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4 de enero de 2013 Andréi Kisliakov, Rusia Hoy A la Estación Espacial Internacional le ha salido un enemigo artificial que podría no estar dispuesto a compartir el espacio con ella. Por desgracia, no se trata de un orbitador espacial, sino de los residuos de la actividad tecnológica espacial, es decir, basura. Este desorden alrededor de la Tierra se está volviendo un problema prioritario para la exploración espacial mundial.

Cada vez se acumula más basura alrededor de la Tierra. Fuente: Flickr
El bloque acelerador 'Briz-M', cuyo fallo el pasado agosto causó incidentes a los satélites Express-MD2 y Telkom 3, se destruyó en mil pedazos a mediados de octubre alrededor de la órbita terrestre.
Según cálculos de los especialistas en el Centro de Control de Misiones de la región de Moscú, alrededor de cinco grandes formaciones de piezas orbitan en una franja de altura que va desde los 5.000 kilómetros hasta los 250 kilómetros de la Tierra.
Estas piezas suponen una amenaza potencial para todas las naves espaciales que se encuentran en esta franja, entre ellas la EEI, que vuela a una altura de unos 400 kilómteros.
Por su parte, el astrónomo australiano Robert McNaught informaba a los medios de comunicación rusos de que la destrucción de este bloque acelerador ha provocado la aparición en la órbita terrestre de más de 100 fragmentos de basura espacial. “En mis fotografías se observan más de 60 fragmentos distintos, y no he fotografiado toda la cadena de objetos voladores. Creo que hay bastantes más”, declaraba McNaught. Así pues, una colisión de esta basura espacial con la estación las consecuencias podría resultar fatal.
Ranking de los países que dejan más basura en el espacio (número de objetos formados tras la actividad de las potencias espaciales, según datos de la NASA):
    1. Rusia – 6195
    2. EE UU – 4946
    3. China – 3726
    4. Francia - 492
    5. Japón – 277
    6. India - 175
Según valoraciones aproximadas de la NASA realizadas hace unos años, en el espacio había más de 8.000 objetos artificiales de más de 10 centímetros de tamaño, decenas de miles de objetos de uno a diez centímetros, y cientos de miles de objetos de menos de 1 centímetro.
En el recuento realizado por Estados Unidos se contabilizan más de 19.000 objetos, aunque según sus cálculos podría haber en órbita hasta 600.000 objetos de más de un centímetro de tamaño.
Por su parte, Roskosmos informa de que a finales de 2008 se catalogaron alrededor de 12.500 objetos espaciales de más de 10 centímetros, de los cuales un total de 1.000, alrededor del 6%, están en funcionamiento.
Hasta un 40% está formado por aparatos que han sido retirados de su uso, así como bloques aceleradores utilizados y las últimas partes de las lanzaderas espaciales.
El resto, un 54%, son fragmentos formados tras explosiones o colisiones de aparatos espaciales. Más de 300.000 fragmentos tienen una medida de uno a diez centímetros. Y la masa total de estos objetos se estima en más de 5.000 toneladas.
La situación sigue empeorando
A mediados de 2010, según Roskosmos, el número de partículas de basura espacial de menos de 10 centímetros se estimaba ya en 200.000, y el número de objetos de menos de un centímetro era de decenas de millones de unidades.
La basura espacial, como todos los objetos materiales, está sujeta a las leyes de la gravedad.
Poco a poco se va acercando a la superficie de la Tierra, para entrar finalmente en la atmósfera (a una altura de varias decenas de kilómetros) donde se acaba quemando. Pero este proceso dura tiempo. Los objetos que se encuentran a 800 kilómetros de altura podrían tardar unas decenas de años, y siglos, en el caso de los que se encuentran a partir de los mil kilómetros.
La acumulación de basura es ostensiblemente superior a su reciclaje natural. La basura es peligrosa debido a su enorme velocidad de desplazamiento en el espacio (unos 10km/s). A esta velocidad, según expertos rusos, incluso un minúsculo fragmento de 0,5 mm podría agujerear una escafandra.
Si no se arregla la situación de los residuos espaciales, podría provocar el cese de las misiones pilotadas y del lanzamiento de satélites, así lo cree e Yuri Zaitsev, representante de la Academia de Ciencias de Ingeniería.
Por ahora, los dos líderes de la investigación espacial, EE UU y Rusia, apenas son capaces de seguir el movimiento de la basura y de calcular su trayectoria para evitar colisiones.
Por el momento no existen formas 'eficaces' de eliminar la basura espacial.
Tampoco existe la posibilidad de prevenir la expulsión de basura al espacio. Según Zaitsev, las últimas partes de las lanzaderas pueden ser devueltas a la atmósfera mediante un impulso de frenado, pero tras el envío de un aparato espacial a la órbita geoestacionaria el bloque acelerador no puede volver.
En cuanto a los satélites que han dejado de funcionar, la legislación internacional exige que sean retirados de la órbita geoestacionaria, y vayan hacia la llamada 'órbita cementerio', situada a varios cientos de kilómetros de altura.
Las principales agencias espaciales proponen distintos modos de luchar contra la suciedad orbital. Roskosmos también está trabajando en este campo. A mediados de octubre la agencia espacial rusa declaró que invertirá 2.000 millones de dólares en un programa de recogida y neutralización.
La corporación rusa 'Energuia' ha propuesto un proyecto de construcción de una 'aspiradora' cósmica especial que capturará aproximadamente 600 satélites fuera de funcionamiento y después los sacará sin peligro de la órbita para que se quemen en la atmósfera.
'Energuia' planea finalizar el desarrollo y las pruebas de este aparato hacia 2020. Su lanzamiento está previsto para 2023, a más tardar. La corporación también informa de que está desarrollando un interceptor espacial capaz de neutralizar los objetos peligrosos del sistema solar exterior. Por ahora los científicos rusos están perfeccionando sus medios de seguimiento de la situación espacial.
En este sentido, en el Centro Científico Astronómico de Moscú ya se ha creado un sistema único de rastreo de objetos espaciales y de alerta de situaciones de emergencia en el espacio.

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Según el vicedirector del Centro, Anatoli Záyats, el nuevo sistema acumula datos de prácticamente todos los observatorios del mundo y permite alertar a tiempo de cualquier peligro que amenace a los aparatos en órbita.
Záyats subraya que este sistema de alerta es por el momento únicamente para fines civiles, pero que en el futuro “se utilizará directamente para solucionar el problema de la basura espacial”.