El tema de la gobernanza energética ha comenzado a tocar la puerta de los foros internacionales de energía, especialmente después de constatar que en los próximos 20 años el consumo total de fuentes de energía primaria se incrementará en aproximadamente un 35 por ciento. En efecto, uno de los síntomas de mayor desarrollo en la actualidad es tener acceso a la energía, sin embargo, ello  supone pensar también en las externalidades que esto implica y que afectan negativamente la situación climática mundial.

Habrá que empezar reconociendo que el acceso a la energía sigue siendo imperfecto: la demanda y la oferta de recursos energéticos no abastece la demanda mundial de energía; y, lo más importante, que gran parte de los recursos energéticos que sustentan la demanda de energía tiene impactos negativos con el medio ambiente. Es el caso de los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas en menor escala.

Es decir, nadie podría poner en duda la importancia de la energía para la vida en nuestro planeta, pero se hace necesario interpelar el desequilibrio en el acceso así como el tipo de recursos naturales que se están utilizando para abastecer esta demanda (aunque sea de manera inequitativa), además de la escasa y/o imperfecta eficiencia energética que se aplica en el confort de este mundo global.

Estas externalidades del sector energético también suponen considerar el desarrollo en curso de estrategias de expansión económica y territorial por parte de los Estados y/o de sus empresas dedicadas a la exploración y explotación de recursos energéticos, lo que implica entender que la pura gobernanza del mercado ha resultado insuficiente y se impone la necesidad de una coordinación alternativa (política) para una gobernanza energética mundial.

Una gobernanza que exigiría, en lo fundamental, el perfeccionamiento de los modos de relacionamiento internacional que hasta el momento se ve matizado por aspiraciones de orden hegemónico, principalmente en torno al manejo, gestión y disposición precisamente de los recursos energéticos aunque eventos como la próxima reunión sobre cambio climático en París, actualizan, al menos, su consideración impostergable.

El mundo tiene claro que está en crecimiento y que requiere cada vez de mayores suministros de energía. Como se ha visto, en el corto y al parecer en el mediano plazo, esta creciente demanda de energía estará sustentada principalmente por hidrocarburos fósiles por lo que el escenario mundial se muestra al menos conflictuado entre lo que significa abastecer esta demanda y sus efectos en el cambio climático.

Desde esta perspectiva, el crecimiento poblacional vinculado a la demanda energética, no dejaría de ser una “amenaza”. Bajo estas consideraciones,  algunos expertos como Carlos Pascual sostienen que esto se podría traducir en una catástrofe climática de grandes proporciones y/o al menos desestabilizar seriamente el equilibrio medioambiental del planeta tierra.

Por el momento y mientras el fortalecimiento de la gobernanza energética, parece ser uno de los retos más grandes de este siglo XXI, el informe ExxonMobil 2014 predice que la dependencia de combustibles fósiles crecerá más rápidamente en las partes pobres del planeta, especialmente en las áreas que sean las más afectadas por el cambio climático. Proyecta que África aumente en un 103% en el consumo energético entre este momento y 2040, y el 83% de ese crecimiento será a través de combustibles fósiles.


FUENTE: EL DÍA

AUTORA: Vesna Marinkovic