El debate sobre el dossier nuclear boliviano, a partir de lo que serían importantes reservas de uranio no ha comenzado. El tema parece transitar una senda plagada de desinformación, temores y tabúes que no se han resuelto. Cuando se estaba debatiendo el acuerdo entre el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China, Rusia y Alemania) e Irán, el tema fue catalogado como “un sueño”, en el país.

En efecto, en el coloquio convocado por ENERGÍABolivia para conversar sobre las posibilidades de desarrollar en el país una planta nuclear con fines de generación eléctrica y de apuntalar programas de salud, de acuerdo a partes oficiales del Gobierno, José Padilla, exdirector de Hidrocarburos de la Gobernación de Santa Cruz, junto al titular en actual gestión, Herlan Soliz, consideraron que un proyecto de esta envergadura requería de factores que en criterio de ambos no estaban listos.

Opinaron que para implementar una planta nuclear se requiere de recursos humanos cualificados, inversión y tiempo. Soliz acotó que en caso de que este proyecto se materialice se necesitarían 30 años mientras otros países están desechando el uso de la energía nuclear debido principalmente a la inseguridad en el manejo de los desechos, citando el caso de Alemania como el más paradigmático.

Padilla y Soliz señalaron que los riesgos de estas plantas radican no solo en el diseño, sino en la vulnerabilidad que presentan frente a fenómenos naturales o catástrofes, cual fue el caso de la central de Fukushima, coincidiendo en que la generación de energía nuclear no tiene mayores perspectivas en el mundo. “Las plantas nucleares siguen siendo una amenaza para la seguridad de la humanidad y el medio ambiente”, afirmaron.

La temática del coloquio, motivada por el anuncio del Gobierno de Bolivia de ingresar a la era nuclear, arrancó con este inicio de diálogo mientras en Viena se discutía el acuerdo al que finalmente arribaron el Grupo 5+1 e Irán, tras 21 meses de arduas negociaciones y mientras Alemania procedía a desmantelar hasta ahora 7 de sus 16 plantas de generación atómica cuestionando la existencia de 435 plantas en operación en el planeta, 71 en construcción y 139 paradas.

Después del histórico acuerdo entre EEUU e Irán autorizando a Teherán a continuar con su programa nuclear civil y normalizando la presencia de este país en el escenario global, el desacuerdo sobre la escasa seguridad en el destino de los residuos y combustible radioactivo, continuaba y continúa alentando en contra de la energía nuclear que, sin embargo, no deja de ser una alternativa de generación incluso más limpia que la desarrollada por el petróleo y el gas.

Sin embargo, Padilla dijo que prioritariamente debía ser tarea de Estado cuantificar los recursos existentes en Bolivia como el uranio, destacando la importancia de contar con políticas de producción de energía eléctrica, especialmente en la actual coyuntura que ha comenzado a señalar la importancia de la exportación de energía a países vecinos.

En esta línea, tanto Soliz como Padilla coincidieron en que la exportación de energía implica tener mayor cantidad de potencia asegurando que los esfuerzos debían dirigirse hacia las renovables y que “el Gobierno está obligado a realizar todos los proyectos grandes para poder tener 7000 megas de energía”, en una clara alusión a los proyectos hidroeléctricos que, como el de Rositas, continua en el imaginario colectivo de Santa Cruz, vinculado a planes de desarrollo regional.

FUENTE: EL DÍA

AUTORA: VESNA MARINKOVIC