Según la CEPAL, la producción de no convencionales (shales) en los países de la región puede colaborar a alcanzar el cumplimiento de objetivos de desarrollo durante las próximas décadas, por lo que su apuesta no parece ser del todo descabellada, pese a los recurrentes cuestionamientos medioambientales que la circundan y al derrumbe de los precios del petróleo. Sin embargo, las proyecciones actuales se inclinan más por proyectos pilotos que por un efectivo proceso de producción de estos hidrocarburos en la región.


Esto pasa por explicar que si bien la  experiencia de los Estados Unidos, en el desarrollo de yacimientos gasíferos no convencionales, se convirtió en paradigmática para varios países de América Latina y el Caribe, en la línea de alcanzar la tan mentada independencia energética (por lo menos hasta el derrumbe de los precios del crudo que comenzó en junio de 2014); estos no han terminado de colocarse como una alternativa concreta en la región debido a problemas de infraestructura y tecnología, que tienen que ver con fuertes niveles de inversión.


De manera que al momento, el posible autoabastecimiento de energía en los países que tienen este recurso; su impacto económico en menores precios de la energía; y, entre otros factores, en el fortalecimiento de la integración energética regional, no son argumentos suficientes ni siquiera para países como Argentina considerada la tercera mayor superficie en yacimientos gasíferos no convencionales en Latinoamérica, a partir de los 800 Tcf confirmados para este país.


En general, los analistas concuerdan en que los reservorios convencionales respecto a los no convencionales presentan menores volúmenes de recurso hidrocarburífero almacenado, pero al ser de menor complejidad geológica requieren de menores precios y tecnología para su extracción, como destaca la revista ENERGÍABolivia en su edición de abril.


La CEPAL remarca que a pesar de que los recursos provenientes de yacimientos no convencionales son significativos en cerca 11.688 billones de pies cúbicos y representan cerca la mitad de los recursos gasíferos totales a nivel mundial, su aporte en la producción pudiera ser menor. Estima que al año 2030 la proporción de la producción acumulada o reservas desarrolladas suministrada por estos yacimientos alcanzaría a cerca del 23% y 10% para el mundo y la región de América Latina y el Caribe, respectivamente.


Queda el mensaje de que desarrollar los recursos de gas natural en yacimientos no convencionales implica una mayor inversión respecto a sus pares convencionales. En este sentido la Agencia Internacional de Energía estima que el costo promedio de inversión por pozo en actividades de perforación y terminación aumentaría de 3 a 8 millones de dólares, debido a la tecnología de fractura hidráulica, la cual asimismo cambia la estructura de costos ya que ahora la mayor parte de la inversión se destina a la actividad de terminación en vez que a la de perforación.


Matheus Nogueira, vicepresidente Schlumberger Business Consulting, dijo a ENERGÍABolivia que para enfrentar esta situación "es necesario primero inversiones significativas para comprobar altos volúmenes de recursos recuperables a bajos costos. Pero para que estas inversiones se materialicen es necesario otras inversiones, iguales o mayores, en por ejemplo infraestructura. De esta forma, si incluimos los desafíos adicionales como técnicos, de eficiencia, regulatorio y ambientales, podemos pensar que no será en un futuro inmediato cuando la  situación vinculada a los shales, sea rentable y viable".

FUENTE: EL DÍA