Cuando el mundo académico global debate temas como que el lenguaje humano (oral o escrito) “es una forma muy ineficiente de transmitir conocimientos” y que es probable que en poco tiempo más, incorporar “bloques de información al cerebro”, tal cual lo hacen las computadoras será la norma; el conflicto “no académico” surgido en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM), me remite a un escenario donde este tipo de discusiones es casi inexistente y donde las definiciones no surgen en función de la calidad de la enseñanza y de cómo mejorarla, sino en razón de la fuerza de los contrincantes políticos que pretenden regir una casa de “estudios superiores”, a partir de quien tiene más recursos económicos con fines personales y de grupo.

Puestas así las cosas, el que este claustro universitario ostente una cantidad importante de publicaciones científicas en revistas de renombre internacional como aporte al mundo científico y académico y/o presente entre sus graduados no ya un premio nobel sino por lo menos figuras reconocidas a nivel de la comunidad global, no es parte del debate universitario perdido en el fandango de una retórica caduca y la acción de “agentes” universitarios desesperados por captar o continuar percibiendo ingresos como el de la renta petrolera que hasta el año pasado le significaba a esta universidad un ingreso anual de Bs 158.724.726 por concepto del Impuesto Directo de los Hidrocarburos (IDH).

Si bien la crisis de los precios del petróleo le recortara a la UAGRM aproximadamente el 43% de sus ingresos derivado del IDH, la pugna por monopolizar este feudo académico que ofrece un enriquecimiento considerable a quienes lo detentan en nombre de la enseñanza y la formación superior, ha mostrado una práctica que debe ser exterminada. Se debe exigir, más allá de nuevas elecciones, la adopción de una política universitaria que priorice la enseñanza antes del enriquecimiento abominable del grupo beneficiado por el voto estudiantil, a nombre del “cogobierno estudiantil”.

El pretender que sean los universitarios, muchos de ellos recién salidos de los colegios los que elijan a sus autoridades, en base al color de la bandera que enarbolan los candidatos o a discursos indescifrables para ellos, es una aberración en sí misma. La crisis del sistema universitario nacional en general y de la UAGRM en particular, exige un nuevo diseño de universidad que implique crear sistemas e instrumentos de evaluación y monitoreo de los progresos en la calidad educativa; introducir innovaciones pedagógicas y tecnológicas que mejoren los programas de enseñanza e investigación; que integren temas relevantes como el acceso a la energía y el cuidado del medio ambiente; y por supuesto una nueva modalidad de selección de administrativos, docentes y autoridades que evite las dispendiosas y escandalosas campañas por el voto estudiantil.

Los mandos universitarios que permitan efectivizar estos retos sin duda que estarán ayudando a resolver un problema estructural de las universidades en Bolivia, sometidas, en su mayoría, a una larga historia de burocracia, ineficiencia y mediocridad debido a una falta objetiva de políticas públicas que apuntalen adecuadamente la enseñanza superior y que ha hecho crisis en el reciente conflicto de la Gabriel. El reto está planteado y es prioritario resolverlo pues de la calidad de las universidades depende el futuro del conjunto de la población y por mucho tiempo este ha sido un tema recurrentemente postergado.

FUENTE: EL DIA