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El Presidente de Bolivia y los personeros de YPFB, a tiempo de inaugurar la nueva Unidad de Isomerización, han anunciado que el país ya no tendrá la necesidad de importar gasolina ni aditivos para tal efecto.

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La REFINACIÓN DE HIDROCARBUROS en Bolivia

El Presidente de Bolivia y los personeros de YPFB, a tiempo de inaugurar la nueva Unidad de Isomerización, han anunciado que el país ya no tendrá la necesidad de importar gasolina ni aditivos para tal efecto. Una noticia importante sin duda, que da pie para presentar a nuestros lectores un análisis de situación de la refinación de hidrocarburos en Bolivia, y de sus perspectivas en el futuro inmediato.

 

ENERGÍABolivia

 

Los hidrocarburos líquidos (petróleo, condensado y gasolina natural) que surgen del subsuelo no tienen ninguna aplicación práctica directa; para conferirles utilidad tienen que ser procesados. Refinados es el término técnico que se utiliza en la industria para describir el proceso de destilación por calor que permite la separación y extracción de combustibles de esa peculiar mezcla que es el petróleo crudo (denominación genérica para los hidrocarburos líquidos previamente a ser refinados).

 

Esta labor se realiza en complejas plantas industriales denominadas refinerías. Como los hidrocarburos líquidos no son una masa uniforme y su composición, densidad y forma varían irregularmente de un campo a otro, las características de las refinerías también varían en función de ello.

 

Así, algunas refinerías están diseñadas para procesar petróleo más pesado, y otras para procesar petróleo más liviano. Algunas cuentan con componentes adicionales como: Plantas de Isomerización, que permiten que las gasolinas de bajo octanaje arrojados por la torre de destilación puedan convertirse en gasolinas de alto octanaje para uso automotriz; Plantas de Hydrocraking, que hacen que las fracciones más pesadas surgidas de la destilación, puedan ser, si vale el término, “alivianadas” para obtener diésel, por ejemplo; Plantas de Lubricantes, que aprovechan el petróleo crudo del cual ya no se puede obtener combustibles para obtener otras aplicaciones necesarias para el transporte y las industrias. Y así un largo etcétera de otros componentes que conforman las refinerías.

 

En este sentido la industria de la refinación tiene un amplio abanico de opciones, pero, ¿cuál es la experiencia de la industria petrolera boliviana a este respecto? ¿Cómo se han configurado las refinerías bolivianas? ¿Cuál es su incidencia en la economía nacional?

 

UNA MIRADA RETROSPECTIVA

 

La primera experiencia de refinación de hidrocarburos en el país surgió el año 1915, en las cercanías de la ciudad de Santa Cruz, de la mano de Miguel Velasco quien, con el fin de aprovechar el petróleo que surgía en fuentes naturales dentro de su hacienda, encargó al industrioso Percy Boland la construcción de un alambique/destiladora. La misma que al funcionar positivamente y permitir el beneficio del petróleo surgente, como señala Hoz de Vila (1988), se convierte en la primera refinería de hidrocarburos del país.

 

“Los primeros productos obtenidos fueron gasolina, kerosén y fuel oíl pesado, combustibles que se comercializaban en Santa Cruz. El fuel oil era usado como lubricante para los ejes de los carretones arrastrados por animales, la nafta servía para el alumbrado en mecheros y la gasolina para los primeros automóviles importados al país” (YPFB Corporación, 2011). Lamentablemente, la experiencia concluyó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los combustibles refinados en el exterior llegaron nuevamente al país y a Santa Cruz, pero, según informa Royuela (1996), a precios menores que los establecidos por Velasco para sus productos, lo que le obligó a cerrar su emprendimiento.

