El presente dossier le ofrece una información documentada sobre la hidroelectricidad en el país que inicialmente surge para cubrir la demanda de electricidad de algunas actividades mineras y del crecimiento de las ciudades, principalmente.

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Potencial y aprovechamiento de la hidroenergía en Bolivia

El presente dossier le ofrece una información documentada sobre la hidroelectricidad en el país que inicialmente surge para cubrir la demanda de electricidad de algunas actividades mineras y del crecimiento de las ciudades, principalmente.

 

ENERGÍABolivia

 

En Bolivia comenzó a usarse la hidroelectricidad a principios del Siglo XX. Las primeras plantas hidroeléctricas que se construyeron fueron las de Landara (1902) y Cayara (1908) ambas en Potosí; Angosto de San Luis (1908) en Tarija; Achachicala (1909) en La Paz; Durasnillo (1908) en Chuquisaca.

 

Las hidroeléctricas surgieron para cubrir la demanda de electricidad de algunas actividades mineras y del crecimiento de las ciudades, principalmente. Hasta 1930 se habían construido las plantas hidroeléctricas de Chocaya en Cochabamba, Italaque en La Paz, Tullma en Chuquisaca y Chaquiri en Potosí. (Ministerio de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente, 1996).

 

Desde esos años hasta la década de 1970 se construyeron la mayor cantidad de plantas hidroeléctricas: Miguillas (1931), Angostura (1936), Kilpani (1936), Botijlaca (1938); Choquetanga (1939), Cuticucho (1942), Santa Rosa (1952), Sainani (1956), Chojlla (1962), Carabuco (1958), Punutuma (1963), Chururaqui (1966), Corani (1967), Harca (1969), Santa Isabel (1973), Cahua (1974); muchas de las cuales, luego de haber ampliado su capacidad de generación y de haber renovado sus unidades de generación, continúan en funcionamiento actualmente.

 

Luego de esos años de auge de la hidroelectricidad en el país (recuérdese que la misma había desplazado la autoproducción de electricidad, generada por diésel, en los principales centros mineros del país, y se había constituido en la principal fuente de generación eléctrica a nivel nacional), hubo un evidente freno en la construcción de más hidroeléctricas; de hecho, las últimas en ser construidas fueron la de San Jacinto (1989), Zongo (1997), Tiquimani (1997), Huaji (1999), Yanacachi Norte (2002), Qehata (2007).

 

En la década de 1980 el veto al mayor aprovechamiento de la hidroenergía, encuentra explicación en la crisis económica que atravesaba el país, que había reducido, sino eliminado completamente, las capacidades de inversión de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE). A partir de la década de 1990 ese freno se explica, principalmente, por los elevados montos de inversión que exige la construcción de una central hidroeléctrica, frente a una lenta recuperación de la misma; esto, sumado al hecho de la instauración de un precio preferencial (muy reducido) para el gas natural utilizado para generación eléctrica, ha ocasionado que sean más convenientes, financieramente hablando, las inversiones en termoeléctricas que en hidroeléctricas.

 

En ese marco, conviene preguntarse si se está aprovechando adecuadamente el potencial hidroeléctrico existente en el país; si hay condiciones para poder aprovecharlo plenamente; cuáles son los planes de ENDE al respecto, ahora que, de acuerdo a la Constitución, es la única responsable de desarrollar la industria eléctrica en el país.

 

POTENCIAL HIDROELÉCTRICO DE BOLIVIA

 

Sin embargo de la temprana introducción de este tipo de tecnología al país y de su relativo auge hasta la década de 1970, recién en la década de 1960 ENDE “llevó a cabo un extenso plan de instalaciones hidrometereológicas y climatológicas que permitieron por primera vez la cuantificación y evaluación del potencial hidroenergético de Bolivia en sus tres cuencas mayores: del Amazonas, del Río de La Plata, y cuenca del Altiplano.

 

Este trabajo, que se concentró principalmente en las cuencas altas del río Beni y el río Mamoré y en los cauces principales de los ríos Grande, Pilcomayo y Bermejo, fue complementado con levantamientos aerofotogramétricos, cartográficos y geológicos en las áreas de mayor interés para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos en Bolivia” (Empresa Nacional de Electricidad, 1993a)

 

 

Para la primera mitad de la dé- cada de 1980, producto de esa extensa recolección de datos, su procesamiento y análisis, ENDE junto con la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) concluyó la evaluación general de los recursos hidroenergéticos de Bolivia y concretó una idea cabal del potencial existente en el país.

 

Territorialmente la “mayor concentración del recursos hidropotencial en el país se encuentra en la vertiente este de la Cordillera Oriental [Ver Gráfico]. Consiste en una franja territorial que tiene su inicio en la Cordillera de Apolobamba y se extiende por la de Muñecas, Real de la Paz, Tres Cruces, Santa vera Cruz y Cochabamba. Abarca una longitud de aproximadamente 350 Km. y un ancho promedio de 100 km” (Montes de Oca, 2005).

