El mundo parece estar consciente de que debe diversificar su matriz energética. Esto no quiere decir, sin embargo, que esté buscando desligarse de los combustibles fósiles pues estos siguen siendo abundantes, baratos y determinantes para el abastecimiento energético a nivel mundial. Consiguientemente, los esfuerzos por mantener la industria no han cesado ni lo harán, aunque por el momento muchas cosas han cambiado significativamente a partir del último derrumbe de los precios del petróleo.

Los retos actuales de la industria más poderosa del planeta, como en efecto es la de los hidrocarburos, están direccionados a reducir costos, optimizar recursos, priorizar proyectos e incorporar medidas innovadoras y tecnología de punta para replicar sus procesos de forma más eficiente, como sostiene Yussef Akly en una entrevista reciente en ENERGÍABolivia.

La incorporación de medidas innovadoras y nueva tecnología ha supuesto, al mismo tiempo, un cambio fundamental en la forma de encontrar combustibles fósiles. Ahí tenemos la técnica del fracking para obtener combustibles no convencionales bajo el nombre de shales, que también suponen nueva infraestructura y mucha inversión para su extracción. Sin embargo, no todos los países están en condiciones de enfrentar estos nuevos retos.

Argentina, con su yacimiento de Vaca Muerta, es un ejemplo paradigmático al respecto pues no puede cerrar números para encarar la producción de shales en este yacimiento considerado el más rico de América del Sur, con 802 billones de pies cúbicos de gas no convencional (shale gas) y 27 mil millones de barriles de petróleo no convencional “técnicamente recuperables”, de acuerdo a los datos actualizados al 2015 por la Administración de Información Energética de los Estados Unidos (EIA, por su sigla en inglés).

De manera que si bien los no convencionales han incrementado sus potencialidades como consecuencia del derrumbe de los precios del petróleo, no todos los países tienen potencial en shales y no todos están preparados para enfrentarlos adecuadamente. Esto hace que más allá de los combustibles fósiles, los esfuerzos por diversificar la producción de energía en el mundo no se han paralizado, ni mucho menos.

En esta línea están las energías renovables como la solar, la eólica y también la hidroenergía con un potencial significativo en la tarea de diversificar la matriz energética mundial. Una tendencia que ha adquirido un ímpetu renovado a partir de los precios bajos del petróleo que inicialmente se pensaba podía asestar un duro golpe a las renovables.

En este marco, 2015 ha sido un año importante a nivel mundial para la instalación de capacidad en energía renovable, con 64GW de eólica y 57GW de fotovoltaica comisionada durante el año, como refiere un reporte de Bloomberg, destacando que se trata de un aumento de casi 30% con respecto a 2014. Precisa, también, que la inversión en energía limpia aumentó en China, África, EEUU, América Latina y la India en el 2015, impulsando el total mundial a sus cifras más altas en la historia.

Por el momento, hay una nueva realidad en el sector que habrá que observar con detenimiento y al amparo de lo que viene siendo una dinámica tecnológica que ha modificado no solo la forma de encontrar combustibles sino de generarlos y, además, al parecer con menos daño al medio ambiente. Está claro que no se detendrá el crecimiento de la demanda de combustibles fósiles, con preeminencia del gas. Sin embargo, con seguridad que su porcentaje ira disminuyendo en la matriz energética mundial y este es un tema que no se observaba claramente hasta hace algunos años atrás.

FUENTE: EL DÍA 

AUTORA: VESNA MARINKOVIC