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Habitualmente los microorganismos se suelen asociar con graves enfermedades. Sin embargo, muchas bacterias realizan procesos beneficiosos para los seres humanos -nos ayudan, por ejemplo, a hacer la digestión-. Otros microbios pueden ser empleados en actividades de biorremediación para limpiar zonas contaminadas. Por último, algunos de estos seres vivos están llamados a convertirse en las fábricas de los plásticos sostenibles del futuro, más conocidos como bioplásticos.

Buscando alternativas a los plásticos derivados del petróleo, los científicos comprobaron hace décadas que el almidón de patata, la yuca o el maíz podrían utilizarse como materias primas. Sea cual sea su origen, los bioplásticos se caracterizan por ser biodegradables por diferentes organismos, como bacterias, hongos o algas. Son, por tanto, menos contaminantes que los plásticos que usamos en la actualidad ya que no perduran en el ambiente.

Hoy sabemos que muchos microorganismos, como Bacillus o Pseudomonas, pueden trabajar como ‘factorías celulares’ para producir polihidroxialcanoatos o PHAs. Estos compuestos químicos son poliésteres que se acumulan como gránulos intracelulares dentro de estas bacterias, y en el caso de que sepamos cómo obtenerlos, pueden ser fabricados a escala industrial.

Hace sólo unos meses, investigadores demostraron que los residuos que se generan en la producción de zumos de frutas podrían aprovecharse. Estas materiales darían lugar a bioplásticos que, por ejemplo, se utilizarían en la creación de las gafas del futuro.

La combinación entre aprovechamiento de residuos y fabricación de bioplásticos nos ofrece, por tanto, una ventaja doble. No sólo contamos con plásticos biodegradables y más sostenibles, sino que además somos capaces de reutilizar materias que en otro caso irían directas a los vertederos de basura.

En Italia, la mayor empresa del sector de la patata, Pizzoli SpA, ha anunciado recientemente una colaboración con la compañía Bio-on SpA para construir una planta de producción de bioplásticos. La fábrica generará inicialmente 2.000 toneladas por año de polihidroxialcanoatos a partir de residuos de patatas, aunque estiman que la producción podría duplicarse en el futuro.

Su alianza muestra el gran potencial que presentan los bioplásticos, cuya fabricación podría a su vez solventar el problema de los residuos industriales. Como explica Marco Astorri, director de Bio-on, “es un gran paso en el sector de los bioplásticos porque muestra cómo los residuos pueden convertirse en materiales de interés, uniendo conceptos como biodegrabilidad o eco-sostenibilidad”.

Con este anuncio, Italia aprovecha los recursos que ofrece la biotecnología para apostar por los bioplásticos, y al mismo tiempo, asegurar la reutilización de los residuos del sector de la patata. Colaboraciones como ésta serán clave en el futuro para garantizar una industria más ‘verde’ y respetuosa con el medio ambiente.


FUENTE: AMERICA ECONOMÍA