Parte del mundo global le está exigiendo a México que acabe con la impunidad. La crisis de derechos humanos en ese país ha hecho reventar la descomposición  social, económica y política que se reedita, independiente de quien llegue al poder, desde hace ya muchos años. Con todo, el hastío expresado en una de las manifestaciones ciudadanas más contundentes de éste ultimo tiempo, habla de una esperanza que parece levantarse en busca de nuevos horizontes; creyendo, tozudamente, que estos existen.

El detonante para esta histórica movilizacion ha sido la desaparición de 43 estudiantes visibilizando una “gobernanza política” acosada por sus excesos al punto que el Premio Nobel de la Paz 2014, Kaylash Satyarthi, ha demandado “una combinación de buen ejercicio de poder, leyes y organización social”, junto a una mayor vigilancia por parte de la sociedad a la gestión del Gobierno de Enrique Peña Nieto, para iniciar un principio de cambio.

Y, al parecer, esto parece ser clave, sobre todo si compartimos la lectura de Dejan Mihailovic, Profesor - Investigador del Departamento de Derecho y Relaciones Internacionales del Tec de Monterrey, quien sostiene que, en el caso de México, tanto las viejas como las nuevas elites, “envilecidas por el poder, mantienen secuestrada la democracia con el propósito de obstruir cualquier iniciativa y participación significativa de la población en los procesos de toma de decisiones sobre la vida nacional”.

Gerardo Albarrán de Alba, afirma que: “la crisis de derechos humanos pasa también por los femicidios en Chihuahua, un fenómeno incesante desde hace 20 años, y las decenas de miles de secuestros a migrantes y las más de 22.000 personas desaparecidas en diversas partes del país”, un aspecto que da cuenta del estado de descomposición insostenible que soporta este país.
El México de Peña Nieto no ha recibido un país con las inequidades resueltas ni las ha resuelto y Anmistía Internacional ha señalado que el presidente “continúa sin reconocer la grave crisis de derechos humanos que enfrenta México y que en los últimos años la falta de acceso a la Justicia y la impunidad ante violaciones graves a los derechos humanos ha sido una constante”. A la hora de publicar este artículo intuyó que la situación para EPN será aun más inestable o al menos, debería serlo.

Lo que debería venir luego, tendría que ser precisamente producto de la vigilancia de la sociedad sobre la gestión de la gobernanza política, social y económica de este apabullado país, sin embargo, vivimos una época donde nos han aniquilado casi todas las utopías por exceso de realismo o de falta de voluntad y porque las soluciones parecen llegar, casi todas, por la vía de elecciones amañadas junto a un manual improvisado de buenas intenciones, a cargo de “nuevos” líderes políticos que no ha dejado de tener las mañas de los viejos jerarcas del poder.

La crisis integral por la que pasa México acusa serios quiebres en la forma cómo los seres humanos hemos venido manejando nuestras relaciones en sociedad y creo que su solución no vendrá con un nuevo gobierno o nuevos líderes ni a partir de “ensayos democráticos” que ya no son suficientes, pues la sociedad está comenzando a rebelarse a nivel global. Entiendo que la solución pasa por construir gestiones que estén más allá del maquillaje y del simple discurso.

Consecuentemente, nos corresponde observar. Parece que el caso mexicano nos plantea que es urgente revisar e innovar ideas e incluso formas de trabajo y de gobierno para comprender la esencia, estructuras y procesos que han adquirido la pobreza, el subsdesarrollo y la propia gestión del poder, en el actual mundo global, donde de manera particular emerge América Latina, para reclamar espacios, aun en medio del dolor más grande y probablemente sin muchas certezas.


FUENTE: EL DÍA

AUTORA: Vesna Marinkovic