Esta nota pone en contexto lo que se ha dado en llamar la “angustia energética” de Japón, a partir de la extrema dependencia de recursos que vive el archipiélago.

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Esta nota pone en contexto lo que se ha dado en llamar la “angustia energética” de Japón, a partir de la extrema dependencia de recursos que vive el archipiélago. Permite pensar que lo más fácil para este país puede ser también lo más complicado: el retorno a la energía nuclear…

 

Vesna Marinkovic U.

 

Japón ha sido calificado como un “gigante industrial de escasos recursos energéticos”. Esta falencia no le ha impedido, sin embargo, alcanzar un importante desarrollo conocido como el “milagro japonés”, que abarca desde 1960 hasta los años ochenta, en base al petróleo proveniente de Oriente Medio.

 

A finales de los ochenta hasta los noventa este crecimiento disminuyó notablemente y se conoció como “la década perdida”. Al momento es la tercera economía más grande del mundo, después de los Estados Unidos y China, en torno a 4,5 billones de dólares en términos de su Producto Interno Bruto (PIB) nominal y la tercera después de los Estados Unidos y China en términos de poder adquisitivo, según su Ficha País 2016.

 

Sin embargo, Japón no ha dejado de sufrir situaciones recesivas precisamente producto de su fuerte sometimiento a la exportación de materias primas. Al momento esto se agudiza por la desaceleración de la economía mundial y la de China. Estas situaciones, junto al terremoto y posterior tsunami en marzo de 2011, que provocaron el desastre nuclear de Fukushima, agravaron su tendencia recesiva, según analistas del sector.

 

SEGURIDAD NACIONAL

 

Los recursos energéticos que importa Japón han sido invariablemente decisivos para su crecimiento económico y por tanto tema de seguridad nacional, como afirma María Francisca Casado, de la Universidad de Madrid, en un reciente estudio sobre la situación energética de este archipiélago situado en la zona Este de Asia.

 

Debido a ello Japón ha debido enfrentar desafíos complicados para garantizar la seguridad de abastecimiento de estos recursos en un país propenso a provocar feroces disputas territoriales pero también amigo de inculcar ¨cortesía, amabilidad, pureza e imperturbabilidad¨, en medio de situaciones difíciles. Es, en realidad, su modo de vida, derivado del “Bushido”, el código de guerra de los samurái, para enfrentar la adversidad.

 

“Antes de la crisis petrolífera en 1973 Japón importaba el 75,5% del petróleo, el 16,9% del carbón y el 1,6% del GNL que consumía lo cual sumado ascendía a 89,7%. La suma de los porcentajes de carbón (23,4%), petróleo (44,3%) y GNL (24,5%) consumidos en 2012 también ronda el 90%, ascendiendo a 92,2%, lo cual nos da una idea de su fuerte dependencia externa”, explica Casado, apoyada en el gráfico 1.

 

 

ANGUSTIA ENERGÉTICA

 

Casado retoma el concepto de “angustia energética”, para graficar la zozobra que debe vivir Japón en relación a su seguridad de aprovisionamiento de recursos energéticos y agrega que actualmente es el cuarto mayor consumidor de energía a nivel mundial, y el lugar donde más caro resulta producirla, precisamente porque debe importar la casi totalidad de sus recursos energéticos.

 

Señala que al momento las importaciones de combustibles fósiles han situado a Japón en lo alto del ranking de países importadores, aumentando su dependencia externa que ha vuelto a situarse en los niveles de la década de 1970. En esta perspectiva se observa que después del carbón vino el petróleo, actualmente es el gas y nuevamente el carbón; sin perder de vista las renovables ni el temido retorno a la generación nuclear.

 

Casado afirma que para Japón asegurar un suministro energético constante y asequible en condiciones de total seguridad, es un reto que en estos momentos está siendo tratado por las vías políticas ordinarias pero que también está presente en su Estrategia Nacional de Seguridad.

