Se estima que desde 1992 más de cuatro millones de toneladas de colas provenientes de la actividad minera del departamento de Potosí fueron vertidas a afluentes del río Pilcomayo, según datos ofrecidos por el Ministerio de Desarrollo Sostenible y Planificación (MDSP) de entonces y que a la fecha no han podido ser refutados pero tampoco confirmados, pues la escasa institucionalidad ambiental del país no lo permite.

Sin embargo, estamos hablando de un tema vital para la salud ambiental y de las personas. La contaminación de la cuenca del Pilcomayo sin duda es el caso más crítico del país y posiblemente una de las situaciones más urgentes de Sudamérica. La contaminación afecta tanto la cuenca central del río como a sus numerosos afluentes: Turuchipa, M taca, Vitichi, Pailaviri, Huayna Mayra, Challviri, Caiza, Yura, Jatum Mayu, T musla, Cotagaita, Tupiza, Pilaya, entre los más importantes (RODRÍGUEZ, Apolonia: 2008). Al 2015 y después del último escándalo de contaminación del Pilcomayo en 2014 a consecuencia de residuos tóxicos que habrían contaminado sus aguas; como efecto de la actividad minera en Potosí, la situación sigue siendo la misma: comemos pescado de este río sin mayores comentarios y las autoridades ambientales han caído en el más absoluto silencio. Según una investigación de Lidema en 2008, las concentraciones de metales pesados como el cadmio, arsénico y plomo, en el Pilcomayo superan entre 3 y 35 veces los límites admisibles por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en tanto agricultores, ganaderos y pescadores que viven en la ribera de esta cuenca internacional habrían informado que desde 1992 los daños sufridos por los agricultores, ganaderos y pescadores que viven en la ribera de esta cuenca internacional son mayores a 62,44 millones de dólares por año.

Se trata de temas que no forman parte de la agenda informativa de los medios, de manera tan insistente como lo son las muchas veces intrascendentes posturas de los políticos sobre por ejemplo, el Tribunal Supremo Electoral, pero, sin duda que este es un tema que exige una atención urgente y sistemática de quienes resultan siendo candidatos electos por el voto ciudadano.

En efecto, las autoridades nacionales y departamentales deben mostrar un plan efectivo para encarar esta situación de  contaminación en una cuenca internacional como es la del Pilcomayo, que afecta a más de 48 municipios de Bolivia (RODRÍGUEZ, Apolonia: 2008).

Por el momento, el incremento de las operaciones mineras en el país, y particularmente en el departamento de Potosí, en función a los buenos precios de los minerales; hace temer que los procesos de contaminación puedan también incrementarse con el aditamento de lo costosos que resultan los planes de remediación y descontaminación y los pocos resultados que arrojan, en medio de un marcado déficit de prevención y atención a temas medioambientales.

FUENTE: EL DÍA

AUTORA: VESNA MARINKOVIC