La hidroeléctrica se ha convertido en una de las fuentes de generación energética de mayor crecimiento en América Latina y el Caribe, pese al significativo derrotero que han tenido la energía eólica y principalmente la solar, en un contexto de precios bajos del petróleo que comenzó  durante la segunda mitad de 2014. 

Según la CEPAL, esta situación se da justo cuando se plantea la necesidad de una reevaluación social y ambiental de dichos proyectos y la pertinencia de su uso en la diversificación de la matriz energética regional para efectos de sustituir el consumo de combustibles fósiles.

Agrega que en los últimos diez años a escala mundial la inversión en fuentes renovables de energía (FRE), creció sustancialmente y se quintuplicó, pasando de los 45.000 millones de dólares (MMUS$) anuales en 2004 a 270 (MMUS$), sin contar los megaproyectos hidroeléctricos, ya que en este ejercicio se contabilizan solamente aquellos no superiores a 50 MW.

Sin embargo, precisa que del total de capacidad instalada de FRE, que al 2014 alcanzó a 1712 GW, el 62% corresponde a hidroelectricidad, lo que significaría que aun cuando las llamadas renovables no convencionales (RENC) han tenido un aumento más que significativo, el grueso de la inversión ha estado destinada a proyectos hidro.

Consiguientemente, está claro que en la región la presencia de la hidroenergía nuevamente ha tomado un impulso significativo debido principalmente a la gran cantidad de recursos hídricos con los que cuenta y, según la CEPAL, por las facilidades tecnológicas locales y regionales para su aprovechamiento.

Organismos de desarrollo como CAF y OLADE han llegado a señalar que se debe desarrollar el enorme potencial de recursos hidráulicos no aprovechados (en particular a aquellos de gran porte), para lo cual señalan que es necesario poner énfasis en el licenciamiento socioambiental, para evitar que se convierta en un freno al desarrollo energético.

Consideran que, para ello, se debe reforzar la adopción de protocolos de buenas prácticas de gestión ambiental y comunicación con los distintos grupos de interés. La CEPAL plantea, por ejemplo, que mas allá de la renovabilidad del recurso, es importante lograr una explotación sustentable: económica, ambiental, social y política.

Sin embargo, el rechazo a los impactos medioambientales que generarían estas FRE, también se ha incrementado. Algunos arguyen que esto se debe a falta de información; otros, a una desmedida urgencia de abastecer el incremento incesante de energía. Sea como fuere, el reto parece concentrarse en la urgencia de encontrar fuentes de energía que, en paralelo, no destruyan el planeta.

FUENTE: EL DIA
AUTORA: VESNA MARINKOVIC