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En el Siglo 21 la minería boliviana tiene el desafío de trascender su patrón extractivista clásico, cuidando los impactos sociales y medioambientales que genera la actividad. Los precios internacionales están en movimiento, mientras el sector mira hacia las tierras bajas del oriente y la industrialización.

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Minería en Bolivia hoy: Minería en Bolivia hoy:
desafíos en un mundo cambiante desafíos en un mundo cambiante


En el Siglo 21 la minería boliviana tiene el desafío de trascender su patrón extractivista clásico, cuidando los impactos sociales y medioambientales que genera la actividad. Los precios internacionales están en movimiento, mientras el sector mira hacia las tierras bajas del oriente y la industrialización.

 

ENERGÍABolivia

 

E n la actualidad, la minería es la segunda actividad productiva de país, según información proporcionada por expertos que precisan que aún existen grandes cantidades de yacimientos y se tiene una diversidad de minerales que van desde los metales preciosos hasta los de uso tecnológico, cuyas cotizaciones en los mercados internaciones suben sin parar.

 

ENERGÍABolivia consultó y recopiló datos para tener un panorama claro de la realidad de este sector. A través de este informe se detallan las características de la cadena productiva de la minería en Bolivia: prospección, explotación, extracción, producción y comercialización.

 

Con este dossier se presenta una radiografía de los mercados actuales y las proyecciones a otros potenciales, los nuevos productos y las nuevas zonas de explotación; la situación de los actores en las distintas fases de la cadena productiva, la problemática del medioambiente y la normativa.

 

El objetivo es que usted como lector tenga los datos y herramientas y pueda lograr un panorama claro sobre la realidad minera boliviana y su proyección.

 

ACTUALIDAD

 

La minería boliviana en el último quinquenio según coinciden los informes de Fundación Milenio, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y el Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM), ha tenido un panorama favorable en el mercado mundial debido al alza de los minerales y las cotizaciones; que, en algunos casos, llegaron a picos altos.

 

Sin embargo, estos informes también coinciden, en que entre el 2012 al 2014 las curvas de precio han descendido, afectando a las exportaciones de los minerales que salen como materia prima.

 

Los datos señalan que el 2012, las ventas de Bolivia sumaron 3.871 millones de dólares y las de la gestión 2013 llegaron a poco más de 3.083 millones de dólares.

 

Por su parte, hasta agosto de 2014 el registro de las exportaciones, según Fundación Milenio, llegó a los 2.800 millones de dólares haciendo que la curva siga en descenso, provocando el colapso de empresas mineras como es el caso de Mallku Khota en Potosí e Inti Raymi en Oruro. En relación a esta última, a mediados de octubre dio inicio al despido de trabajadores y, de acuerdo a lo informado por sus ejecutivos, esperan cerrar operaciones en diciembre.

 

“Los números arrojan índices negativos que plantean una necesidad de reformular las políticas de la minería en Bolivia, y para eso es necesario establecer reglas claras con el nuevo instrumento legal”, sugiere el experto en minería Henry Oporto.

 

Un documento del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) señala que el sector privado genera el 63% de la producción de concentrados de mineral, en tanto que las cooperativas suman el 29% y la minería estatal cubre el 8% del volumen total disponible para exportar.

 

La otra figura en números, de acuerdo al anuario del Ministerio de Minas y Metalurgia (MMM) del 2013, muestra que el 70 % de lo que se obtiene por la exportación de minerales bolivianos, corresponde al sector minero privado, las cooperativas recuperan el 21 % y la minería estatal el restante 9% por ciento.

 

En la actualidad la explotación de los minerales tradicionales continúa dominando la oferta de la minería boliviana hacia el mundo, sin embargo, se abren nuevas proyecciones con otros minerales no tradicionales como los tecnológicos y los radioactivos.

 

PRODUCCIÓN DE METALES

 

Históricamente, la plata y el estaño se han convertido en los minerales que han marcado el rumbo de la actividad minera en Bolivia y lo han configurado como un país eminentemente minero desde la época de la Colonia.

 

Para los expertos, la explotación de la plata está asociada al cinc, plomo, cobre, estaño y, frecuentemente, al oro de yacimientos hidrotermales de baja temperatura. Henry Oporto afirma que se ha hecho poco para explotar yacimientos de este mineral en los últimos años.

 

Al margen de proyectos como San Cristóbal y San Bartolomé, señala que se hicieron intentos aislados pero “sin sostenibilidad” en Mallku Khota y Eskapa. “Existe una zona potencial como la serranía Inter Salar donde se obtuvieron resultados de fuentes de plata hace 20 años”, explica Oporto.