 

Pone en el tapete el cómo va a hacer Japón frente a sus necesidades energéticas a largo plazo y, por el otro, cómo lo va a lograr, en un contexto de una demanda energética global progresiva debido al crecimiento de la población mundial, y al desarrollo económico que ha hecho que la demanda sea mayor en las nuevas economías industrializadas, en particular en los BRICs.

 

En este contexto Casado destaca algunas de las preocupaciones de la Estrategia Nacional de Seguridad de Japón como el ascenso gravitante de China y su incidencia en la correlación mundial de fuerzas; y, entre otros, el desarrollo de las innovaciones tecnológicas, “que otorgan mayor influencia a actores no estatales, como grandes corporaciones transnacionales u organizaciones criminales”.

 

Dicha Estrategia no dejaría de considerar el riesgo en que se encuentran los “global commons” o bienes comunes globales sometidos a una mayor presión, esbozando la posibilidad de conflictos de intereses que podrían llevar a enfrentamientos por disputas territoriales o por el control de recursos.

 

“Otro riesgo que también tiene en cuenta el documento es el que representa para la economía global el contagio de la crisis económica, con el consiguiente riesgo de que resurja el nacionalismo o de que se intensifique la competencia por los recursos minerales y energéticos”, dice.

 

 

Agrega que aunque la estabilidad del entorno y la economía parezcan ser las principales preocupaciones que refleja el documento, el gobierno japonés no pierde de vista el papel crucial que desempeña en ambas otra cuestión de fondo: la seguridad energética.

 

EL RETORNO TEMIDO

 

En este contexto, lo más fácil para Japón puede ser también lo más complicado: el retorno a la energía nuclear. Para muchos analistas del sector la opción más factible para que este país siga siendo económicamente competitivo, y menos contaminante, es la de volver a poner en marcha los reactores nucleares, “si los gobernantes logran vencer la oposición de la opinión pública”.

 

Por el momento, Japón se nutre de la importación de petróleo, carbón y GNL, después de haber anunciado una reducción gradual de la energía nuclear y una mayor incidencia en las renovables.

 

En la línea de las renovables, la hidroeléctrica ha sido la más desarrollada con un aporte de aproximadamente un 9% en el mix energético, frente al resto de las renovables que hasta este año apenas suman un 1,6% dentro de la matriz energética del país nipón.

 

Casado precisa que la energía solar lleva el liderazgo dentro del grupo de las renovables gracias a iniciativas gubernamentales como el Esquema de Compra del Superávit Residencial de Energía Fotovoltaica puesto en marcha en noviembre de 2009 y el Esquema de Tarifas de Energía Inyectada a la Red (Feed-in Tariff) introducido en 2012, con vistas a incrementar la penetración de las renovables.

 

Los escenarios alternativos a los combustibles fósiles no han abandonado la opción nuclear tampoco. Estos se inclinan por rutas alternas de 15, 20 al 25%, pero sin descartar el aporte de los combustibles fósiles de la matriz energética.

 

Consiguientemente, cumplir los objetivos señalados por el protocolo de Kioto, en las actuales condiciones supone, para este país, descartar de plano la opción cero energía nuclear pese a las serias fallas geológicas que podrían reeditar un nuevo accidente nuclear como el de 2011 y a los riesgos siempre temibles de los residuos nucleares.

 

La señal menos conflictiva para este “país del sol naciente” es, al momento, que el derrumbe de los precios del petróleo le está permitiendo comprar combustibles fósiles a precios más baratos que además le estarían permitiendo aumentar sus cuantiosas reservas estratégicas de petróleo, en 2010, equivalentes a 70 días de importaciones netas o a 168 días de consumo. (Feldhoff: 2011).

 

Por otra parte, Japón no ha dejado de prestar atención a sus empresas multinacionales dispersas en el mundo, para apuntalar y aprovechar la explotación offshore de recursos, especialmente de gas, dado su importante desarrollo en tecnología de punta, proveniente de esta franja portentosa en pleno océano Pacífico.