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En el Día Internacional de la Madre Tierra, conmemorado ayer, expertos coincidieron que Bolivia pasa por un mal momento medioambiental y ecológico, en medio de un contexto de flexibilización de la norma ambiental, profundización del extractivismo y crecimiento de la frontera agraria a favor de la agroindustria.  
 

El biólogo Marco Octavio Rivera, experto en la medición de la situación ambiental en el país, dijo que la proliferación de la actividad minera incluso en áreas protegidas junto a la ampliación de la frontera agrícola para la agroindustria, no sólo generan gran contaminación sino que atentan contra la vida silvestre.  
 
 
“Estamos atravesando la peor de las situaciones ambientales nunca antes vivida en el país, donde se habla de implementar incluso la energía nuclear, como si se tratara de un tema normal, en total contradicción con lo que se pregona desde el Gobierno a favor de la Madre Tierra”, dijo.  
 
 
El investigador dijo que si no hay un cambio de 180 grados en las políticas extractivistas y desarrollistas, Bolivia agravará su situación.  
 
 
Por su parte, el director del Centro de Documentación e Información (Cedib) e investigador, Marco Gandarilla, afirmó que el Gobierno del MAS afectó la institucionalidad medioambiental instalada en los años 90, cuya normativa respetaba los recursos naturales.  
 
 
“Hay grandes retrocesos en materia ambiental. Hoy en día vemos cómo el medioambiente ha sido retaceado a medida de cada sector; hay un medioambiente para los mineros, hay un medioambiente para los hidrocarburos, hay un medioambiente para la agroindustria. Entonces, no existe una regulación integral y coherente”, señaló.     
 
 
Adrián Cruz, responsable del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) en Santa Cruz, señaló que mientras las comunidades indígenas de tierras bajas conservan su medioambiente y sus modelos tradicionales de producción y recolección, la agroindustria invade cada vez más sus territorios y vulnera la naturaleza.
 

Uso de transgénicos

De acuerdo a datos oficiales, el 2014, la superficie cultivada creció de 2,5 millones a 3,5 millones de hectáreas, un 40 por ciento más que en 2013. De esa superficie, 1,1 millones de hectáreas corresponden a la soya transgénica, aunque se conoce de manera extraoficial que también hay arroz, maíz y caña de azúcar transgénicos que se sembraron de manera clandestina. 


FUENTE: LOS TIEMPOS