 

Dejando de lado la experiencia acabada de reseñar, puede decirse que la refinación de hidrocarburos, propiamente dicha, inició en Bolivia entre los años 1948 - 1949, cuando se comenzaron a construir las refinerías Carlos Montenegro en Sucre y Gualberto Villarroel en Cochabamba. (Ver Cuadro Nº 1)

 

Paralelamente al funcionamiento de estas refinerías, YPFB se encargó de construir pequeñas plantas de destilación, que los trabajadores llamaban “refinerías de bolsillo”, por ejemplo en Santa Cruz, Camiri y Monteagudo, que aportaban en el abastecimiento de combustibles al país.

 

Así se mantuvo la provisión de combustibles en el país hasta el año 1968, cuando se inició la construcción de la Refinería Guillermo Elder Bell, ubicada en Palmasola, muy cerca de la ciudad de Santa Cruz. Debido a los intensos hechos políticos que se dieron entre los años 1969 – 1971 y sus posteriores consecuencias, la puesta en marcha de este complejo sufrió retrasos considerables. (Ver Cuadro Nº 1)

 

 

Desde su puesta en marcha la Refinería Gualberto Villarroel fue la más grande del país, estatus que mantiene hasta ahora debido a las adecuaciones y ampliaciones que se realizaron a la misma. Desde el año 1980, es preeminente también la producción de la Refinería Guillermo Elder Bell, la segunda más importante del país.

 

Cabe anotar que a principios de la década del 2000, se implementaron también tres pequeñas refinerías, todas en el departamento de Santa Cruz, de las cuales actualmente está en operación sólo una. (Ver Cuadro Nº 1)

 

CAPACIDAD DE REFINACIÓN

 

Los dos complejos de refinación más importantes del país tienen una capacidad instalada de 86.747 barriles por día (BPD), volumen que sumado a la capacidad instalada de la refinería Oro Negro llega casi a los 100 mil BPD. Aunque es necesario aclarar que la capacidad neta de procesamiento de petróleo crudo es actualmente de 66.700 BPD, siendo la capacidad restante precisamente para reprocesar, es decir aprovechar mejor, las fracciones livianas que arrojen las torres de destilación principales. (Ver Cuadro Nº 2)

 

Es de resaltar que esta capacidad de refinación se ha concretado los últimos doce meses. En efecto, en la refinería de Cochabamba, la Torre Atmosférica II se puso en operación a finales de 2014, y la nueva Unidad de Reformación Catalítica ingreso en funcionamiento en diciembre pasado.

 

Algo similar acontece en la refinería de Santa Cruz, si bien las mejoras y ampliaciones de las torres atmosféricas y de las unidades de reformación vienen de un par de años atrás, la Unidad de Isomerización ha ingresado en operación los primeros días de febrero del presente año.

 

En ambas refinerías, las ampliaciones y complementaciones realizadas, aparte de ampliar la capacidad de procesamiento, responden a mejorar la capacidad de procesar petróleo crudo liviano y extraliviano, este último, abundante en Bolivia.

 

Efectivamente, la Estrategia Boliviana de Hidrocarburos, el año 2007, al evaluar el estado de situación de la refinación en Bolivia informaba que las refinerías estaban adecuadas para procesar petróleo crudo de entre 54 y 57 ºAPI; hoy, YPFB refinación informa que las mejoras realizadas le permiten procesar hidrocarburos líquidos de entre 59 y 61 ºAPI.

 

 

Esa adecuación les permitirá a las refinerías aprovechar mejor el petróleo crudo boliviano, especialmente la Unidad de Isomerización que, como se dijo anteriormente, facilita la obtención de mayores volúmenes de gasolina. En ese marco, su implementación y puesta en marcha ha sido tan importante que los personeros de YPFB y el mismo Presidente Evo Morales, han anunciado que se tiene garantizada una oferta de gasolina automotriz superior a la demanda, lo que elimina de plano la importación circunstancial que se hacía de la misma.

 

COMBUSTIBLES PRODUCIDOS

 

Aunque las ampliaciones y complementaciones en las refinerías se han ejecutado los últimos años, lo evidente es que los volúmenes procesados en las mismas han ido en aumento, así como han ido en aumento el volumen de combustibles producidos.

 

El año 2006, por ejemplo, el conjunto de las refinerías bolivianas lograban ofertar hasta 28.000 barriles de combustibles por día; para el año 2015 el volumen ofertado subió hasta 40.000.

 

De ese total, según los últimos datos presentados por YPFB Corporación, el 45,6% es Gasolina Especial; el 42,8% es Diésel; y el 10,5% es Jet Fuel; combustibles que prácticamente constituyen la totalidad de la producción nacional. El restante 1% está compuesto por la Gasolina Premium y el Kerosene.

 

Una mirada de largo plazo (Ver Gráfico Nº 1) constata que la producción de combustibles en el país se ha más que duplicado respecto de los años 80. Específicamente, la producción de Gasolina Especial ha aumentado 2,3 veces; la Diésel 3,6 veces; y la de Jet Fuel 2,6 veces.

 

Los datos presentados también constatan que el aumento ha sido más significativo los últimos 10 años. En efecto, el volumen producido de Gasolina Especial aumentó el 62% respecto al 2006, siendo el combustible de mayor crecimiento. En cambio, en el mismo periodo mencionado, el Jet Fuel y el Diésel aumentaron 42% y 62% respectivamente.

 

 

En las refinerías también se producen volúmenes importantes de Gas licuado de Petróleo (GLP). Una revisión de los datos enseña que el año 2009, las refinerías bolivianas producían 228 toneladas métricas (TM) de este combustible, volumen que subió a 284 TM en el 2015.

Lo relevante aquí, es que con anterioridad a la puesta en marcha de la Planta de Separación de Líquidos de Río Grande, la producción de GLP en refinerías representaba el 40% de toda la producción del país, y era sumamente importante para el abastecimiento del mercado interno. Ahora en cambio, el GLP producido de esta manera sólo representa el 26%, proporción que seguramente bajará una vez que empiece a operar la Planta de Separación de Líquidos del Gran Chaco.

 

DIÉSEL: EL TALÓN DE AQUILES DE LA REFINACIÓN EN BOLIVIA

 

Por lo anotado y por los datos enseñados líneas arriba puede asegurarse que la industria de la refinación en Bolivia ha dado pasos técnicos y organizativos importantes; tantos que actualmente ha espantado los fantasmas del desabastecimiento de gasolinas, abastece el mercado de lubricantes, continua contribuyendo a la provisión de GLP, etc.

 

No obstante, la gran debilidad de la refinación de combustibles en Bolivia está en que todavía no ha logrado satisfacer plenamente los requerimientos de diésel existentes en el país. El año 2015, por ejemplo, en el país se demandaba un promedio de 28.685 BPD, en tanto, el conjunto de las refinerías bolivianas sólo produjeron un promedio de 17.310 BPD; el déficit resultante fue cubierto por medio de la importación de este combustible.

 

Para ser precisos, sin embargo, este problema no debería ser atribuido completamente a las refinerías pues ellas trabajan con el petróleo crudo que los actores del upstream les proveen, es decir, con el petróleo liviano y extraliviano que se produce en el país.

 

Así, aunque las refinerías han ajustado sus procesos para extraer la mayor fracción de combustibles pesados como el diésel, las características del petróleo crudo con el que trabajan no permiten que se extraigan los volúmenes suficientes de diésel para abastecer el mercado nacional.

 

En este sentido, la solución de fondo a este problema está en la exploración y explotación de hidrocarburos y en el tipo de reservorios y la calidad de petróleos que se descubran a futuro.

 

Entre tanto, todo indica que el Estado Boliviano va a seguir consignando en el Presupuesto General del Estado (PGE) el pago de la diferencia entre el precio internacional del diésel y el precio de comercialización dentro del país; diferencia que con la caída del precio internacional del petróleo se ha reducido, pero que en los próximos años volverá a subir.