Esta es una época del año propicia para evaluar desempeños y dar algunas proyecciones porque estamos próximos a concluir una gestión. Bajo el paraguas de la crisis mundial que nos aqueja, 2015 se ha caracterizado por la desaceleración del crecimiento económico de China y la caída de los precios de las materias primas, particularmente del petróleo, que ha generado una gran incertidumbre a nivel global.

Si consideramos la lectura del Fondo Monetario Internacional (FMI), América Latina y el Caribe concluirá este año con una contracción de 0,3% que estaría hablando de la primera caída en el producto de la región desde 2009, generada por la crisis del 2008. Remarca que entre los países más afectados se encuentra Brasil, con una contracción de 3% para este año, y de 1% para 2016.
Para el FMI Venezuela representa una situación más crítica aun: 10% de contracción en 2015, y 6% en 2016, mientras que para Argentina pronostica para este año un crecimiento de apenas 0,4%, y en 2016 una caída de 0,7%.

No deja de reconocer, sin embargo, que la crisis no ha afectado de manera homogénea a la totalidad de la región. En ese marco señala que varios países tienen pronósticos de crecimiento arriba de 2% para este año y el siguiente y se remite concretamente a: Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Uruguay, y Paraguay, agregando que situación similar ocurre con México, mientras que América Central y el Caribe alcanzarían tasas de 3,5%.

Pero la situación va más allá de las cifras, refiere también una crisis que interpela nuevamente a la institucionalidad política de la región tanto de “izquierda” como de “derecha” en su manejo económico, mientras analistas como Eduardo Molina ya hablan del  “fin del proyecto progresista” y de los esfuerzos por la “restauración conservadora”.

En su artículo titulado Economía y Política de los “fines de ciclo” en América Latina, Molina considera que: “La situación en Brasil, donde el gobierno de Dilma impulsa duras medidas de ajuste mientras busca pactar con la derecha en respuesta a la aguda crisis económica y política, es signo elocuente del salto en la decadencia de los gobiernos progresistas en América Latina”.

“No hay márgenes para hacer concesiones significativas a las clases trabajadoras al mismo tiempo que favorecer los negocios del capital. Es preciso pasar a los “ajustes”, y con ello los gobiernos nacionalistas y de centroizquierda profundizan un curso regresivo y de concesiones”, dice precisando que el importante crecimiento de la década anterior, que permitió un aumento de un 80% del PBI latinoamericano, disminución de la pobreza y miseria extremas y del desempleo, además de acceso al consumo de franjas ampliadas de la población trabajadora, no ha significado verdadero “desarrollo”, ni “despegue”.

Asegura que no se ha logrado transformar la ubicación regional subordinada en el mercado mundial, ratificándose su condición básica como proveedora de materias primas, mercado secundario y fuente de rentas monopólicas y valorización financiera.

Desde esta lectura, “la crisis económica ya se está transformando en una extendida inestabilidad política”, y remarca que si bien ésta asume rasgos más notables en la crisis de los gobiernos “populares”, no deja indemnes a los gobiernos de derecha refiriendo la caída de Otto Pérez en medio de grandes movilizaciones en Guatemala, así como la profunda crisis estatal en México, junto al debilitamiento del régimen chileno, que serían muestras de ello.

No hay duda de que “el momento latinoamericano” debe ser leído con las peculiaridades del caso. Sin embargo, parece ser que estamos frente al reto de construir un nuevo tejido de lo colectivo, que nos permita descartar respuestas tramposas y actitudes que niegan sin rubor lo evidente pues hay la urgencia de comprender responsablemente la coyuntura para ver el mediano y el largo plazo de manera más sostenible y, por qué no, ¿efectiva?

FUENTE: EL DIA

AUTORA: Vesna Marinkovic U.