 

El libro “De Oro, Plata y Estaño”, escrito por Dionisio Garzón, ex ministro de Minería y Metalurgia y especialista en el área, señala que alrededor del 21.5% de la producción nacional actual corresponde a plata metálica, gracias al proyecto San Bartolomé y un porcentaje mucho menor corresponde al uso local en latería, orfebrería y otros.

 

Respecto al estaño, Bolivia logró producir en la era de Simón I. Patiño su pico más alto con 46 mil toneladas finas anuales para una demanda global de 200 mil toneladas en la década de 1930. La producción contemporánea bordea las 20 mil toneladas de metal fino por año.

 

La publicación detalla que en la actualidad, después de la relocalización de 1986, las 16 operaciones mineras de estaño de ese entonces, continúan en actividad; como es el caso de la mina estatal de Huanuni y aquellas en contrato con Comibol, que son Bolívar y Colquiri, o cooperativas que tienen operaciones arrendatarias con la empresa estatal (Ver cuadro 1).

 

“No sólo producen estaño sino, en algunos casos, cinc, plomo, wólfram o bismuto”, dice Garzón y añade que a través de los años no hubo modificaciones importantes en la producción del concentrado de estaño, pese a los cambios de políticas mineras, incluyendo la nacionalización y que no han transformado los métodos de explotación de minerales en el país.

 

En función a los procedimientos de explotación, la mayor parte de los proyectos mineros se limitan sólo a labores de extracción y explotación. Para críticos, como Alicia Tejada, las labores extractivas son irrestrictas y sin límites, donde las utilidades sólo benefician a grupos de empresarios minoritarios y no se enfocan a “un bienestar perdurable para las poblaciones que son afectadas con la actividad minera”.

 

LA ÚLTIMA EXPLORACIÓN Y LAS PUERTAS A UN GRAN POTENCIAL

 

La ley 1777 del 17 de marzo de 1997, permitió el desarrollo de la última exploración y labores de prospección que se realizaron en el país, focalizadas en la cordillera andina, el altiplano y el Escudo Precámbico, de acuerdo a la obra de Garzón.

 

En aquella oportunidad, aproximadamente un centenar de proyectos fueron certificados, de los cuales 18 están vigentes y se ubican entre los más significativos.

 

Señala que en los casos del cinc, oro y plata, sólo seis minas están funcionando con normalidad y serían las que permitieron al país estar en el mapa de la minería a nivel global. Del resto, afirma que cuatro confrontan problemas sociales con las comunidades aledañas (Amayapampa, Achachuncani, Lipichi y Rosario de Araca), lo que retrasa la puesta en marcha de las operaciones.

 

Dos proyectos de Comibol (Potosí I y Potosí II) están paralizados por la inestabilidad del Cerro Rico y su calidad de Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad. El resto son auríferos y van comenzando a operar de a poco.

 

 

PROYECTOS DE EXPLORACIÓN EXITOSOS

 

En materia de exploración también destacan otros proyectos de menor envergadura pero que cobran interés por su potencial prospectivo: Mallku Khota, Cerro Eskapa, San Pablo y Orkho Piña.

 

Mallku Khota es la reserva no explotada más grande del mundo de plata, indio y galio. De acuerdo a Garzón, estos minerales son cotizados en el mundo por su aplicación en la tecnología de celulares, televisores LED, paneles solares, semiconductores y equipos de telecomunicación móviles.

 

Se estiman reservas de 230 millones de onzas de plata, 1.481 toneladas de indio y 1.082 toneladas de galio. El proyecto venía siendo trabajado por la canadiense South American Silver Corp, actualmente TriMetals Mining, hasta que en 2012 fue nacionalizado por Comibol. Por ahora el proyecto se encuentra paralizado y existe un proceso de arbitraje en curso.

 

EL PRECÁMBRICO EN LA MIRA

 

La importancia de la explotación en el Precámbrico adquiere más notoriedad por la cantidad importante de proyectos que se tienen y que sobrepasan del centenar. Alicia Tejada señala que “la zona del precámbrico, que está ubicada en el territorio de los llanos bolivianos, tiene una zona metalífera con 100 prospectos de oro, platino, níquel, tantalio, hierro y otros minerales considerados menores”. A la vez, advierte que no es deseable repetir las formas clásicas de explotación minera que predominaron y todavía predominan en el país.

 

En ese sentido, el geólogo Danilo Bocángel indica que las labores extractivas deben estar controladas, previniendo daños a campos y zonas que en la actualidad son altamente productivas en el ámbito agrícola. Apunta a que no se debe replicar la experiencia del altiplano y los valles donde “hay 40 mil toneladas de azogue que afectarán el medioambiente por decenas de años”.

