China no ha dejado de moverse, y habrá que asumir que lo que haga o deje de hacer, tendrá una enorme influencia en el contexto global. En enero de este año anunció una significativa inversión en energías renovables descartando la construcción de 85 plantas energéticas a carbón, el combustible fósil que transversaliza la generación energética de China.

En efecto, el gobierno chino ha formalizado que este año invertirá 360 mil millones de dólares en energías renovables hasta 2020 remarcando que se trata de un plan concreto para encarar una transformación energética en su país, bajo el paraguas de las nuevas tecnologías y la reducción del coste de las renovables.

Algunos expertos consideran que este importante paso del carbón hacia las renovables, también implicara replantear el consumo mundial de recursos, toda vez que una mayor incidencia en las renovables llevará a una necesaria reducción en el consumo tradicional de los recursos energéticos como el carbón, precisamente, y también el gas y el petróleo.

Ergo, estaríamos hablando de que el movimiento de la China hacia las energías renovables no solo implicará un cambio de matriz energética dentro del gigante asiático; sino que también tendrá una importante repercusión en el consumo global de recursos naturales. Por tanto, esto nos obliga a mirar de manera diferente la gestión y la comercialización actual de estos recursos a nivel mundial.

Sin duda que lo que esto no debe provocar es una tendencia desbocada a la venta de recursos, pero, es importante trazar estrategias de corto, mediano y largo plazo sobre el consumo de nuestros recursos y sus consecuencias en las agendas económicas de los Estados.

Por el momento, vale la  pena tomar en cuenta que no solo la tendencia hacia las renovables está afectando la compra y venta de recursos naturales, sino también una mayor participación de la eficiencia energética en los planes gubernamentales, así como la insurgencia lenta pero imparable de los coches eléctricos lo que, sin duda, está ralentizando el crecimiento de la demanda energética primaria, como sostiene un informe del Instituto Global McKinsey (MGI).

Según el Banco Mundial, China representa un interesante ejemplo en la reducción de la intensidad del uso de sus recursos, a partir de las renovables. La agencia de noticias EFE, por su parte, confirma que el Consejo de Estado, el órgano Ejecutivo chino, aprobó invertir la cifra mencionada, con el propósito de reducir las emisiones.

Informa que, adicionalmente, esta iniciativa creará más de 13 millones de empleos, en la línea de renovar el modelo de producción energética de China mediante el ahorro de energía y la reducción de las emisiones en un país donde, hasta el momento, el carbón es la principal fuente de energía, representando alrededor del 64 % del consumo energético del país, según datos de 2015.

Consiguientemente, y en medio de los grandes vendavales y sismos que han puesto de cabeza las precarias certidumbres del planeta, es grato saber que China, el nuevo líder mundial en consumo de energía, ha comenzado a tomar medidas para establecer nuevos parámetros en materia de consumo energético que afecten en menor grado la estabilidad medioambiental. De seguro que el mundo necesita más que eso, pero este puede ser un buen indicio que vale la pena tomar en cuenta.

FUENTE: EL DÍA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC