Con el propósito de indagar sobre la situación forestal en el país, ENERGÍABolivia sostuvo el presente coloquio en el que se aborda la situación de la explotación maderera, su sostenibilidad social y medioambiental ante los desafíos existentes.

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La explotación forestal en Bolivia, un sector crítico para el Gobierno


Un diálogo necesario en tiempos de generar una nueva conciencia ecológica.

 

Pablo Javier Deheza

 

Abriendo el coloquio, Martha Bernabet, docente de la Universidad Nacional Ecológica y directora de la Fundación Conservación y Desarrollo Bolivia, precisó que Bolivia cuenta con 53 millones de hectáreas de bosques, de las cuales 28 constituyen el área productiva. De todo este potencial, en el país sólo seis millones de hectáreas se encuentran bajo manejo.

 

“Sobre el resto, no sabemos qué es lo que pasa en cuanto a desmontes o explotación”, apuntó. Prosiguió señalando que “sobre las seis millones de hectáreas bajo manejo, el país trabajó en procesos de certificación. En un determinado momento se llegó a tener casi dos millones de hectáreas bajo manejo certificado”, dijo.

 

En su visión, los productores del sector forestal están con dificultades para poder seguir en el mercado. Apuntó que según los datos del IBCE, los indicadores sobre las exportaciones forestales continúan decreciendo, tanto en volúmenes como en valor.

 

 

Esto también se ve complicado por el manejo que se hizo en el pasado de los recursos forestales. “Por ejemplo está la mara, hoy comercialmente extinta. Si bien la tenemos en reservorios, para fines comerciales ya no está disponible en las cantidades que se manejaron hasta 2005. Esto se ve incentivado por el precio selectivo que se tiene en los mercados internacionales”, indicó.

 

LA SITUACIÓN DE LAS EXPORTACIONES

 

Redmy Padilla, jefe nacional de Fiscalización y Control de la ABT, señaló que desde 2012 al presente la exportación de madera se ha visto reducida en un 50%. Según explicó, las causas para esto están en que “se ha tratado de industrializar el producto acá, procurando enviar bienes ya procesados. Lamentablemente en los tres últimos años no se ha visto la inversión necesaria para estos fines”.

 

“Se prohibió la exportación de ciertas maderas, porque de aquí las estaban sacando casi en troncas. Con la maquinaria local sólo sacaban la cáscara y eso se exportaba hacia China, Estados Unidos o Ecuador; lugares con mayor tecnología y donde aprovechan al máximo la madera. En este periodo el fin del gobierno fue traer ese tipo de maquinarias, pero por las razones ya expuestas, eso no prosperó”, apuntó.

 

Padilla relató cómo en ese mismo periodo tuvo lugar el cierre de una empresa laminadora en San Ignacio de Velasco, hecho que, de acuerdo a su percepción, acrecentó los temores entre los posibles emprendedores.

 

EL COSTO DE LA CONCIENCIA ECOLÓGICA

 

Liliana Rodríguez, jefe de la carrera de ingeniería ambiental de la Universidad Nacional Ecológica, indicó que “en otros países importa bastante el sello verde, la conciencia ambiental. Hacer en Bolivia que nuestros productores hagan esto significa incrementar sus costos. Por esta razón hoy en día tenemos dificultades para lograr una producción sostenible, principalmente cuando toca abastecer nuestro mercado interno”.

 

Indicó que en otros países se establecen diferencias entre los productos terminados, por ejemplo muebles, dependiendo si tienen o no sello verde. Tanto para los productores como para los consumidores “tener conciencia ambiental es caro, aquí y en todas partes del mundo”, precisó.

 

“En el sector maderero priorizamos lo económico y soslayamos los elementos sociales y medioambientales”, sostuvo Rodríguez.

 

LA REALIDAD DE LA PRODUCCIÓN MADERERA

 

Martha Bernabet indicó que Bolivia cuenta con seis áreas boscosas, pero que la gran actividad extractiva tiene lugar en la región amazónica. “Ahí están presentes 303 especies, de las cuales se utiliza menos de veinte”, apuntó. Liliana Rodríguez refirió que la cultura de trabajo del productor forestal es extractivista y que por lo tanto, en general, prima la satisfacción económica inmediata. “Lastimosamente estamos así: le interesa producir, extraer y comercializar. Los pasivos ambientales que estamos teniendo son inmensos, pese a contar con una normativa bien consolidada”, remarcó.

 

LOS DESAFÍOS PARA EL CONTROL DE LOS BOSQUES

 

Liliana Rodriguez relató, “soy de Pando, de Cobija, siempre les cuento a mis estudiantes que cuando era niña tuve la oportunidad de ver un árbol de mara donde para abrazarlo se necesitaban doce personas. Hoy, ¿cuántos han visto algo así? Es decir, veamos lo que mis padres, generaciones anteriores y la actual le están haciendo a las que vienen. Ellos ya no van a tener esa posibilidad”.

 

Desde su perspectiva, buena parte del problema son las dificultades que tiene el Estado boliviano para asegurar el control en la aplicación de las normas vigentes. “Tenemos millones de hectáreas por controlar y el personal que está a cargo no es suficiente”, afirmó.

 

Padilla acotó que “hace tres años atrás el producto ilegal era casi el 50% del total. Esto es que sólo la mitad provenía de planes generales de manejo y el restante no sabíamos de dónde, es decir que era ilegal. Por esto, hoy se está buscando una nueva alternativa para erradicar la ilegalidad”.

 

Liliana Rodríguez sostiene que “el desafío que tiene el sector forestal es lograr la certificación verde; saber que esa madera que se consume no está agrediendo el medioambiente”. Para esto deben reforzarse los esfuerzos y capacidades de las autoridades.

 

La experiencia y reflexiones de los participantes en el coloquio dan cuenta de que el sector forestal es un sector crítico para la economía de Bolivia y para su Gobierno y que se trata de un sector conminado a realizar cambios importantes en el futuro próximo.

 

Por el momento, coexiste una exportación no reportada de madera, y la inversión en el sector es escasa. Se sabe que los recursos forestales contribuyeron con un 2.5 por ciento al PIB de Bolivia en 1993 que llegó a 6.019 mil millones de dólares y que los productos forestales manufacturados llegaron a ser el mayor sector de exportación del país en 1994.