 

El geólogo Salomón Rivas indica, en el libro de Tejada, que en el Precámbico fueron descubiertos tres grandes yacimientos: 1) El yacimiento del níquel del complejo ultramáfico y félsico de Rincón de Tigre, con una estimación de 5.5 millones de toneladas de ese mineral; 2) El depósito de fosfatos uraníferos del cerro Manomó, que es el complejo carbonático más grande y donde se han detectado rocas con fuerte radioactividad. 3) Los yacimientos de estaño en las playas de los arroyos y ríos de Ascensión de Guarayos, que pueden homologarse con los de Rondomia en Brasil.

 

El otro proyecto anhelado es el del Mutún, con 40 mil millones de toneladas de hierro y diez mil millones de toneladas de manganeso.

 

La publicación de Tejada puntualiza en sus conclusiones la necesidad de que la minería dé un giro para preocuparse no sólo en la extracción sino también en indicadores de desarrollo. Las reglas del aporte deberán cambiar para que no sea mínimo ni desproporcionado en temas impositivos y modificar el tipo de control que se ejerce sobre la minería boliviana.

 

LAS FUNDICIONES EN BOLIVIA

 

Las actividades extractivas constituyen hasta el presente el grueso de la minería desarrollada en Bolivia, con todo lo señalado anteriormente. Los intentos de industrialización han sido escasos y poco fructíferos. Según Henry Oporto, las fundiciones en Bolivia no son competitivas, tienen estructuras incipientes y reportan problemas de contaminación en las zonas colindantes donde se encuentran.

 

El Complejo Metalúrgico de Karachipampa, ubicado en Potosí, fue concluido el 17 de enero de 1984, pero no entró en operaciones. Recientemente tuvo un nuevo impulso bajo el gobierno del presidente Evo Morales. Para esto se adquirió un horno Kivcet de tecnología rusa.

 

Se espera que con esto la planta produzca 51.000 toneladas de cinc, plomo y plata al año. El crisol adquirido sufrió percances en su fase inicial y para su reparación el Ministerio de Minería y Metalurgia informó que destinaría 30 millones de bolivianos. Actualmente continúa en fase de pruebas y se estima que entre en operación desde finales de noviembre, trabajando inicialmente al 80% de su capacidad.

 

Por su parte, la Empresa Metalúrgica Vinto aumentó su producción gracias a la implementación de un nuevo horno que sirve no sólo para el refinamiento de estaño, sino también para el reciclamiento de chatarra aplicada al mantenimiento y la fabricación de repuestos (ver cuadro 2). El crisol Ausmelt, de tecnología australiana y fabricado en Bolivia por la empresa Carlos Caballero, permite que el complejo incremente su producción de 12.000 toneladas anuales de estaño a 18.000.

 

Vinto es la planta más grande que produce estaño con valor agregado, es la quinta del mundo según su capacidad de producción y se espera que procese el 100% del estaño extraído en el país.

 

PRINCIPALES FUNDICIONES Y COMPLEJOS METALÚRGICOS DE BOLIVIA

Tpa: Toneladas métricas por año
Fuentes: USGS Yearbook 2011 y libro de “Oro Plata y Estaño” 2014

 

Por otra parte, si bien existen inversiones para los complejos de fundición a través del Estado boliviano, el representante del Comité Cívico de Oruro, Jorge Lazo Quinteros, indica que no se cuenta con estudios adecuados sobre el efecto ambiental de cada uno de ellos.

 

MERCADOS

 

Los minerales bolivianos llegan a 46 destinos diferentes en cuatro continentes, habiendo disminuido la venta en seis países que en la última gestión no compraron la materia prima; estos son: Francia, Singapur, Vietnam, Panamá, Guatemala y Estonia, según los datos consignados en el Anuario Estadístico del Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM). Los minerales bolivianos que más se comercializan son cinc, plata, estaño, plomo y oro, en ese orden.

 

Tres países lideran las adquisiciones: Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, concentran el 54% de la transacción de minerales bolivianos. China se coloca en un cuarto lugar, pero por datos preliminares que se manejan en el sector de minería, este país asiático podría incrementar sus compras, que el 2013 fueron superiores a los 292 mil millones de dólares.

 

En el continente los principales compradores son Estados Unidos, luego Canadá y el Perú en la zona sur. En Europa son cinco: Inglaterra, Bélgica, España, Suiza y Holanda. Entre los asiáticos sobresalen las compras de Japón, Corea del Sur y China.

