Uruguay está provocando miradas de manera persistente. Tiene un sistema educativo laico, gratuito y obligatorio, en un territorio con poco más de 3 millones de habitantes que insisten en ver la vida de manera peculiar en temas de país. Para ratificar esto que digo, atendamos una noticia reciente: el Poder Ejecutivo envió en marzo al Parlamento un proyecto de Ley que permitirá que el desarrollo de la generación fotovoltaica pueda, eventualmente, basarse en equipos de fabricación nacional.


El director de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas del Uruguay (UTE), Wálter Sosa dos Santos, informó recientemente a ENERGÍABolivia que para ello el proyecto establece un régimen de devolución del IVA en las compras en plaza e importaciones de los bienes y servicios destinados a la fabricación de paneles solares para la generación de energía fotovoltaica.

Además, el Poder Ejecutivo exonerará de todo recargo, incluso el recargo mínimo, el Impuesto Aduanero Único a la Importación, la Tasa de Movilización de Bultos, la Tasa Consular y en general todo tributo cuya aplicación corresponda en ocasión de la importación, incluido el IVA, a los bienes destinados a integrar el costo de los paneles solares para la generación de energía fotovoltaica, siempre que hayan sido declarados no competitivos con la industria nacional de ese país.

Sosa refiere que desde el inicio del proceso de incorporación de energías renovables no convencionales ha estado presente la voluntad de acompañar el mismo con el desarrollo de la industria nacional que provea equipos, o componentes para su utilización, remarcando que en ese sentido han sido aprobadas diversas medidas para la promoción de inversiones en el sector.

Estas decisiones dan cuenta que Uruguay, históricamente apegado a la energía renovable hidroeléctrica, viene fortaleciendo desde el 2006 un proceso de transformación de su matriz energética con la incorporación de energía de fuentes renovables sustitutivas de las de origen fósil para asegurar su abastecimiento, disminuir la vulnerabilidad de costos entre un año seco y otro lluvioso, reducir el costo de abastecimiento de la demanda y aumentar su soberanía energética en un escenario precario a nivel de recursos energéticos.

Otro dato al margen, el gobierno de Tabaré Vázquez acaba de ponerle paños fríos a la fiebre del fracking en el sector petrolero e insistir, de todos modos, en las renovables. En efecto, el presidente uruguayo prometió no usar esta técnica en eventuales exploraciones en tierra, y se reunió con representantes de todos los partidos de la oposición para negociar una política de Estado que le confiera sustentabilidad frente a tres grandes petroleras como Total, ExxonMobil y Statoil que están realizando una significativa perforación offshore, dirigida a determinar las posibilidades hidrocarburíferas de ese país. Al momento no se sabe si esta decisión está promovida por el derrumbe de los precios del petróleo y del gas que ha terminado afectando a la propia industria de los hidrocarburos no convencionales o por una simple tendencia a favor del medio ambiente.

En relación al apuntalamiento de la industria nacional para la generación fotovoltaica, habrá que decir, también, que estas decisiones, que muestran una clara tendencia por las renovables, pueden confrontar situaciones complicadas de competitividad frente a equipos y tecnología por ejemplo china, que cuenta con mano de obra barata, una generación energética basada en el carbón y por tanto menos costosa; permitiendo que la iniciativa termine siendo, en los hechos, un simple manual de buenas intenciones, sobre todo si la idea de optar por las renovables, no es asumida en términos globales. Un tema que, sin duda, amerita un debate puntual.


FUENTE: EL DÍA