El reciente como notorio fortalecimiento de la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Colombia, México y Colombia, no ha tenido grandes repercusiones en Bolivia, probablemente porque no tiene costa en el océano Pacífico. Sin embargo, es un tema vital a la hora de hablar de la expansión de mercados a nivel global, y su reconfiguración precisamente alrededor del comercio. 

Este bloque surge en 2011 y en conjunto representa más del 35% del producto interno bruto (PIB), 50% del comercio total y atrae 45% de la inversión extranjera. PwC dice que si fuesen un solo país sería la octava economía más grande del mundo, con un PIB combinado de más de 2 billones de dólares. Por el momento ha tenido un crecimiento silencioso pero fructífero.

Esta misma fuente indica que el contexto político para la creación de la Alianza es ventajoso, precisando que los gobiernos de los países miembros están comprometidos con la democracia y los principios de libre  mercado, que son prerrequisitos para la consolidación de este bloque económico y comercial.

Bolivia, Ecuador y Venezuela, principalmente, no forman parte de este acuerdo por razones fácilmente atribuibles a su postura política y al enfoque económico sustentado principalmente en una gestión desde Estado, frente al mercado. Sin embargo, está claro también que los intercambios comerciales entre estos países y el conjunto de la comunidad global, no ha dejado de ser regular.

Hay posturas que señalan que para potenciar a Bolivia y ponerla acorde a la dinámica del comercio global, habría que incorporarla en el Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC), considerado el mayor espacio para facilitar el crecimiento económico, la cooperación y las inversiones en la región de Asia-Pacífico. No tener acceso a la costa, no tendría que ser una limitación para la integración de los Estados.

Esta idea cobra mayor vigencia tras conocer, a finales del año pasado, que la Alianza del Pacífico, mediante el canciller chileno Heraldo Muñoz, hizo pública la intención de integrarse a APEC con la idea de “avanzar en el proceso de integración mutua en un momento de incertidumbre por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca”, y por supuesto para fortalecer la apertura de mercados globales.

Por el momento, la Alianza del Pacífico ha ido moviendo las fichas de su tablero de manera estratégica y sin mucha visibilización en los medios de comunicación, mientras los países miembros buscan incrementar la productividad y profundizar la transformación de una economía basada en los commodities a una economía abierta y diversificada, con el sector privado a la cabeza, y realizando esfuerzos importantes en materia de educación, interconectividad e infraestructura. 
Los países miembros de la Alianza se han consolidado como economías de más rápida expansión de América Latina, superando a Brasil y Argentina y se trata de una iniciativa más basada en “afinidad que en proximidad”,  que precisa que todos sus miembros tiene costa en el océano Pacífico, junto a una marcada tendencia hacia la economía de libre comercio y la Inversión Extranjera Directa (IED), según PwC.

Da la impresión de que, en efecto, los países tenemos que ser estratégicos en función a nuestros propios intereses, sin perder de vista las perspectivas del comercio global, pero, también será importante construir una visión compartida que pueda acercar posturas y canalizar una plataforma con una clara visión de oportunidades y de flujo de recursos, lejos de posturas monopólicas y aislacionistas. Definir reglas claras, debería ser el desafío de todo país inteligentemente vinculado.

FUENTE: EL DÍA 
AUTORA: VESNA MARINKOVIC