El mundo parece estar en estado de shock debido a la caída de los precios del petróleo, sustento principal de la matriz energética mundial y acusado de ser una de las causas para el calentamiento global. Esto ocurre a diez meses de lo que será la 21ª conferencia sobre el clima (COP21) que se realizará en París-Francia, con el objetivo de lograr "un acuerdo climático universal", bajo el paraguas de las Naciones Unidas.

Para ser honestos, habrá que reconocer que la demanda energética global al 2015 se sustenta aproximadamente en un 32%  de petróleo, que es la fuente energética más utilizada; 29% corresponde al carbón y 21% al gas natural; considerados los tres combustibles fósiles más cotizados del planeta y posicionados además como los menos costosos frente a  los shales e incluso a las energías alternativas; como la solar y la eólica que se muestran menos agresivas con el medio ambiente.

Según el portal Repsol, al 2030 este panorama no habrá variado significativamente puesto que el petróleo seguirá ocupando un importante lugar con un 27%; el carbón 25%; y el gas natural 24%; en comparación a un 6% de energía nuclear, 3% de hidroelectricidad, 4% de otras renovables y 11% la biomasa. En concreto, todas las miradas, seguirán puestas  en estos tres combustibles fósiles, en el marco de un creciente incremento de la demanda de energía.

En esta línea, casi se podría pensar que tanto el petróleo como el gas y el carbón, son la salvación de un planeta tierra que se niega a vivir sin energía. En efecto, cada vez más la energía está asociada a planes de desarrollo y considerada un sinónimo de bienestar al punto que para muchos analistas del sector resulta patético pensar un mundo sin las comodidades a las que nos ha acostumbrado la generación de energía, a partir de estos combustibles fósiles generalmente satanizados y secretamente endiosados.

Y para muestra basta un botón: la baja de los precios del petróleo cuyo padrinazgo aun parece gozar del anonimato, ha ocasionado un remezón en todas las economías del planeta y ha quedado meridianamente claro la contundencia de su peso en la geopolítica mundial. Considero que una cumbre mundial a favor del medioambiente como en efecto será la COP 21, hará poco por minimizar siquiera su peso dentro de la matriz energética mundial.

En este marco me pregunto cuál ira a ser el verdadero derrotero de la próxima cumbre sobre cambio climático en París que se enfrenta a acoger a miles de delegados y observadores sobre la problemática de la responsabilidad de los países en la emisión de gases de efecto invernadero, provocados principalmente por la generación de energía a partir del petróleo, el gas y el carbón.

¿Será una cumbre que deberá limitarse a contemplar el creciente incremento de la demanda de energía, y las escasas posibilidades existentes al momento de modificar significativamente la matriz energética global? ¿Será una cumbre dirigida a convertirse simplemente en facilitadora de específicas visiones de mundo? ¿Será un cumbre consciente de los desafíos sin precedentes que tiene al frente? Son varias preguntas que tienen que ver con un dilema que no es sólo medioambiental sino de sobrevivencia en un planeta en permanente crecimiento.

¿Habrá que parar el progresivo aumento poblacional para una menor demanda energética y una menor dependencia del petróleo? Se preguntan algunos analistas y parece que se han quedado sin respuestas frente a los avances de la ciencia y la tecnología que han encontrado la penicilina y más tarde "la píldora del día después" que nos hablan, paradójicamente, del inocultable crecimiento poblacional del planeta, aunque desde distintas ópticas. ¿Cuál será la opción políticamente correcta o cuál deberá ser la postura ética para leer este complejo, ampuloso y apresurado siglo XXI? Son temas que han entrado en escena con mayor persistencia luego del dramático descenso de los precios del petróleo y a escasos meses de las deliberaciones sobre el cambio climático en París.

Por el momento, queda claro que en atención al ostensible peso político, económico y social del petróleo, cualquier momento habrá una inminente alza de precios que probablemente reconfigurará los escenarios del poder mundial o simplemente ratificará las potencialidades de unos frente a los otros. Entre medio, seguirá siendo válido averiguar cuál será la mejor opción de vida que vaya a tener el planeta y las generaciones que vayan a habitarlo a partir del año 2030.



FUENTE: EL DÍA

AUTORA: Vesna Marinkovic