Están los medios en una dinámica de socialización de los procesos de construcción identitaria en Bolivia? ¿Difundir encuentros y/o desencuentros como los protagonizados por la ministra Marianela Paco y sus oponentes, en el programa QNMP, puede ser interpretado como un ejemplo de esta situación?

Reflexionar sobre las condiciones de construcción identitaria en una Bolivia con una interculturalidad tan difícil y compleja no es una tarea simple pero es importante abordarla desde el quehacer de los medios de información porque son ellos los que tienen mayores posibilidades de mostrar lo que está pasando con este tipo de procesos en el país.

Habrá que empezar diciendo que la identidad de una persona es lo que ella implica en esencia: origen, familia, educación, religión, género, opción sexual, etc.,etc. Son características que hacen a las personas de una forma y no de otra; de manera individual pero también como representante de un determinado grupo social o comunidad. Bajo este criterio, los bolivianos somos muchas identidades que por años hemos vivido ignorándonos, soportándonos y en otros casos rechazándonos de manera violenta. El sometimiento de unos contra otros también ha sido una opción válida que no ha concluido.

El  aparteith que se sentía y se escuchaba en los micros, se vivía en las iglesias y se observaba en las reuniones sociales ha sido una constante y no se podría decir que ahora ha terminado; persiste, solo que de manera distinta aunque también se ha aprendido a mirar al “otro” como algo interesante y se han ido perdiendo algunos miedos. Sin embargo, las tensiones continúan y las agresiones también: “la sombreruda”, “el khara”, etc., etc., etc., son apreciaciones que contienen una clara y concreta rabia en contra del otro.

En esta dinámica, los medios, en su tarea de visibilizar lo que ocurre en el país, ofrecen enfrentamientos verbales entre oponentes políticos como menú cotidiano y desde esa perspectiva no dejan de socializar, en efecto, algunas de las identidades que habitan Bolivia. Premeditadamente o no, exponen coyuntura pero además presentan la tradicional forma de relacionamiento que tiene la clase política sea esta de pollera o de vestido.

La agresividad no está ausente, como no la estuvo en años de esquemas políticos anteriores. La imposibilidad de escuchar al otro tampoco y, consiguientemente, parece que en todos los tiempos esta ha sido una inmutable costumbre de la clase que detenta el poder; matices más, matices menos. Solo que ahora los actores lucen un poco diferentes y esto irrita a unos, sorprende a otros y agrada probablemente a la mayoría.

En Europa les ha tomado siglos aceptarse y no lo han hecho totalmente; los conflictos interraciales y religiosos continúan y esto provoca pensar que en esta Bolivia tan diversa desde siempre, este proceso nos llevara toda una vida y la mitad de la otra. Se me ocurre cavilar que esto será así sobre todo si continuamos alentando el odio frente al otro, la intolerancia y, especialmente, si continuamos sin escucharnos.

El conflicto potosino ha inducido este intento de análisis permitiendo concluir que, por el momento, el ámbito público está siendo utilizado sobre todo para la agresión y se observa una difusa presentación de propuestas frente a obesas demandas además de una objetiva ausencia de método para conversar entre los actores protagónicos de la agenda social y política en el país. ¿Debería ser este un tema de Gabinete Ministerial? Solo pregunto.

FUENTE: EL DÍA

A
UTORA: VESNA MARINKOVIC