Qué interesante sería contar en Bolivia con una Agencia de Investigación en Energía público-privada y desayunarnos con noticias que hablen de desarrollo tecnológico bajo la premisa de mejorar la generación de energía a partir de fuentes renovables, y que refieran la impronta de proyectos energéticos que nos marquen una ruta hacia un futuro sostenible.
Los países que han hecho posible esta gestión favorable al desarrollo de la ciencia, la investigación y la tecnología,dentro del sector energético, tienen sin duda una tradición y un recorrido más largo que el nuestro y, por supuesto, un Estado fuerte que, incluso, ha financiado iniciativas privadas y ha impulsado la creación de mercados que si bien al momento no nos presentan escenarios sostenibles en materia energética, nos remiten a importantes esfuerzos.

Es significativo destacar que esto tiene que ver con una idea distante del Estado interventor, asistencialista, ineficiente y corrupto y está asociada con un Estado  de nuevo tipo,“emprendedor” y eficiente, por lo que me permito considerarla importancia de repensar la incorporación de la figura del Consejo de Estado, dentro de la Constitución, para permitir una instancia supragubernamental que nos facilite una nueva ruta estatal y un modo distinto de hacer las cosas.

Bajo el paraguas de un Estado fuerte, el sector privado, que hasta ahora ha jugado un rol importantísimo en la innovación científica y el desarrollo tecnológico a nivel mundial, no tendría porqué desaparecer. Por el contrario, podría apuntalar y coincidir con iniciativas estatales referidas al desarrollo, por ejemplo, de fuentes energéticas renovables en el país,  pero, sin miedo a invertir mientras el Estado no tendría pretexto para alejarse de las inversiones. El desarrollo de los profesionales del rubro se vería más estimulado y, adicionalmente, los medios quedarían libres de reproducir, cotidianamente, noticias de parranda, de crónica roja y/o de chismografía barata, como su mayor apuesta informativa.

Todo esto por supuesto que exige reformular nuestras condiciones de participación ciudadana y política; nuestro acceso a la información y nuestro sistema educativo a tiempo de revisar la experiencia de países con trayectoria en el ejercicio ciudadano para ejercer con responsabilidad la planificación de políticas públicas, su monitoreo y vigilancia con el objetivo de, entre otros, desarrollar proyectos energéticos, tecnología e investigación científica en este campo.

Por tanto, al hablar de temas energéticos puntuales y de la importancia de reformular modelos de desarrollo vigentes; se está sugiriendo repensar nuestra ciudadanía y fijar como meta la instauración de un sistema sociopolítico que nos faculte participar en la elaboración de políticas energéticas, educativas y de desarrollo de la ciencia y la tecnología, de manera participativa, permanente y propositiva, bajo la égida de un nuevo armazón estatal que tendría, entre una de sus atribuciones más importantes, la planificación de políticas de Estado.

De ahí para adelante con seguridad que ya no se podría hablar, por ejemplo, de “cumbres borrascosas” para elaborar políticas de Estado, sino de un tejido social consciente de sus derechos y altamente informado a la hora de contribuir a la consolidación de una gestión público-privada, también en el sector energético, que debido a su propia naturaleza demanda planificación y tiempos largos de implementación en materia de proyectos.

FUENTE: EL DÍA