 

Los precios de los minerales presentaron registros altos durante los últimos años. Los precios han sido favorables en función a la refinación que tienen los mismos (véase cuadro 3).

 

Hay otros mercados abiertos en el mundo, uno de ellos Oceanía, en función a la importancia del mercado de Australia. Esto puede favorecer a Bolivia en la medida en que significa una oportunidad actual.

 

“Lo que frena sin duda es la falta de apertura hacia nuevos horizontes, los inversores y compradores necesitan contar con políticas coherentes por parte del Estado para que se puedan abrir nuevas puertas”, explicó el ex ministro del sector, Dionisio Garzón. En contrapartida, Alicia Tejada, considera que la mentada coherencia demandada por la minería tradicional en Bolivia es nada más que un pretexto para reeditar las clásicas prácticas extractivistas, sin ningún tipo de control estatal.

 

Los datos señalan que el 2012, las ventas de Bolivia sumaron 3.871 millones de dólares y las de la gestión 2013 llegaron a poco más de 3.083 millones de dólares

 

 

NUEVOS HORIZONTES

 

Varios expertos coinciden en apuntar a Brasil como el principal mercado potencial para Bolivia en el futuro, dado que, al igual que con el gas, necesita recursos estratégicos como el hierro y el cinc para desarrollar su industria. Consecuentemente el desafío consistiría en abastecer este mercado con producción de valor agregado y no solamente materia prima en bruto, como tradicionalmente ha ocurrido. Por el momento, se sabe que: “en los próximos 30 años, al igual que el gas, el gigante de Sudamérica nos abrirá sus puertas”, como indica Gary Rodríguez, gerente del IBCE.

 


Según los datos del IBCE, precisamente, entre 2012 y 2014 predomina la venta de estaño, oro y plata a Estados Unidos. En el caso de la demanda asiática se consigna la exportación de plomo, cinc, plata y el estaño en relativa cantidad.

 

Estados Unidos es el mercado que presenta mayor demanda con respecto a años anteriores (ver cuadro 4). Los otros mercados importantes, como Japón, Corea del Sur y China, vienen comprando menos mineral boliviano.

 

Las bajas en las ventas fluctúan entre el 15 y el 35%. “Hay mercados que se han cerrado y que demandan productos con valor agregado, como es el caso de Indonesia y parte de Rusia”, añade Rodríguez.

 

HACIA UNA COMPRENSIÓN CRÍTICA DE LA MINERÍA EN BOLIVIA

 

La explotación de minerales en la geografía boliviana se remonta a la colonia. Tal fue el impacto de esta actividad en el orbe que la primera moneda reconocida mundialmente fue acuñada con la plata extraída de Bolivia, Perú y México. El peso español continúa presente hoy en el símbolo del dólar ($), dado que éste es una abreviación del mismo. La razón económica de la colonia en la actual Bolivia fue la explotación de este mineral, también conocido como argento. El país nace a la vida republicana en 1825 sobre las bases materiales de esta actividad.

 

A partir de 1861, debido a la situación de la demanda global, la plata va a ser reemplazada por el estaño. Aparece entonces la burguesía de este mineral, representada principalmente con las familias Patiño, Aramayo y Hochschild. En el tiempo, la pugna por los excedentes del estaño derivará en la revolución de 1952. El Estado entonces nacionalizó las minas y tuvo lugar un primer momento de modernización con el inicio de la inclusión política y social de las clases trabajadoras.

 

Paralelamente, la revolución emenerrista marca un cambio medular: el Estado desplaza recursos humanos y económicos hacia el oriente boliviano, dando origen al polo económico hidrocarburífero y agroindustrial que hoy se tiene, vía el Plan Bohan. Con los años también se generarán las condiciones para el desarrollo de la minería en las tierras bajas; algo a lo que apuntan hoy diversos esfuerzos del sector minero.

 


La caída de los precios internacionales de los minerales en la década de 1980 provocó el colapso y cierre de la actividad. El elevado costo social golpeó duramente a la clase trabajadora, que fue trasladada a marcha forzada fuera de los centros de producción. El grueso de este contingente humano acabó luego conformando la economía comerciante de El Alto, la cocalera en el Trópico cochabambino y la burguesía emergente de origen migrante en el oriente boliviano.

 

A comienzos del Siglo 21 los precios internacionales se recuperaron y la minería resultó nuevamente atractiva. Muchas familias bolivianas retomaron la actividad, pero ahora bajo la modalidad de cooperativistas. Estos no operan como trabajadores asalariados, sino bajo la forma de productores autogestionados, considerados en muchos casos como empresarios y, con serios cuestionamientos en su gestión medioambiental.

