¿Cuál será el futuro de los bosques en las distintas partes del planeta? Es una de las consultas encaradas por expertos de seis regiones que formulan sus predicciones, en el marco de un Informe elaborado por la FAO y del cual se destaca, en la presente nota, el escenario relativo a América Latina y el Caribe.

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El futuro de los bosques:
perspectivas regionales (*)


¿Cuál será el futuro de los bosques en las distintas partes del planeta? Es una de las consultas encaradas por expertos de seis regiones que formulan sus predicciones, en el marco de un Informe elaborado por la FAO y del cual se destaca, en la presente nota, el escenario relativo a América Latina y el Caribe. Una de las proyecciones señala que la tendencia es utilizar más dinero de organismos financieros en la protección de bosques autóctonos.


Vesna Marinkovic U.

 

Según Ivan Tomaselli, director de la compañía consultora forestal brasileña STCP - Engenharia de Projetos, y profesor en la Universidad Federal de Paraná, Curitiba, Brasil, encargado de analizar la situación en América Latina y el Caribe; la región tiene todavía grandes extensiones cubiertas de bosques, pero salvo en algunos países el potencial de los bosques no ha sido aún plenamente reconocido ni desarrollado.

¿Cuál será la situación en 2050? Se pregunta y para responder sostiene que primero hay que mirar atrás.

“Como en casi todo el mundo, en América Latina y el Caribe los bosques se consideraron antaño como un obstáculo para el desarrollo con relativamente poca importancia económica. Durante mucho tiempo la región tuvo un saldo negativo del comercio internacional de productos forestales”, dice.

 

Agrega que a principios del siglo XX incluso Brasil, hoy principal productor y exportador de productos forestales de la región, importaba mucha madera.

 

Las políticas territoriales y agrícolas llevaron a la ocupación de zonas forestales tropicales.

 

 

MADERA EN ROLLO

 
Recuerda que durante muchos años Estados Unidos, Canadá, Finlandia y Suecia exportaron grandes volúmenes de madera en rollo al Brasil, precisando que los efectos de las dos Guerras Mundiales contribuyeron a invertir la situación, pero, indica que la consolidación del sector forestal, en el Brasil como en otros países de la región, no se inició sino mucho después.

Para Tomaselli, las políticas territoriales, agrícolas y forestales practicadas por algunos países en el decenio de 1960 fueron quizá los factores más importantes que abrieron nuevas perspectivas para los bosques y la silvicultura de la región.

Considera que las políticas forestales produjeron efectos notables, en particular en Brasil y Chile y agrega que en los años sesenta estos países desarrollaron un programa de incentivos fiscales en apoyo de las plantaciones forestales, principalmente de pinos y eucaliptos, que pronto ofrecieron materia prima uniforme y barata, reconocida como un elemento importante para atraer el capital necesario para desarrollar la industria forestal.

LA CONQUISTA DE LOS MERCADOS

“Las políticas territoriales y agrícolas llevaron a la ocupación de zonas forestales tropicales. En consecuencia, se dispuso de grandes volúmenes de madera en rollo de alta calidad y barata”, dice y agrega que durante el mismo período la industria de la madera tropical florecía en Asia. Indica que los productos de madera tropical conquistaron nuevos mercados abriendo así nuevas perspectivas a las inversiones, en particular en la cuenca del Amazonas.

En este marco asegura que la crisis económica regional de los años ochenta, la globalización y las presiones ecologistas fueron elementos clave para introducir los cambios más recientes en el sector forestal de la región.

 

“Chile pudo modernizar y abrir su economía más rápidamente que otros países de la región, atrayendo capitales y desarrollando el potencial de sus plantaciones forestales”, precisa mientras señala que Brasil abordó un largo período de alta inflación y estancamiento económico, remarcando que en cualquier caso estos dos países fueron los únicos de la región que desarrollaron en cierta medida el sector forestal, sobre todo basado en plantaciones.

 

BRASIL Y CHILE

 

Para Tomaselli Brasil y Chile sirvieron de modelos para otros países y que la experiencia de los programas de incentivos fiscales en Chile y Brasil se aprovechó para desarrollar más mecanismos de incentivos fiscales y otros.

 

Señala que los incentivos son ahora instrumentos importantes para la expansión de las plantaciones forestales en Argentina, Uruguay y Paraguay y afirma que otros países se han mostrado dispuestos a adoptar modelos similares.

 

“La baja sostenibilidad de los proyectos agrícolas en la Amazonia y las presiones de los ecologistas fueron factores importantes para el desarrollo de nuevas políticas forestales”, acota y dice que el proceso se inició en Brasil, donde se aprobaron varios instrumentos legales para continuar regulando las actividades forestales, y se extiende ahora a toda la región.

 

“Después de un amplio debate Bolivia promulgó una nueva ley forestal en 1996. Perú aprobó una nueva ley a principios de 2000, y se están gestando otros mecanismos reguladores”, señala como marco referencial del tema que ha ido presentando, como el caso boliviano, avances, actualizaciones y/o modificaciones.