 

Revisando el potencial por cuencas se confirma que el mayor potencial se encuentra en el Amazonas (Ver Cuadro Nº 1), situación que se explica porque es la región que cuenta con los ríos de mayor caudal y permanente escurrimiento, debido a que recibe las mayores precipitaciones del país, en época seca se beneficia del deshielo de la Cordillera, y también porque cuenta con las caídas de agua con pendiente alta debido a su colindancia con los Andes.

 

Al Amazonas le sigue la Cuenca del Río de La Plata (Ver Cuadro Nº 1), cuyos principales ríos, desde la perspectiva hidroeléctrica, son el Pilcomayo y el Bermejo, junto a sus afluentes como los ríos Pilaya, Cotagaita, San Juan del Oro, y Tarija; sin embargo, el arrastre de un considerable volumen de sedimentos en todos estos ríos los hace poco atractivos en primera instancia.

 

 

Posteriormente se encuentra la Cuenca del Altiplano o Endorreica (Ver Cuadro Nº 1), cuyo reducido potencial está concentrado en los afluentes del Lago Titicaca, el río Desaguadero, y los salares. Gracias a los estudios realizados, ENDE identificó también 81 proyectos hidroeléctricos con una Potencia superior a los 7 MW; que en conjunto significan una Potencia instalable de 11.805 MW, capaces de generar 55.141 GWh de energía. Los proyectos de mayor envergadura están reflejados en el Cuadro Nº 2.

 

De los estudios realizados por ENDE y OLADE (1984), puede concluirse que el potencial energético que posee el país, debido a sus características orográficas, puede ser aprovechado aplicando centrales hidroeléctricas, que clasificadas por el uso que hacen del agua pueden ser: de agua fluente, de agua embalsada, de regulación y de bombeo; si se las clasifica en función del salto de agua o la pendiente, pueden aplicarse centrales hidroeléctricas de alta, media y baja presión.

 

 

Cabe anotar que a la fecha no existe un estudio que haya identificado “todos aquellos lugares donde sea posible instalar Micro Centrales Hidroeléctricas (MCH), es decir, generadores hidroeléctricos con una potencia igual o menor a los 2MW; sin embargo, la especial configuración fisiográfica del país, permite presuponer que hay amplias opciones para aprovechar los caudales y caídas menores de agua” (Fernandez Fuentes & Rodríguez Cáceres, 2012).

 

Al respecto Gernot Ruths (1990) en un primer acercamiento a este asunto, estimó que los costos de implementación de una MCH puede estar alrededor de 1.000 dólares (de 1990) por kilovatio, en áreas de alto potencial; y llegar hasta los 2.500 dólares en zonas de potencial medio.

 

APROVECHAMIENTO DE LA HIDROENERGÍA EN BOLIVIA. SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS

 

De acuerdo a la última información brindada por la Autoridad de Electricidad (2014) siete empresas operan 25 centrales hidroeléctricas, que cuentan con 53 unidades generadoras. Lo que en términos de Potencia Instalada son equivalentes a 493,2 Megavatios (MW), capaces de generar 2.535 Gigavatios de energía al año. (Ver Cuadro Nº 3).

 

Los datos acabados de presentar evidencian que la Potencia Instalada y la Generación Bruta Anual de hidroelectricidad representan: el 1,24% y el 1,42% respectivamente, de todo el potencial existente en el país. Si se hace el cálculo de la proporción en relación a los proyectos inventariados, dichos porcentajes suben al 4,18% y 4,60% respectivamente. Lo que permite concluir que el potencial hidroenergético boliviano, prácticamente, todavía no ha sido aprovechado.

 

En línea contraria a lo acontecido en las décadas de 1980, 1990 y 2000; específicamente, a partir de la nacionalización del sector eléctrico y la estructuración de ENDE Corporación, los proyectos hidroeléctricos han vuelto a ingresar en los planes del sector y en la política gubernamental. En efecto, actualmente se tienen identificados y en avance nueve proyectos, cuya realización equivale a una Potencia Instalada de 6.600 MW. (Ver Cuadro Nº 4).

 

Las centrales hidroeléctricas de Misicuni, San José y Miguillas están actualmente en construcción, y se espera su entrada en operación, de acuerdo con a las declaraciones del Ministro del ramo, para el 2016, 2017 y 2019 respectivamente. A su vez, la hidroeléctrica Rositas se encuentra en la etapa de diseño final; y los otros cinco proyectos, entre los que destacan la hidroeléctrica del Angosto del Bala, el Complejo del Río Madera y Cachuela Esperanza, se encuentran en la etapa de identificación y diseño conceptual; La primera a cargo de la empresa italiana Geodata Engineering S.A; y las últimas a cargo de un Comité Técnico Binacional (Bolivia – Brasil) conformado para tal efecto.