 

A lo largo de todo este proceso, desde la colonia hasta el presente, dos elementos permanecen: el modelo de economía de enclave de la minería boliviana y la consecuente falta de atención a los costos sociales y medioambientales de la actividad. En esta forma de producción prima la racionalidad extractiva, la evacuación de los recursos disponibles hacia los países industrializados para su procesamiento, sin mayores compromisos con las consecuencias que se genera en el territorio y sus habitantes.

 

...la casta minera no muestra preocupación por la articulación, población y desarrollo del país”

 

 

Alicia Tejada afirma que “desde la época de la colonia hasta nuestros días la minería ha estado ligada a pequeños grupos privados de exploración y explotación, donde se empobreció a las regiones en que se desarrollaron estas prácticas”.

 

La analista añade que, como en tiempos pasados, continúan predominando unas cuantas grandes empresas. Expresa su temor de que la nueva ley sectorial y su reglamentación sigan validando iguales o semejantes extremos que hicieron de la minería una actividad hegemonizada por unos pocos grupos de poder, en detrimento del interés nacional y sin reparo en los impactos sociales y medioambientales que se generan.

 

La preocupación va más allá y algunos analistas advierten que el modelo de economía de enclave puede repetirse en el oriente boliviano. El problema de siempre en la minería boliviana es que “el empresario (sea estatal o privado) es depredador de la naturaleza porque perfora, extrae, hecha sus desechos que contaminan y que son arrojados al valle o la ribera y lava e el mineral en el agua del río”, indica el analista Rafael Puente. Añade que dentro de este esquema, afectaron los recursos humanos, con obreros jóvenes que sufren un rápido deterioro en los trabajos dentro de la minas.

 

Puente considera que a diferencia de la agroindustria, en la minería no existe el interés de promover el cuidado de lo local porque los empresarios no apuntan al mercado interno sino a la demanda mundial. “Por eso es que la casta minera no muestra preocupación por la articulación, población y desarrollo del país”, remata el analista.

 

Consecuentemente, el Estado boliviano enfrenta nuevos desafíos para la actividad minera en el Siglo 21, partiendo de los dolorosos aprendizajes que la historia del país tiene acumulados. Según Puente el reto está en garantizar el equilibrio ecológico a la hora de explotar los minerales e institucionalizar la consulta a los pueblos indígenas “no como una formalidad, sino como una condición”. Indica que además se debe regularizar el funcionamiento de las cooperativas mineras, dado que más allá de esta nominación está la intención de evadir cualquier forma de control.

 

LEY MINERA 535

 

El sector cuenta con un reciente marco normativo; la Ley 535 de Minería y Metalurgia que fue promulgada el 28 de mayo del presente año. Se encuentra en proceso de socialización y construcción de acuerdos para su reglamentación. Se espera que una vez este concluya, se cuente con un escenario de mayor certidumbre para atraer nuevas inversiones, tanto desde lo público como desde lo privado en los cuatro niveles de la cadena productiva: prospección, exploración, producción e industrialización

 

Según el experto Teddy Cuentas, “falta la complementación de dos elementos importantes e insustituibles: el reglamento y la escala tributaria que deberá aplicarse para todos los sub sectores, de manera equitativa y de cumplimiento inexcusable”. Indica que además debe consensuarse el tipo de contratos que pueden firmar las cooperativas con las empresas privadas.

 

En cuanto al medioambiente, siguiendo con Cuentas, éste añade que “la nueva Ley minera deja sin opción alguna al ejercicio del control ambiental de parte de las instituciones privadas, instancias subnacionales (gobernaciones, municipios, universidades) y pueblos indígenas”.

 

En esa misma línea de reflexión, Sara Crespo, de Probioma, indica que “con esta ley, el Ministerio de Minería y Metalurgia se ha convertido en una especie de juez y parte, por lo que el control ambiental será insignificante ante una seria amenaza para el país, sobre todo en las tierras bajas donde se expandirá la explotación no tradicional y los recursos hídricos se verán seriamente afectados”.

 

La preocupación medioambiental es mayor en Santa Cruz, donde está ubicado el Precámbrico y en el que tiene lugar la extracción de oro.

 

Otra observación es que, al declarar área fiscal a todo el territorio nacional, cualquier intervención en el campo sea sujeta a concesión de parte del Estado.

 

Aunque según el gobierno la norma fue consensuada en su totalidad, la reglamentación de la Ley 535 todavía deberá considerar estos aspectos.

 

Con todo, existe el temor de que, a diferencia del sector petrolero, en este caso no existan incentivos para la inversión en tecnología en las áreas de producción e industrialización.