Ha escuchado usted hablar del “comercio del aguavirtual”? Se trata de la compra de productos que aparentemente no tienen nada que ver con el agua pero que son portadores de agua, tal el caso de los embutidos de carne y productos de la industria farmacéutica, por ejemplo. El requisito fundamental para este intercambio es, por supuesto, gozar de un elevado nivel económico.

Los estudiosos del enfoque sostienen que este comercio se incrementará en el futuro de la mano de una demanda creciente, paralela al agotamiento y contaminación de los recursos. El agua virtual no se refiere al líquido que bebemos y usamos directamente en nuestra casa, pero sí al agua que ha sido usada para producir los alimentos y otras mercancías que consumimos (Begazo: 2009).

Según el portal Agroavances, un caso concreto lo encontramos en la importación de soya que ha comenzado a realizar China de Estados Unidos, después de que en 2015 reportara el consumo de 152 millones de toneladas de este producto, en detrimento de sus recursos hídricos. En esta dirección, los países que consideran que algunos productos le significan excesivo consumo de agua, están efectivizando el comercio del agua virtual, graficando un negocio que al parecer está en ascenso y que además tiene la peculiaridad de haber identificado las regiones con mayor agua del planeta.

Begazo dice que si un país exportara un producto que exigiera mucha agua virtual para su producción sería equivalente a que estuviera exportando agua o comercializando “agua virtual”, eximiéndole de utilizar líquido nacional para obtener ese producto y dedicarlo a otros fines como podría ser la generación de energía.

“El agua virtual es una herramienta esencial para calcular el uso real del agua de un país o su huella hídrica (water footprint), equivalente al total de la suma del consumo doméstico y la importación de agua virtual del país, menos la exportación de su agua virtual. La huella hídrica de una nación es un indicador útil de la demanda del país respecto a los recursos hídricos del planeta”, remarca este autor que señala la importancia de este intercambio en un mundo que ha comenzado a sentir reducciones drásticas de este líquido elemento.

Según Begazo, el comercio de agua virtual puede permitir a los países de escasos recursos hídricos evitar lo que hasta hace muy poco se consideraba una probable e inminente crisis. Agrega que la única condición requerida es que esos países tengan un alto nivel económico que les permita comprar en los mercados internacionales los alimentos portadores de agua virtual. Esos productos son principalmente los alimentos básicos (como los cereales, el arroz o los forrajes) cuyo valor por tonelada (o metro cúbico de agua virtual) es bastante bajo.

Desde esta óptica, la importación de agua virtual está facilitando que los países pobres en recursos hídricos consigan seguridad alimentaria e hidrológica; permitiendo que, de este modo, puedan destinar sus limitados recursos hídricos a fines más lucrativos, como pueden ser el turismo, la industria, el abastecimiento urbano o la producción de cosechas de alto valor. El tema plantea un escenario del que ya no es posible abstraerse y que con seguridad amerita mayor atención.

FUENTE: EL DIA

AUTORA: VESNA MARINKOVIC