que: en el 80% de los domicilios argentinos la conexión de gas no es segura.

El anuncio surge luego de que la pasada semana se derrumbara todo un edificio en la ciudad de Rosario, próxima a unos 310 km al norte de Buenos Aires, dejando un saldo de 17 fallecidos y varios heridos, debido a una explosión provocada por una fuga de gas.

La nota revela que “el gas de uso domiciliario se ha cobrado un altísimo y doloroso número de vidas” y agrega que a los accidentes como el ocurrido en Rosario el martes último, hay que sumarles este invierno más de 30 muertes por intoxicación con monóxido de carbono, que emana, por ejemplo, de calefones mal acondicionados en un país donde se ha comenzado a develar una caótica situación en las conexiones en red de este combustible.

El caso alude, incluso, a situaciones de corrupción pues “por temor a cortes de suministro por meses”, muchos usuarios hasta terminarían convirtiéndose “en cómplices involuntarios de un sistema que se alimenta de coimas y negligencia”.

El accidente de Rosario pone al descubierto que el sistema de red domiciliaria de gas en la Argentina soporta conexiones mal hechas, cañerías corroídas, ausencia total de control y una regulación prácticamente inexistente en esta materia que lo convierte en un servicio definitivamente “mortal” en un país conocido por su alto nivel de “gasificación”.

En Bolivia y según un informe de la Gerencia Nacional de Redes de Gas y Ductos de YPFB, el proceso de conexiones domiciliarias comenzaron a ejecutarse desde el 2006 y afirma que, al momento, se cuenta con 322.000 instalaciones, incluidas las redes primarias, secundarias y acometidas.

Agrega que El Alto es la ciudad con mayor cobertura, con 114.000 conexiones (entre 35 y 40% del total), seguida de Cochabamba, La Paz, Santa Cruz, Oruro, Chuquisaca y Potosí. En esta línea, proyecta que para fines de 2017 se llegaría a contar con 600.000 instalaciones lo que sin duda eliminaría, en alto grado, la actual incertidumbre en relación al GLP.

En efecto, la opción del gas domiciliario termina siendo una fantasía en la medida que elimina la peregrinación odiosa de las amas de casa por cientos de lugares en busca de una garrafa de GLP que se agota en el momento menos pensado.

Sin embargo, no solo deberemos demandar una masificación de este servicio que; terciarizado, termina siendo una conexión definitivamente onerosa, sino que, además, este se ejecute en los marcos de la mayor seguridad posible para evitar que el remedio termine siendo peor que la enfermedad.

En este marco y por derecho ciudadano, no estaría demás sugerir la urgencia de una clara reglamentación sobre instalaciones de redes de gas en Bolivia que implique un control riguroso en dichas conexiones para evitar un sistema ineficiente, peligroso y perverso de aprovisionamiento de gas, en “el país del gas”.

Por el momento, ha proliferado una variada oferta de empresas chicas para la mencionada conexión; que han comenzado a surgir como hongos y que, dada la peligrosidad del servicio, deberían contar con una inflexible supervisión de YPFB para evitar problemas como el ocurrido hace unos días en la Argentina.

Evitar un sistema inseguro de aprovisionamiento de gas a domicilio, sin duda que terminará beneficiando al país y, por supuesto, al conjunto de los ciudadanos.



AUTOR
VESNA MARINKOVIC








FUENTE
EL DIA