La sostenida caída de los precios del petróleo exige revisar, entre otras cosas, algunas de las relaciones de poder de los países miembros de la OPEP con sus grandes consumidores. La primera y fundamental, es la relación  comercial y de cooperación entre Estados Unidos y Arabia Saudita. El reino saudí es el mayor productor de crudo de esta organización mundial, un abastecedor confiable para la gran potencia del Norte, pero, ha demandado de ella de mucha seguridad en una región que se le ha vuelto hostil.


Consecuentemente, la relación de “alianza estratégica” entre ambos países es de larga data y reconocida a nivel internacional sobre todo si se repasa la permanente cooperación del reino saudí en la reducción de los precios del petróleo, a favor de Estados Unidos, a cambio de protección militar para neutralizar a sus incómodos vecinos como Irán, Iraq, Yemen y Somalia. Que de pronto este aliado de Estados Unidos se sienta tranquilo con la sorpresiva y demoledora caída de los precios del petróleo, refiere que su jugada es, cuando menos: neutralizar la producción del shale oil o petróleo de esquisto que Estados Unidos ha comenzado a producir masivamente, como una medida para asegurar su mercado global en el mediano y largo plazo.


Por ello se afirma que la decisión de la OPEP, en noviembre, de no reducir su producción de petróleo en el contexto de un mercado global que está produciendo más crudo del que se necesita, favoreció principalmente al reino saudí. Su estrategia sería apostar por un periodo de precios bajos para lograr mayores ingresos en el mediano plazo, a riesgo incluso de afectar a algunos miembros de la organización, a cambio de limitar un mayor fortalecimiento de los shales. Si se mantiene la tendencia a la baja, producir petróleo convencional seguirá siendo más barato que obtener el shale oil.


Las proyecciones señalan que la producción del shale oil rondaría los 14,2 millones de barriles diarios el 2020, lo que supondría bajar los precios del petróleo convencional durante años, una situación que seguramente no convence a Arabia Saudita y por la que ha decidido ir en contra de su aliado estratégico, aun sabiendo que con esta jugada podría perder la seguridad que le ofrece Estados Unidos en la región.
Sin embargo, se sabe, que debido a las permanentes tensiones entre ambos “socios estratégicos”, Arabia Saudita ha comenzado a diversificar sus relaciones diplomáticas y comerciales con otros países, ampliando sus redes de exportación de petróleo a la China, Japón, la India y Corea de Sur, al parecer en la idea de romper su vulnerabilidad frente a Estados Unidos, y fortalecer su seguridad más allá del paraguas norteamericano y más a tono con una política multipolar.


Queda por ver la correlación de fuerzas que se irá desarrollando en esta compleja dinámica de poder que ha puesto al mundo petrolero en ascuas y al conjunto de la economía mundial en apronte; toda vez que su sostenibilidad depende principalmente del petróleo para abastecerse de energía y mantener el actual modelo de desarrollo.


FUENTE: EL DÍA

AUTORA: Vesna Marinkovic