 

Reconoce que el modelo adoptado puede variar de un país a otro y señala que en Brasil, por ejemplo, la base son los bosques productivos de propiedad privada, mientras que en Perú y Bolivia los bosques pertenecen al Estado y se adjudican al sector privado como concesiones. Afirma que todos los modelos, no obstante, han incorporado los principios de la ordenación forestal sostenible.

 

LA REGULACIÓN, CLAVE DETERMINANTE DEL FUTURO

 

Tomaselli sostiene que cualquiera sea el modelo adoptado o el tipo de bosque, todas las actividades forestales en la mayoría de los países de la región están fuertemente reguladas. En muchos casos-dice- las decisiones de los gobiernos obedecen a la presión internacional.

 

“La descentralización ha llevado en general a la superposición de reglamentaciones, la multiplicación de órganos reguladores más conflictos y costos adicionales”

 

En general, afirma que en el sector forestal han aumentado las medidas reguladoras mientras que en otros sectores predominan las políticas desreguladoras en correspondencia con el proceso de globalización.

 

“Al parecer la mayoría de los gobiernos de la región no han podido establecer los mecanismos adecuados para hacer compatibles las inquietudes medioambientales y las políticas de desarrollo”, dice y asegura que la débil capacidad de gestión es el problema principal.

 

CARO E INEFICAZ

 

Indica que pese a los esfuerzos realizados, la cooperación internacional no ha podido superar ésta y otras limitaciones y considera que, retrospectivamente, se podría decir que “la cooperación internacional ha sido un mecanismo caro e ineficaz”.

 

“Desde el interior y desde el exterior, se incita a los gobiernos a una mayor reglamentación. Para ello se requieren nuevas estructuras que apliquen los instrumentos legales, y se ha prestado poca atención a la eficiencia del proceso; un proceso que aumenta y seguirá aumentando los costos para los gobiernos, y que está transfiriendo tales costos al sector privado”, anota.

 

LA DESCENTRALIZACIÓN

 

Tomaselli refiere, en esta línea, que algunos países han promovido la descentralización de la administración pública, haciendo que las autoridades provinciales y municipales intervengan en la vigilancia de los bosques y del medio ambiente y en otras cuestiones conexas, a título de participación, pero indica que los resultados en la mayoría de los casos no han sido positivos.

 

“La descentralización ha llevado en general a la superposición de reglamentaciones, la multiplicación de órganos reguladores más conflictos y costos adicionales”, opina.

 

En un futuro próximo el Cono Sur de América Latina figurará entre las más importantes regiones productoras”.

 

 

Infiere que el resultado de esta evolución es que las compañías y los países de la región pierden competitividad, lo que implica más limitaciones para la adopción de una silvicultura sostenible, que es el objetivo final, y señala que “otros actores en el mercado mundial están menos reglamentados y tienen ventaja competitiva”.

 

EL IMPORTANTE PAPEL DE LAS PLANTACIONES

 

Considera que la tendencia reglamentista continuará en los próximos años. Piensa que algunos países de la región podrían necesitar 20 años o más para superarla, y que, entonces, los productos forestales autóctonos habrán perdido probablemente la mayor parte de su valor de mercado.

 

“Las plantaciones forestales seguirán creciendo en América Latina y el Caribe. Actualmente su reglamentación es severa en la mayoría de los países de la región, pero lo será menos en el futuro”, afirma a tiempo de asegurar que “la tecnología seguirá viniendo en ayuda de las plantaciones, posibilitando la producción de material de mejor calidad y más uniforme en menos tiempo”.

 

“En el futuro, de las plantaciones saldrán productos de madera mejores y más baratos”, pronostica pero advierte que no todos los países de la región se beneficiarán de plantaciones forestales que requieren de inversiones a largo plazo, en el marco de seguridades para los inversores que no todos están en condiciones de ofrecer.

 

Sin embargo, considera que la evolución actual de las plantaciones indica claramente que en un futuro próximo el Cono Sur de América Latina figurará entre las más importantes regiones productoras de productos forestales del mundo.

 

Cita, entre otros factores, que el mercado regional crecerá más rápidamente que el mundial y será importante para los productores locales, pero afirma que la región tendrá también una presencia importante en el mercado internacional.

 

“Los bosques autóctonos se conservarán en el futuro principalmente con fines medioambientales. Se reducirán sus zonas de producción, ya que su selección obedecerá a razones medioambientales o por carecer de competitividad”, señala.

 

 

DINERO DE LA COOPERACIÓN

 

Proyecta, en este escenario, que se invertirá cada vez más dinero procedente de la cooperación internacional y otros mecanismos de financiación (retención de carbono, conversión de la deuda, protección de la biodiversidad y otras fuentes) en la protección de los bosques autóctonos.

 

Asegura que, en consecuencia, varios gobiernos de la región aceptarán esos fondos y promulgarán y aplicarán leyes y reglamentos para reducir continuamente la producción en los bosques autóctonos.

 

“Se podrán resolver así con más facilidad y presteza problemas inmediatos relacionados con la falta de capitales, colmando las expectativas de las poblaciones. Los gobiernos reducirán así la presión social y ganarán estabilidad política. Las generaciones futuras juzgarán esta decisión”, señala concluyente.

 

(*)http://www.fao.org/docrep/003/ X8820S/x8820s08.html