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Vaca Muerta es un sueño para todos los gobernantes argentinos. La ilusión de un mundo feliz en el que Argentina recupera su papel protagonista en el planeta gracias a esos 30.000 kilómetros cuadrados llenos de gas y petróleo, que convierten al país en el segundo del mundo en reservas de gas no convencional. Una Arabia Saudí latinoamericana, pensaban cuando se empezó a explotar en 2012 y Cristina Fernández de Kirchner decidió expropiar YPF a la española Repsol.

Pero Vaca Muerta está agonizando. El gas está abajo, a 3.000 metros, en microporos de la roca. Y se necesita mucho dinero para sacarlo. Vaca Muerta necesita unos 15.000 millones de inversión anual durante seis años para ser realmente rentable, calculan en YPF, que tiene el 50% de la explotación. La caída del precio del petróleo, que estuvo a 100 y ahora anda en 55, y los durísimos sindicatos petroleros argentinos -se paga hasta la llamada "hora taxi", esto es el traslado- hunden la rentabilidad. 

“Hoy en el país operamos un equipo de perforación con 27 personas, en EE.UU. lo operan con 10, la productividad aquí es un tercio. El costo de un obrero de equipo de perforación está en alrededor de 80.000 dólares al año, frente a 30.000 en EE.UU. El 40% son horas taxi, transporte hacia instalaciones pagadas en horas extras”, explica Paolo Rocca, uno de los hombres más ricos Argentina, dueño de Techint, una empresa que fabrica tubos para la industria petrolera. Si un pozo de gas no convencional en EEUU, el corazón del fracking, cuesta 6 millones de dólares, en Vaca Muerta se lleva 10, explican en YPF.

En estas condiciones, Mauricio Macri tenía mucha presión para dejar de subvencionar el petróleo y gas en Argentina, una decisión de los Kirchner para atraer inversiones. Argentina garantiza a la industria petrolera un precio en el país de 72 dólares, muy por encima del mercado, que hoy está en 55. Saldría más barato importarlo, admiten en YPF, pero se hundiría Vaca Muerta y habría miles de despidos en las provincias petroleras del sur del país, donde no hay industrias alternativas.

Tras meses de negociación, huelgas en las provincias petroleras y una enorme tensión política, Macri y su Gobierno han alcanzado un pacto con las empresas y los sindicatos para salvar Vaca Muerta. Los sindicatos renuncian a algunas condiciones laborales para reducir costes, las empresas quien invierte en Vaca Muerta (YPF, Total, Pan American Energy, Chevron, Shell y Dow) se comprometen a invertir -5.000 millones el primer año y más los siguientes hasta llegar a 15.000 anuales- la provincia de Neuquén, donde está el yacimiento, a no subir impuestos, pero sobre todo el Estado argentino garantiza el precio subvencionado del gas al menos hasta finales de 2020.

"Se abre una nueva etapa para el futuro de la energía de nuestro país. Tenemos la segunda reserva del mundo de gas no convencional y la cuarta de petróleo. Argentina era un país de energía abundante barata y exportable. Ahora es cara y tenemos que importar. Dios nos la dio y la tenemos acá, solo tenemos que sacarla. No se va a seguir aplicando retenciones a la exportación. Además nosotros garantizamos un precio de compra del gas para ir reemplazando importaciones", aseguró Macri en la Casa Rosada. Frente a él, en primera fila, estaba el líder de los sindicatos petroleros, Guillermo Pereyra, todo un gesto de pacto.

Macri tiene un problema grave de déficit fiscal y se pensaba que acabaría con esta subvención. Ahora acepta seguir inyectando miles de millones en la industria petrolera al menos otros cuatro años, y a cambio se garantiza la paz social en estas provincias en un año electoral clave, en el que se renueva buena parte del Parlamento. El compromiso es extender hasta 2020 el llamado Plan Gas, por el que ofrece un precio mínimo de US$7,50 por millón de BTU, la medida habitual.

El Estado es el que claramente pone más en el acuerdo, aunque la cesión de lo sindicatos, que corrían el riesgo de perder miles de empleos, también ha sido relevante. Macri garantiza que el Gobierno hará varias infraestructuras para abaratar costes. Todo en Vaca Muerta es complicado. La arena con la que se rompe la roca, por ejemplo, se trae de Entre Ríos, al norte de Buenos Aires, se embarca hasta Bahía Blanca, al sur de la provincia, y de ahí en tren hasta Neuquén. Pero la estación queda a 200 kilómetros de Vaca Muerta, por lo que el último tramo es de nuevo en camiones. Un delirio logístico que dispara el coste, algo habitual en una Argentina que sufre un drama de infraestructuras.

El caos argentino habitual ha hecho que un país petrolero como este deje de ser exportador para tener que importar, y que el combustible, pese a gastar miles de millones en subvencionar a las empresas petroleras, no deje de subir. El año pasado creció un 31% y este año, ya en la primera semana, se fijó una subida del 8%. El litro de súper en Buenos Aires está ya en 18,44, pesos (1,15 dólares) y la previsión es que este año siga subiendo. Macri y su polémico ministro de Energía, Juan José Aranguren, que era el CEO de la petrolera Shell antes de llegar al Gobierno, aseguran que quieren normalizar un sector clave de la economía argentina. De momento están lejos de lograrlo pero lo que sí parece claro es que este acuerdo salva Vaca Muerta, la joya de la corona.

FUENTE: EL PAIS