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Bogotá. El 25 de octubre de 2012, la empresa mexicana Blastinaval suscribió un contrato con Ecopetrol, superior a los $133.000 millones, para la construcción y montaje de proyectos de producción y exploración petrolera en la región de la Orinoquia. Dicha contratación terminaba el 31 de diciembre de 2013. Sin embargo, como suele suceder con la contratación en Colombia, para esa fecha las obras no se habían terminado y Ecopetrol, argumentando que hasta ese entonces no se habían reportado incumplimientos, decidió prorrogar el contrato por un año más.
 
 
En consecuencia, la firma Blastinaval decidió contratar a varias empresas ferreteras colombianas para que le suministraran tuberías, válvulas, accesorios, grúas y petroquímicos, entre otros insumos que necesitaba para su operación en Colombia. Durante 2013, la empresa mexicana pagó a algunas ferreteras cumplidamente y a otras no tanto. Éstas últimas entendieron los retrasos como incumplimientos normales en sus relaciones comerciales. No obstante, en 2014, cuando arrancó la prórroga del contrato, todo cambió y Blastinaval le siguió cumpliendo a Ecopetrol, pero a sus proveedores no.


La firma Intuval, por ejemplo, una de las ferreteras afectadas –todas ellas entre medianas y pequeñas empresas que vieron en la compañía internacional el cliente que los podría hacer crecer–, llegó a despacharle a la mexicana Blastinaval bienes por $1.400 millones. En enero de 2014, afirma Germán Bustos, gerente general de esta compañía, comenzaron a manipular a la gente. “Empezaron a comprarles a unos y a otros proveedores. Les dieron la vuelta a muchas empresas y se endeudaron. Recibimos el último pago en febrero de 2014, de ahí en adelante, ni un peso más. Nos debían $726 millones”.


Savifer, otra de las empresas perjudicadas, le suministró insumos por valor de $346 millones. Inicialmente Blastinaval le abonó $19 millones a comienzos de ese año, pero tampoco le volvió a pagar. A la fecha le adeuda $327 millones. A noviembre de 2014, en total la compañía mexicana les debía a quince empresas colombianas cerca de $3.500 millones. La situación económica para las ferreteras comenzó a agravarse. En el último año, en Intuval han tenido que despedir a 26 trabajadores. En Savifer son 16 las familias perjudicadas.


El resto de las compañías afectadas se encuentran en una situación similar. Ricardo Camacho, presidente de Savifer, sostiene que ha tenido que vender hasta la camisa para poder cumplirles a sus empleados. ”Imagínense que le tengan a usted $800 millones retenidos durante dos años. Con una empresa del tamaño de la nuestra, cualquiera se quiebra”, agrega el gerente de Intuval, quien además recalca que la semana pasada habló con Rafael Barvo, el gerente de la empresa mexicana, y siempre el argumento es el mismo que las ocasiones anteriores: “téngame paciencia, yo le voy a pagar”.


Algunos de los proveedores no soportaron más la presión de sus deudas y, a partir de junio de 2014, decidieron interponer procesos jurídicos contra Blastinaval. Intuval instauró una demanda en el Juzgado 26 Civil del Circuito de Bogotá, el cual falló a su favor, ordenando un embargo a la mexicana por $1.000 millones. El documento señala que Ecopetrol (que pagaba cumplidamente a Blastinaval) debía poner ese dinero a disposición del juzgado y no girarlo a la empresa. Sin embargo, esa orden hasta el momento no se ha cumplido. Ecopetrol argumenta que conoce del embargo, pero no de la orden de entregar ese dinero al juzgado.


José Darío Parra, gerente de operaciones y desarrollo de Campo Castilla, pozo de Ecopetrol en el que Blastinaval desarrolla las operaciones del contrato, indicó en diálogo con El Espectador que ellos no conocen nada de ese fallo. Reconoció los problemas que ha tenido la empresa mexicana para pagarles no solo a sus proveedores, sino también a los trabajadores, y explicó que el contrato tiene una cláusula llamada “cesión anticipada de derechos a favor de Ecopetrol”, que busca que en caso de incumplimientos de las obligaciones del contratista, se pueda disponer de recursos para cancelar los salarios y prestaciones.


Amparados en ese mecanismo, Ecopetrol decidió hacerse cargo de las deudas de Blastinaval con sus empleados y algunos proveedores, dado que desde 2014 se dieron cuenta de que la mexicana tenía serios inconvenientes con el pago de obligaciones. Además, la petrolera anunció la liquidación del contrato con la mexicana, que terminará el próximo 29 de junio. “Tenemos solamente compromiso con el pago a los 1.015 trabajadores y sus prestaciones (…) pero utilizando la cláusula de cesión anticipada comenzamos también a pagarles a algunos proveedores. Son 188 regionales y 42 nacionales. Los contratos con proveedores que hizo Blastinaval están bajo su responsabilidad y no la de Ecopetrol”.


Una de las preguntas que se hacen los gerentes de las ferreteras afectadas es por qué Ecopetrol paga a unas sí y a otras no. La respuesta, según José Darío Parra, es que Blastinaval es la que decide qué empresas vincula a esos pagos. Lo preocupante del caso es que las compañías que no reciben dinero no son sólo diez ferreteras, sino 40 proveedores, según datos que tiene Ecopetrol. “Vamos a usar el ciento por ciento de ese saldo de liquidación para pagar. Los proveedores que no se vean cubiertos en esos pagos deben acudir a las vías judiciales pertinentes para reclamarle a Blastinaval por su incumplimiento”.


Ecopetrol tiene alrededor de 30 de este tipo de contratos a nivel nacional. Varios de ellos están en situación similar al de Blastinaval, es decir, con inconvenientes para pagar a sus proveedores. Para evitar casos como el de la mexicana, en los que su nombre pueda quedar comprometido, Ecopetrol se está blindando con cláusulas en el momento de firmar acuerdos, para proteger a los trabajadores de las compañías con las que pacta. Sin embargo, la estatal petrolera ha dejado claro que el tema de proveedores de bienes y servicios que contratan las empresas no es de su resorte directo.


En definitiva, en medio de la crisis que está viviendo el sector petrolero, la empresa estatal está asumiendo las deudas de Blastinaval con sus empleados. En cuanto a las pequeñas ferreteras les va a tocar, por su cuenta, acudir a las instancias judiciales para trata de cobrar sus cuentas. El Espectador intentó en repetidas oportunidades comunicarse con Rafael Barvo, gerente de Blastinaval, pero no respondió ni llamadas ni mensajes. Su situación refleja otra faceta del negocio del oro negro, que ha visto en los últimos tiempos como se quiebran muchas compañías que les prestaban servicios.

FUENTE: AMERICA ECONOMÍA