La tecnología tiene que encontrar el camino para eliminar las brechas. Si no lo hace, estará, simplemente, contribuyendo a ahondarlas magistralmente en el más breve plazo. Pese a estas predicciones, la tendencia parece estar yendo por el camino contrario. Un reciente informe de la Cepal indica, por ejemplo, que la sofisticación tecnológica tiende a concentrarse en las economías más desarrolladas, en notorio perjuicio de América Latina y el Caribe.

La Cepal dice, categóricamente, que la coyuntura de precios bajos de las materias primas ha afectado de manera particular a nuestra región, remarcando que esta sufre una difícil coyuntura, principalmente por efectos de una tendencia a la baja de la Inversión Extranjera Directa (IED), que habría disminuido un 7,8% en 2016, a 167.180 millones de dólares, cifra que representa una caída acumulada del 16,9% con respecto al nivel máximo de 2011.

En este marco, hace ver que el derrumbe de los precios de las materias primas continúa afectando principalmente a las inversiones en el sector de los recursos naturales y, de manera particular, a regiones como América Latina y el Caribe.  Por tanto, si en varios países se observa una ralentización de las inversiones debido al lento crecimiento de la actividad económica; en América Latina y el Caribe esta situación se estaría tornando aun más compleja.

La Cepal considera que dentro de este escenario global, la dinámica de sofisticación tecnológica y expansión de la economía digital agudiza exponencialmente esta situación pues tiende a una concentración de las inversiones transnacionales en las economías desarrolladas que tienen un mayor potencial para apostar por innovaciones tecnológicas.

Dicho en verso, quienes tienen mayores niveles de inversión y de desarrollo, continúan teniendo mayores ventajas frente a países más rezagados, en esta nueva etapa de la denominada Cuarta Revolución Industrial que nos muestra que el desarrollo sustentable viene, precisamente, por la vía de la innovación tecnológica. Por tanto, mayor inversión en educación, en investigación científica y desarrollo tecnológico, parece ser una respuesta no siempre fácil, no siempre en la ruta de la gestión política de los Estados.

Por el momento, se puede apreciar que, dentro de este escenario, los proyectos de exploración hidrocarburífera en la región, incluso aquellos como Vaca Muerta en la Argentina, que muestran unas perspectivas altamente significativas en función al potencial de reservas que poseen; se han visto claramente perjudicados. Entre otras cosas, por el nivel de innovación tecnológica que estos demandan y, claro, por la inversión que esto supone, más allá de la planificación.

El Informe 2017 de la Cepal, sobre La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe, refiere que en 2016 los flujos mundiales de IED fueron de 1,7 billones de dólares, un valor sin duda mayor que el que se llegara a alcanzar en cualquier año del período comprendido entre 2008 y 2014. Sin embargo, precisa que esa cifra implica una disminución del 2% con respecto a 2015.

Bajo esta lectura, las economías desarrolladas retomaron el protagonismo y recibieron el 59% de los flujos de IED (que aumentaron un 5%), mientras que las economías en desarrollo recibieron el 37% del total de la IED (que disminuyó un 14%). Ergo, todas las subregiones en desarrollo recibieron menos inversiones, con caídas del 15% en Asia y del 3% en África, poniendo en evidencia, además, que los países inversionistas, tampoco se han diversificado.

FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC