La conflictiva y aun no acabada reforma energética mexicana ha tomado un rumbo impensable

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MÉXICO: la verdadera reforma energética PUEDE LLEGAR DESDE LAS RENOVABLES

La conflictiva y aun no acabada reforma energética mexicana ha tomado un rumbo impensable: priorizar las renovables en un país donde el petróleo no ha dejado de ser capital pero, al mismo tiempo, motivo de innumerables conflictos. El presente dossier le alcanza algunas aproximaciones al respecto.

 

ENERGÍABolivia

 

El caso mexicano resulta paradigmático a la hora de referir por qué el petróleo, un combustible todavía definitivamente indispensable para la vida de la sociedad contemporánea es, al mismo tiempo, una fuente inagotable de problemas para los países que lo contienen, lo explotan, lo producen y lo comercializan.

 

Desde principios del siglo pasado México se posicionó como el mayor productor de petróleo en la región, segundo como exportador y tercero en reservas, estas han disminuido sustancialmente en las últimas dos dé cadas y su ritmo de producción también ha menguado mientras sus diferentes gobiernos no han resuelto adecuadamente el vínculo entre petróleo y desarrollo.

 

 

Al momento el sector ostenta una objetiva falta de inversión. Tiene un menor margen de maniobra para explotar y producir crudo, y Pemex ya no está en condiciones de extraer los 2.4 millones de barriles al día (mbd) que había prometido para este año, sino apenas un promedio de alrededor 2.288 mbd, pese a pronósticos de la estatal petrolera.

 

Los expertos de la Agencia Internacional de Energía consideran que si no cambian las cosas, el ritmo de producción podría seguir menguando a niveles que no se veían desde mediados de los años noventa.

 

De manera que la actual realidad hidrocarburífera de México se puede resumir de la siguiente manera: precios internacionales deprimidos, reducción de la capacidad de importación de petróleo por parte de Estados Unidos al mejorar su autoabastecimiento energético, y una capacidad más limitada de México de bombear crudo (Bloomberg).

 

HACIA LA LIBERALIZACIÓN

 

En 1938 se funda la Empresa Petróleos Mexicanos (Pemex) como la única operadora de hidrocarburos en el país, en el marco de una estrategia de desarrollo de protección al mercado interno, a través de barreras arancelarias y no arancelarias que mantuvieron al aparato productivo virtualmente aislado de la competencia internacional. (Ruiz).

 

A inicio de los años ochenta, este modelo de desarrollo que había asegurado el crecimiento económico y la estabilidad política en México por varios años, entra en crisis y durante la presidencia de Miguel de la Madrid, se da curso a medidas de corte neoliberal, con la venta y privatización de empresas paraestatales.

 

Los gobiernos posteriores de Salinas y Zedillo profundizan estas medidas pasando por Vicente Fox quien intenta privatizar Pemex sin éxito hasta el gobierno de Peña Nieto cuando se da curso a lo que para muchos fue “la reforma energética más significativa de la nación” (Ruiz), y que dio inicio a lo que inicialmente se calificó como “el mexican moment”

 

En este marco y después de siete décadas de un manejo estatal del sector de los hidrocarburos, el gobierno de Enrique Peña Nieto inaugura un proceso de reformas estructurales hacia la liberalización de la economía mexicana, donde precisamente destaca la reforma energética por su apertura total al capital privado extranjero y sus perspectivas halagüeñas.

 

La nueva reforma permite nuevos modelos de contratación: licencias, producción y ganancias compartidas. Pemex se mantiene como propiedad del estado; sin embargo, se le da más autonomía en la parte presupuestaria y administrativa, y a su vez, se vuelve un competidor más por los nuevos proyectos. Asimismo, se abre la inversión privada en el sector eléctrico. (Ruiz).

 

Sin embargo, distintas lecturas al 2016 coinciden en que el crecimiento de entre 5 y 6% derivado de la puesta en marcha de estas reformas estructurales, particularmente de la reforma energética, no va a llegar, por lo menos durante la presente coyuntura de precios bajos del petróleo

 

Si bien se reconoce que la apertura del sector energético puede aumentar la productividad del mismo, así como transparentar las operaciones de Pemex y hacerlas más eficientes y, sobre todo, reducir la dependencia del gobierno de los ingresos petroleros, persisten una serie de debilidades a nivel de la reforma energética.

 

Las más visibles al respecto resultan ser las vinculadas a la exploración y explotación de los shales y sus consecuencias medioambientales, el débil apoyo al sector de las renovables y la ausencia de un clima de seguridad garantizado que evite los riesgos asociados a la delincuencia y el narcotráfico, especialmente en regiones del norte del país donde se encuentran grandes reservas de hidrocarburos

 

EXPECTATIVAS DE LA REFORMA ENERGÉTICA

 

Con todo, la reforma energética de Peña Nieto está en marcha y busca, según el propio gobierno: 1) participar exitosamente en un contexto económico global, extremadamente competitivo; 2) reducir el costo de los energéticos, y 3) alcanzar desarrollo social y económico para el país, en base a la apertura del sector a la inversión privada externa para la exploración y producción, industrialización, transporte y almacenamiento de hidrocarburos, así como la generación eléctrica.

 

Fuentes gubernamentales señalan que los 3.9 billones de pesos proyectados en el Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018 (PNI) para el sector energético, representan 50% del total de inversión en infraestructura establecido en dicho plan.

 

En esta línea el gobierno ha puesto en oferta 914 áreas hidrocarburíferas en 4 Rondas a partir de 2015 y hasta 2019. En total contempla 178,554 kilómetros cuadrados, que representan 244 campos petroleros, 379 bloques de exploración convencional y 291 bloques de exploración no convencional. (CNN Expansión, 2015).

 

Los resultados de la Ronda Cero fueron calificados como “un fracaso” y el gobierno tuvo que reconocer que debido a la crisis de los precios del crudo y la sobreoferta de petróleo en el mundo, el capital internacional está “escurridizo” porque además tiene una oferta de aproximadamente dos mil bloques petroleros para explotación, alrededor del mundo.

 

Por otro lado, con los precios bajos, la extracción en aguas profundas ha quedado definitivamente postergada para el largo plazo en un momento cuando las grandes corporaciones petroleras están recortando costos y ahorrando efectivo para proteger sus dividendos. (Krauss, 2015)

 

Estas circunstancias han desbaratado las expectativas iniciales del gobierno de que si la instauración de las leyes secundarias es exitosa y, sobre todo, si se crea un ambiente de confianza, transparencia y certidumbre jurídica para los inversionistas, la reforma podría apuntalar de forma significativa el fortalecimiento de la economía mexicana.

 

LA SITUACIÓN NO ES DE LA MEJOR

 

Pese a que en el golfo de México se ubica el 50% de los recursos prospectivos de reservas de crudo de este país, representando 26,600 millones de barriles y que en materia de shale gas, México posee la sexta reserva internacional, avalada en 600 billones de pies cúbicos (ft3); y posee 61 billones de ft3 de gas natural, la situación no es de la mejor. Por el momento, de los 2.288 millones de barriles de crudo diarios que se producen,1.2 millones se destinan a la refinación local, y el resto (1.3 millones) se exporta. Según fuentes del gobierno, esta dinámica obliga a que México importe 49% de la gasolina que necesita, así como 32% del diésel, 40% del gas natural, y 65% de los petroquímicos que requiere el consumo nacional.

 

El objetivo último de la reforma energética era que México logre precisamente la autosuficiencia energética; incremente su competitividad en el precio de energéticos a favor de la industria nacional; maximice los ingresos derivados de dichas actividades, y garantice la estabilidad económica del país, a través de un desarrollo económico y social sostenido, en el mediano y largo plazo.

 

En el día a día, los discursos de Peña Nieto remarcando la posibilidad de convertirse “en el primer destino de la inversión nacional y extranjera” para reactivar el sector petrolero, van perdiendo fuerza.

 

Lo pero es que la postura presidencial tampoco ha dejado de agudizar situaciones de violencia entre colectivos que rechazan su política de puertas abiertas a la inversión extranjera, al punto que alguna prensa sostiene que el reciente conflicto en Oxaca, con la matanza demaestros, tenía como telón de fondo la oposición a su régimen de concesiones mineras y territorios para la exploración hidrocarburífera en esa región.

 

CONDICIONES DE PRECIO

 

Sin embargo de este ambiente convulso, de las condiciones globales adversas y de reticencias a la reforma energética planteada por Peña Nieto, hay versiones que no dejan de destacar buenas perspectivas para el sector petrolero mexicano, pese a la situación deficitaria de Pemex, al derrumbe de los precios del petróleo y a la reducción de sus programas de inversión efectuadas por las petroleras, justo cuando México iniciaba la licitación de sus campos.

 

Muchos analistas aun consideran que después de las primeras apuestas mexicanas que en realidad tuvieron poco o ningún éxito como la Ronda Cero, las competencias a favor de la exploración en este país no pararan, debido a las condiciones de precio y pese a que la apertura petrolera mexicana parecería haber llegado en el peor momento.

 

En efecto, cuando se aprobaba la reforma energética, en diciembre de 2013, el precio del petróleo rondaba los US$111 el barril y cuando el gobierno realizó la primera convocatoria de la Ronda Uno, en diciembre de 2014, el precio se había derrumbado a US$63/b y el 2015 Pemex reportaba una pérdida neta de US$39.640 millones. (Bloomberg).

 

Al momento, México parece estar haciendo esfuerzos por reinventarse. Se ha ordenado una reorganización de Pemex, se ajustaron las condiciones para las siguientes licitaciones, las que según el gobierno han sido exitosas y en los últimos meses se han realizado tres rondas de licitaciones, donde se adjudicaron 30 contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos y se ha operado un boom en la adquisición y reprocesamiento de información existente. (Excelsior).

 

“El hecho de que México sea testigo de los mayores levantamientos sísmicos de distintas tecnologías en la historia petrolera es una muestra de confianza de que vamos en el camino correcto y que las futuras rondas petroleras en México tendrán más y mejor información. Todo esto a pesar de la crisis de los precios del petróleo”, dijo Peña Nieto en una de sus últimas apreciaciones sobre el sector.

 

Con todo, persiste la demanda de “plantear una estrategia nacional de energía que contemple respuestas al declive y agotamiento de la producción de petróleo, para evitar que la futura demanda de energía en el país se resuelva con base en la importación”. (Ocampo).

 

DEL SECTOR ELÉCTRICO

 

El sector donde la reforma energética parece haber tenido mayor relevancia es el eléctrico, en virtud a la participación de las energías renovables –la solar y la eólica en la primera subasta eléctrica de largo plazo. (Energía a debate)

 

En efecto, el desempeño de la energía solar en la primera subasta ha terminado siendo un factor apreciable en los planes de reformar el sector energético mexicano pues se ha logrado comprometer casi 2 mil millones de dólares de inversiones en proyectos solares.

 

La energía eólica también vive un gran despegue, que confirma la creciente competitividad de las energías renovables, incluso frente a fuentes fósiles con precios castigados. Mientras tanto, los bajos precios del crudo no le facilitan a Pemex lograr asociaciones contractuales con privados bajo los esquemas que le brinda la Reforma (Energía a debate).

 

Lo que vemos ahora en México es parte de una nueva tendencia energética global. Datos del programa ambiental de las Naciones Unidas y de Bloomberg Energy Finance indican que las inversiones globales en energía renovable, excluyendo las grandes hidroeléctricas, alcanzaron un nuevo récord de 286 mil millones de dólares en el año 2015, seis veces más que hace una década. (Moreno).

 

Además, la tendencia global es hacia compañías energéticas más pequeñas y generación eléctrica distribuida, ya no es de monopolios. Siendo así, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) debería priorizar el ordenar su estructura financiera y afinar sus habilidades empresariales, en vez de estar haciendo política de bajos precios, si no queremos reeditar descalabros como el de Pemex, que ya contagia al resto de la economía al comprometer la calidad crediticia del país. (Moreno).

 

El petróleo es vital aún, pero casi invariablemente es fuente de problemas, sobre todo en México por el inepto manejo de los pasivos financieros y laborales de Pemex y por la densidad de población que genera contingencias ambientales. En adelante, las políticas públicas deben privilegiar la transición a energías limpias, no la política petrolera. Ésa será la verdadera Reforma Energética. (Moreno).

 

Es urgente plantear una estrategia nacional de energía que contemple respuestas al declive y agotamiento de la producción de petróleo, para evitar que la futura demanda de energía en el país se resuelva con base en la importación.

 

…las políticas públicas deben privilegiar la transición a energías limpias, no la política petrolera…”