Opinión - Temas
Miércoles, 19 de Diciembre, 2012

Hay, en el mundo actual, un descalabro puntual cuando se trata de consumir energía. Se trata de una acción concertada entre poderes mundiales para acaparar la mayor cantidad de recursos naturales dirigidos a generar energía, ostentarla y derrocharla de manera desenfrenada e irresponsable. Quien más acapare, tendrá reconocimiento global mientras el mundo se va agotando de tanto consumo energético irracional, sin norma que ponga control alguno.

En el día, las ciudades tropicales se enfrían con aire acondicionado sin restricción; mientras en la noche se iluminan, también sin control, para encandilar con su brillo los signos de la “modernidad” que obnubila a las estrellas. No voy a negar que es parte de las comodidades adquiridas trabajar en el trópico con aire acondicionado para evitar el agobio de las elevadas temperaturas, y que también es necesario tener calefacción para neutralizar el frío, allá donde se necesite; pero es verdad que hay excesos que se podrían regular en aras de un mundo menos insensato en materia de consumos energéticos.

Hago esta especie de preámbulo después de leer una nota de Europa Press publicada por Hidrocarburos Bolivia refiriendo que: "Defensores del 'shale gas' celebran la aprobación en el Reino Unido de la técnica de fractura hidráulica”, técnica que mantiene un debate acalorado y no concluido sobre los peligros que implicaría esta nueva tecnología para encontrar gas de esquisto apretujado entre las rocas.

La plataforma Shale Gas España, señala que: "Estamos convencidos de que el anuncio realizado hoy por el Reino Unido impulsará positivamente el debate en España", mientras asegura que “el desarrollo seguro y sostenible del 'shale gas' atraerá inversiones, generará puestos de trabajo e importantes ingresos fiscales.”

La nota en cuestión expresa que: "Nos sorprende que todavía exista tanta polémica sobre los riesgos asociados con la fracturación hidráulica a pesar de la abundante evidencia científica existente que demuestra que el desarrollo seguro del shale gas, tanto para las personas como para el medio ambiente, es posible”, sin embargo, más adelante confirma que no hay tantas certezas al respecto.

Es decir, aclara que “en el Reino Unido, la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, así como la Real Academia de Ingeniería, llegaron a la conclusión hace apenas unos meses de que los riesgos asociados con la técnica pueden ser “debidamente” gestionados.”
Ergo, los riesgos existen, como existen por supuesto en toda acción humana. Lo inaceptable es invisibilizarlos en procura de una mentalidad solamente extractivista que está poniendo en jaque al planeta.

Es verdad que la fiebre del shale gas habla incluso de efectivizar la soberanía energética en Estados Unidos y, probablemente, también hacerlo en países como España que acusan una clara dependencia de la importación de recursos energéticos, sin embargo, es necesario tener mesura.
Si, en efecto, el Reino Unido, como dice la nota, tendría reservas de shale gas de hasta un 50% mayores que las de gas convencional, hay razón para la celebración en un mundo escaso de recursos energéticos, pero es más urgente apuntalar la frugalidad en el consumo energético antes que impulsar técnicas de exploración que no dejan de estar ligadas a situaciones de contaminación de la tierra y el agua y; a posibles movimientos de la tierra con efectos probablemente dramáticos.

Por el momento, parece más racional conocer efectivamente “la viabilidad técnica, económica y medioambiental del desarrollo del shale gas” y sus consecuencias, antes de celebrar adhesiones como la del Reino Unido, a las “revolucionarias” técnicas de fractura hidráulica. Dicen que la vida es, al final, una cuestión de actitud, no solamente en función del consumo sino también en atención a la medida de equilibrio. ¿Utopía?