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Jon García, Rusia Hoy 
Muchos advierten desde hace tiempo sobre el colapso inminente de la economía rusa. El comportamiento de 2012 confirma, sin embargo, la buena salud de los años anteriores. Los pronósticos sugieren que la tendencia continuará en 2013. El riesgo es que la estabilidad adormezca y paralice el desarrollo de necesarias reformas.


Anton Siluánov, ministro de finanzas de la Federación Rusa. Fuente: Kommersant
Para muchos, Rusia se parece al sinuoso, interminable castillo de Kafka: un gran aparato autoritario, burocrático y sobre-regulado, corrupto, disfuncional e ineficiente. Para la mayoría, la economía rusa es además primitiva, dependiente en exceso de la explotación y exportación de recursos naturales, especialmente hidrocarburos. Poco ágil y alimentada de ingresos volátiles e inestables, la economía rusa parece estar para muchos al borde inminente del colapso.

En la práctica, sin embargo, la situación no es crítica, sino relativa, significativamente sólida.

2012: cómo llega la economía a 2013
En 2012, la economía rusa mostró un buen comportamiento. El PIB creció un 3,9% (hasta octubre), y el desempleo alcanzó mínimos históricos (5,2%) en la era post-soviética.

Las cifras de la Federación en ambos aspectos son mejores que las de todos los países de la Unión Europea y el promedio de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El Estado mantuvo, además, un superávit presupuestario (de cerca del 1,4% entre enero y octubre), aunque se redujo respecto a 2011. El gasto estatal es adicionalmente modesto (cerca del 32% del PIB) y se orienta de modo no despreciable a política social.

El crecimiento tuvo, podría argumentarse, pies de barro. La dependencia de un mercado en principio volátil, como el de los hidrocarburos, se mantuvo. De hecho, en 2012 la Federación alcanzó la mejor marca en extracción de petróleo desde la disolución de la Unión Soviética, hace más de dos décadas.

Pero si aislados son elocuentes, los datos son más remarcables si se tiene en cuenta la tendencia. El crecimiento de 2012 no es espectacular y es menor que el de 2011 (el 4,3%). Pero, décima arriba o abajo (entre el 3 y el 4%), la tasa ha permanecido estable desde que la crisis de 2009 fuera, con cierta rapidez, pasto del olvido.

Los buenos datos económicos de Rusia no parecen fruto de la suerte, no solo esquiva, sino también pasajera, puntual.

Por si acaso, el Estado ha venido haciendo, en todo caso, esfuerzos notables para protegerse del impacto de un eventual recrudecimiento de la crisis internacional, que deprima la demanda y hunda estrepitosamente los precios del crudo y del gas.

El Fondo de Reservas dispone de más de 46.000 millones de euros, el de Bienestar Nacional de más de 66.000 millones, y el Banco Central de unos 400.000 millones.

Se trata, sin duda, de un colchón muy holgado para protegerse y hacer frente a un eventual hundimiento global. El gobierno ya ha mostrado que no le temblará el pulso para utilizarlo. En los peores días de la crisis de 2009 Rusia ya echó mano de sus reservas financieras.

Así que, en 2012, pese a sus muchas debilidades, la economía rusa no sólo creció, más, incluso, que el promedio de la OCDE, sino que lo hizo por tercer año consecutivo, mientras se protegió frente a eventuales y razonables situaciones adversas. Todos ellos son síntomas de buena salud económica.

Proyecciones de 2013
Inaugurado hace un par de semanas el nuevo año, la pregunta se agolpa, no obstante, en la boca de muchos analistas: sino fue en 2012, ¿no llegará en 2013 la hora de la crisis de la economía rusa? ¿Cuáles son las perspectivas reales para 2013?

La mayoría de las proyecciones coinciden en que las cosas seguirán este año más o menos igual que el anterior. Las estimaciones de crecimiento del PIB de las instituciones multilaterales oscilan entre el 3,3% del BERD y el 3,8% del FMI y la OCDE. El Ministerio de Economía ruso pronostica que podría superar el 4%.

Para algunos, es un comportamiento mediocre. Para otros, decente (según distintas previsiones, la economía mundial crecería entre un 2,4 y un 3,4% en 2013). No cabe duda, en cualquier caso, de su estabilidad.

Los supuestos
Claro que las estimaciones tienen sus supuestos. El crecimiento económico de Rusia, y buena parte de sus otras variables económicas, dependerán de la evolución de la economía internacional, y, de manera más fina, del comportamiento de Europa, el principal comprador del combustible ruso, y el precio del crudo.

Si en lugar de estancarse, la crisis europea se agudiza y el precio del barril del Urals cae por debajo de los 91 dólares (referencia del presupuesto nacional de este año), la tasa de crecimiento podría descender, incluso, eventualmente, de forma dramática. Lo mismo sucedería si se redujera la extracción y venta de crudo o de gas por posibles problemas internos.

Lo cierto, en cualquier caso, es que los agoreros parecen no tener respaldo en estadísticas. No sabemos con certeza qué pasará en el futuro. Pero sí que ha ocurrido en el pasado reciente. A pesar de la crónica debilidad económica de los países desarrollados, el precio del crudo se ha mantenido por encima de los 100 dólares barril desde 2011.

A menos que la crisis se profundice drásticamente y se expanda de manera viral, lo más probable es que su precio se mantenga (se prevé que oscile entre 100 y 110 dólares barril) y la economía rusa siga creciendo a un ritmo estable y moderado.

Reformas
¿Significa esto que no hay cosas que cambiar? En absoluto. La dependencia de la exportación de hidrocarburos no parece, desde luego, buena compañía. Primero, porque supone una gran vulnerabilidad. Segundo, porque indica un déficit en otros sectores no solo menos volátiles, sino también de mayor valor agregado y más sostenibles, dos de los grandes retos de la Federación.

Aquí no hay buenas noticias. Si se excluyen los hidrocarburos, el déficit fiscal es considerable (más del 10% del PIB) y creciente. El Kremlin tendrá que abordarlo antes de que se le escape de las manos.

La inflación tampoco es un buen síntoma. Aunque se viene reduciendo, y es una de las prioridades del gobierno, en 2012 fue del 6,3% y, según los pronósticos del Ministerio de Economía, este año volverá a superar el 6%, la meta del Banco Central.

La regulación y supervisión del sector bancario debe ser asimismo afinada y ejecutada de manera más estrecha.
No obstante, la economía rusa parece lo suficientemente flexible para lidiar con estos problemas. Más que en un eventual colapso, el peligro radica en que la estabilidad del crecimiento no genere los incentivos necesarios para adelantar las reformas físicas, económicas, políticas y sociales que el país requiere.

El gobierno no debería contentarse con cumplir sus básicas promesas sociales. Quizás sea el momento de reformas más amplias, que den una base más sólida y sostenible al crecimiento.

Y que mejoren la calidad de vida, no solo económica, de muchísimas personas. El desarrollo es un camino más sinuoso e interminable que la reforma administrativa o el crecimiento económico.

http://rusiahoy.com/blogs/2013/01/23/la_salud_de_la_economia_rusa_en_2013_24177.html